Chávez deja como legado político la Constitución y la refundación del país

No solo acabó con el Puntofijismo sino que les dio cauce a las fuerzas del cambio

Desde el “por ahora” de 1992 el Presidente puso sobre la mesa el proyecto que asumiría: el de la reconstrucción nacional, la reivindicación de la venezolanidad y la participación popular

El 4 de febrero de 1992 un teniente coronel de nombre Hugo Rafael Chávez Frías sorprendió al país porque, a pesar de no haber logrado el objetivo de tomar el poder, parecía cualquier cosa menos un hombre derrotado. Flanqueado por militares que fueron leales al régimen del entonces presidente, Carlos Andrés Pérez, Chávez hizo una proclama que demuestra que en pocos segundos un hombre como él podía cambiar la historia:

“Primero que nada quiero dar buenos días a todo el pueblo de Venezuela, y este mensaje bolivariano va dirigido a los valientes soldados que se encuentran en el Regimiento de Paracaidistas de Aragua y en la Brigada Blindada de Valencia. Compañeros:

Lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. Es decir, nosotros, acá en Caracas, no logramos controlar el poder. Ustedes lo hicieron muy bien por allá, pero ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor.

Así que oigan mi palabra. Oigan al comandante Chávez, quien les lanza este mensaje para que, por favor, reflexionen y depongan las armas porque ya, en verdad, los objetivos que nos hemos trazado a nivel nacional es imposible que los logremos. Compañeros: Oigan este mensaje solidario. Les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento, y yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano. Muchas gracias”.

Luego de ser encarcelado en el Cuartel San Carlos, en Caracas, Chávez se convirtió en un dolor de cabeza para un Gobierno que ya había sido herido mortalmente el 27 de febrero de 1989 (con la rebelión popular contra el “paquetazo” neoliberal) y que recibió la estocada mortal el 4 de febrero de 1992.

Trasladado a la cárcel de Yare (Miranda) no dejó de ser un gran referente para quienes soñaban con un país distinto, y logró congregar a docentes, pensadores, estudiantes y trabajadores en un proyecto patriótico.

Liberado en 1994 por el régimen del presidente Rafael Caldera, se dedicó a recorrer el país para tejer las redes del triunfo electoral de 1998.

Una vez alcanzada la victoria, comenzó un proceso de refundación del país que llevó a la consulta popular para convocar una Asamblea Constituyente, elaborar una nueva Carta Magna, someterla a referéndum y dar inicio a una transformación radical de Venezuela.

UNA NUEVA REALIDAD “Chávez acompañó el inicio de un nuevo tiempo histórico y una nueva realidad”, resume –en conversación con el Correo del Orinoco– el historiador Pedro Calzadilla, ministro del Poder Popular para la Cultura.

Su primer gran reto fue la transformación del marco jurídico, la Constitución y las leyes, recalca Calzadilla. Después prosiguió con la tarea de eliminar la pobreza extrema, hacer un esfuerzo “por darle a nuestro pueblo salud y atender a quienes estaban en el horror del abandono en todos los rincones del país”.

El Comandante “canaliza la ruptura política con el Puntofijismo que se produjo en 1989, y encauza esa frustración histórica de lo que Acción Democrática le ofreció al país y no cumplió”, analiza.

Ese Puntofijismo “lo liquidó el pueblo en las calles el 27 y 28 de febrero de 1989”, concluye Oscar Schémel, presidente de la encuestadora Hinterlaces.

Esas manifestaciones populares, a su juicio, abrieron las puertas “para lo que más tarde sería la Revolución Bolivariana”. Schémel refiere que el cambio de la Carta Magna “fue, efectivamente, uno de sus primeros logros”, pero el que más peso tiene es haberles devuelto la dignidad a los sectores populares; “enseñarles que son seres humanos y ciudadanos con derechos”.

Ese “es uno de los logros más importantes que la gente percibe como legado fundamental de la obra del Presidente”, añadió. UNA GESTA HUMANISTA El líder se puso al frente “de una gesta humanista, humanitaria: rescatar de la miseria a millones de venezolanos que estaban absolutamente excluidos; yo creo que esa fue la gran tarea. Esa batalla humanitaria continuó para ampliar el acceso a las cosas fundamentales, sin abandonar las otras”, enfatiza Calzadilla.

Consciente también de que lo que estaba en juego era el ser humano integralmente y no solo la satisfacción de sus necesidades básicas, emprendió la tarea de la educación. “La inclusión educativa y cultural fue y es una de las grandes batallas, y en ella hay un saldo maravilloso”, recuerda el investigador. Para Calzadilla, el primer gran logro cultural y educativo es haber erradicado el analfabetismo, lo que “no es cualquier cosa: toda la Revolución se concentró allí en una gesta que pasará a la historia”.

Chávez dignificó e incluyó al pueblo, y eso es algo que ni sus acérrimos opositores ponen en duda. “Él vino a hablar, a defender, a batallar y a convertirse en el líder de los pobres de Venezuela, los que nunca habían tenido sino las migajas de la política”, describió. No solo resistió las presiones de los grupos económicos, sino que se mantuvo fiel al pueblo más pobre, el que hoy lo acompaña en la Academia Militar para una despedida, expresó el historiador.

“Todo lo que hizo Chávez y lo que vamos a seguir haciendo es para los humildes”, garantizó. ORGULLO DE SER VENEZOLANO Todo lo que antes era mal visto por las élites es, ahora, motivo de orgullo, y la razón es muy sencilla:

el Presidente lo resaltó, lo colocó en los medios de comunicación y en la vida cotidiana. Hizo que la bandera nacional, que las canciones de los llanos y que la Venezuela mantenida en las penumbras del olvido tomaran un rol protagónico.

Un Bolívar sin telarañas La reconstrucción del rostro de Simón Bolívar fue una forma de limpiar la imagen del prócer de las telarañas que le colgó la historia oficial. Fue “parte de la tarea de Hugo Chávez de limpiar la memoria del Libertador y meterse a desentrañar la verdad”, comenta Pedro Calzadilla. “Tenía rasgos negroides, afrodescendientes”, indicó, el 24 de julio de 2012, el Mandaatrio Nacional. “Era mestizo”, agregó. “A partir de hoy tu rostro verdadero” brillará mucho más, garantizó Chávez en esa oportunidad.

El Comandante “intuye claramente que la historia que contaron de Bolívar está llena de mentiras y silencios, y se propone desentrañarlos a su manera”, indica el historiador. Por ello enfrentó con decisión la investigación sobre las causas de la muerte del prócer y la exhumación de sus restos en el Panteón Nacional (primer paso para verificar que realmente se trataba del Padre de la Patria).

La aparición de ese nuevo rostro es, sostiene Calzadilla, un paso más en el camino –emprendido por Chávez– para desafiar las ideas preestablecidas sobre Bolívar y poder vincularlas con el presente. Si alguna duda le quedaba a Oscar Schémel, presidente de la encuestadora Hinterlaces, sobre la fortaleza del liderazgo del presidente Hugo Chávez y su vínculo con el pueblo, seguramente se disipó el pasado 6 de marzo, cuando acompañó una parte del trayecto del cortejo fúnebre que trasladó al Mandatario Nacional desde el Hospital Militar hasta la Academia Militar. “Recorrí durante dos horas y media parte de la marcha que acompañó los restos del presidente Chávez”, contó el analista al Correo del Orinoco. Allí “había tristeza, mucho dolor; puro pueblo, pueblo de verdad, de todas las edades”.

Pero igual que encontró llanto, también halló determinación. “Detrás de cada lágrima había una decisión de continuar con la Revolución; me encontré con un pueblo triste pero empoderado, resteado, militante, lo que revela que hay una dimensión religiosa, afectiva, pero también hay una dimensión racional, política e ideológica en el respaldo mayoritario al Presidente y lo que significa”, expresó. Schémel señala que el Jefe del Estado “logró comunicar una visión de país, construir una cultura política y una identidad nacional popular, además de una comunidad emocional, espiritual”. Es, en su opinión, “una identidad nacional popular y una comunidad espiritual”, y prueba de ello son las expresiones que escuchó en la movilización y que guarda en su memoria: “Vamos a llorar avanzando”, “se va su cuerpo pero no su espíritu”, “ahora más que nunca Chávez somos todos”, “Chávez nos dejó una tarea y vamos a cumplirla”, “Chávez nos enseñó a ser nosotros mismos”. Además, asevera, la movilización masiva del pueblo para despedirse del Mandatario Nacional “echa por tierra la tesis de algunos bárbaros intelectuales que dicen que el respaldo a Chávez estaba basado en neveras y comida”.

Hasta a sus adversarios el Jefe del Estado les mostró el país que no querían ver: el de millones de excluidos, remarcó. “Esa gente que hoy colma las calles de Caracas para ver al Presidente nunca más volverá a sus casas; estará en la calle para defender la Revolución y lo que ha conquistado”, sentenció. –¿Podrá sostenerse en el tiempo? –Sí, porque ya no es el triunfo de un discurso, ya no es el triunfo de una lucha simbólica. Ahora lo que estamos viendo es la instauración paradigmá- tica de una nueva visión de país y de sociedad, de una nueva cultura política. Una nueva cultura nacional, una nueva cultura nacional popular.