19 años del Caracazo: el despertar de un pueblo

La rabia contenida durante muchos años hizo explosión ante las medidas anunciadas por Carlos Andrés Pérez, que iniciaba su segundo mandato, comprometiendo al país con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El punto cumbre fue la insurrección militar del 4 de febrero de 1992, liderada por el teniente coronel Hugo Chávez Frías.

Los venezolanos entienden cada vez más, a 19 años del despertar de la conciencia de un pueblo, lo que ocurrió un 27 de febrero de 1989, cuando se produjo el llamado sacudón o más bien el Caracazo, trágico y doloroso estallido social ocurrido en Venezuela, del cual surgieron cambios en el país.

Hoy se cumplen 19 años de ese trágico día que enlutó a muchas familias venezolanas. No obstante, en ese momento, comenzó el despertar de los hombres y mujeres que hoy construyen la República Bolivariana de Venezuela hacia el socialismo del siglo XXI.

Se produjo durante el Caracazo una masacre organizada por el gobierno de Carlos Andrés Pérez contra manifestantes que habían creado una fuerte ola de protestas y saqueos ocurridos el 27 de febrero de 1989, en la ciudad de Caracas e iniciados en Guarenas, estado Miranda, cercana a la capital de la República.

El nombre del suceso proviene de Caracas, la ciudad donde aconteció parte de los hechos, en rememoración de otro hecho ocurrido muchos años antes en Colombia: el bogotazo.

La gente salió a la calle el 27 de febrero de 1989. Las protestas y los saqueos parecían incontrolables. La rabia contenida durante muchos años hizo explosión ante las medidas anunciadas por Carlos Andrés Pérez, que iniciaba su segundo mandato, poniéndose de rodillas ante el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Los índices de pobreza en el país, a partir de 1970, habían crecido de manera alarmante; la fuerza laboral campesina se redujo a 0% y en sólo tres años, 600 mil personas emigraron a las ciudades; los trabajadores informales aumentaron de 34,5%, en 1980, a 53%, en 1999; la clase obrera industrial disminuyó ante la privatización parcial o total de sectores como las telecomunicaciones, los puertos, el petróleo, el acero y las líneas aéreas y se redujo el tamaño de la fuerza laboral en sitios estratégicos.

Carlos Andrés Pérez inició su segundo mandato en 1989 y al pueblo se le anunció que se implementaría un programa de medidas económicas neoliberales, según las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el cual fue denominado el Paquete Económico, que incluía la privatización de empresas públicas, la eliminación de las subvenciones y protección del Estado a empresas privadas y el fomento de la descentralización.

Una de las primeras medidas fue el aumento del combustible y como consecuencia el incremento de las tarifas del transporte público.

Las principales medidas anunciadas, en resumen, fueron:

Someterse a un programa bajo supervisión del FMI, con el fin de obtener aproximadamente 4 mil 500 millones de dólares en los tres años siguientes; liberación de las tasas de interés activas y pasivas en todo el sistema financiero hasta un tope temporal fijado en alrededor de 30%; unificación cambiaria con la eliminación de la tasa de cambio preferencial; determinación de la tasa de cambio en el mercado libre de divisas y realización de todas las transacciones con el exterior a la nueva tasa flotante.

Liberación de los precios de todos los productos a excepción de 18 renglones de la cesta básica; anuncio del incremento no inmediato, sino gradual, de las tarifas de servicios públicos como teléfono, agua potable, electricidad y gas doméstico; aumento anual en el mercado nacional durante tres años de los precios de productos derivados del petróleo, con un primer aumento promedio de 100% en el precio de la gasolina.

Aumento inicial de las tarifas del transporte público en 30%; aumento de sueldos en la administración pública central entre 5% y 30% e incremento del salario mínimo; eliminación progresiva de los aranceles a la importación; reducción del déficit fiscal a no más de 4% del producto territorial bruto; congelación de cargos en la administración pública.

El día 28, el presidente Pérez, reunido en Consejo de Ministros, ordenó a la Guardia Nacional y al Ejército reprimir los disturbios.

Se decretó el estado de emergencia, previsto en el artículo 240 de la Constitución de 1961, con lo que quedaron suspendidas algunas garantías constitucionales durante los 10 días siguientes.

Comenzó el toque de queda más cruento de la historia de Venezuela al caer el ocaso del martes 28. La fosa común de La Peste es, en dos vías, testigo y acusador de esta masacre inmensurable.

Fue, pues, el Caracazo no sólo una respuesta a las medidas empobrecedoras impuestas por el FMI y acatadas por el Gobierno de Carlos Andrés Perez, sino también la expresión popular que no tenía forma de canalizar su descontento ante la corrupción generalizada y la crisis generada por los gobiernos de la democracia representativa.

Lo que trajo el Caracazo

La represión desatada contra el pueblo no detuvo la aspiración del pueblo de transformar su realidad. Por eso, apoyó la insurrección militar del 4 de febrero de 1992, liderada por el teniente coronel Hugo Chávez Frías.

Hoy y siempre se rendirán homenajes a los caídos en el Caracazo y hoy y siempre Venezuela dirá que la conciencia del pueblo despertó para siempre un 27 de febrero de 1989.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó la actuación del Gobierno de Pérez y el Estado se comprometió a indemnizar a las víctimas, hecho cumplido parcialmente en el año 2004 con aquellas víctimas representadas por la organización de derechos humanos Cofavic.

Sin embargo, a finales de 2006, el Gobierno del presidente, Hugo Chávez Frías, por medio del Ministerio del Interior y Justicia, anunció mecanismos para indemnizar también a las víctimas que no tuvieron acceso a la Corte Interamericana.

El afamado cineasta merideño Román Chalbaud hizo una película alusiva a los hechos del 27 de febrero de 1989, llamada El Carcazo, la cual se estrenó en 2005, en los cines venezolanos. La iniciativa surgió de esa misma necesidad de difundir los acontecimientos de ese mal momento y en homenaje a los caídos.