La guerra, más cerca de lo que se cree: Los conflictos que arrasan todos los rincones del planeta

El comienzo del año 2016 ha estado marcado por la tensión política agravada en al menos dos regiones. Por un lado, la ejecución, por parte de Arabia Saudita, de un prominente clérigo chiita junto con otros 46 prisioneros, ha desencadenado una crisis diplomática entre este país e Irán. Mientras tanto, el anuncio por Corea del Norte, de haber probado una bomba de hidrógeno, ha desestabilizado la situación en la región provocando un decidido rechazo internacional.

Estos incidentes añadieron todavía mayor complejidad al escenario mundial en el que varios países llevan años sin conseguir poner fin a unos cruentos enfrentamientos armados que no dejan de cobrar vidas humanas y dejan unas repercusiones irreversibles tanto a nivel regional como internacional. No obstante, mientras que algunos de estos conflictos parecen haber tomado el rumbo hacia la paz, otros todavía corren riesgo de deslizarse hacia una violencia descontrolada.

Entre los conflictos que estarán en el centro de atención de la comunidad internacional en 2016, â€”ya sea para evitar una escalada o asegurar el camino hacia la paz—, se pueden destacar los siguientes.

Oriente Medio

Para Siria, país que desde 2011 vive sumergido en un violento conflicto entre el gobierno de Bashar al Assad y los diversos grupos de la oposición así como varias organizaciones terroristas, el año 2015 acabó con ciertas esperanzas. Una tangible posibilidad para acabar con la guerra que ya se ha cobrado más de 250.000 vidas y ha causado el desplazamiento de varios millones de personas, surgió cuando en diciembre de 2015, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó por unanimidad una resolución sobre el futuro de Siria.

El documento establecía un calendario para resolver la guerra por la vía política. En concreto, la resolución obligaba a Damasco y a la oposición siria a sentarse a la mesa de negociaciones, fijó el objetivo de crear un «gobierno creíble, inclusivo y no sectario» en un período de seis meses y de celebrar unas elecciones, bajo la supervisión de la ONU, en 18 meses. El documento subrayaba la importancia de mantener «la soberanía e integridad territorial de Siria» y hacía hincapié en que el futuro del país debe ser decidido solamente por el pueblo de esa nación. «Merece la pena esperar que esta última iniciativa marque el inicio de un esfuerzo significativo para resolver el conflicto», opinó la ONG International Crisis Group (ICG).

Al mismo tiempo, el año 2015 en Siria también fue marcado por el inicio, el 30 de septiembre de 2015, del operativo antiterrorista de la Fuerza Aérea rusa a petición de Bashar al Assad, que fue dirigido principalmente contra el Estado Islámico, un grupo terrorista nacido de Al Qaeda tras el inicio de la invasión de Irak por parte de EE.UU. en 2003, que consiguió apoderarse de un vasto territorio tanto en Irak como en Siria.

Desde el inicio de los ataques aéreos, Rusia ha realizado más de 6.000 vuelos de combate destruyendo miles de objetivos de los terroristas y liberando cientos de localidades del control del EI. Mientras tanto, la coalición liderada por EE.UU., que comenzó su campaña militar contra las posiciones del EI el 8 de agosto de 2014, ha lanzado un total de 10.113 ataques, de los cuales 3.375 han sido en Siria y 6.867 en Irak, según datos del Pentágono.

Al mismo tiempo, los primeros dos meses del año 2016 han demostrado que para lograr una solución para el conflicto sirio aún quedan bastantes retos por superar. No obstante, a pesar de la suspensión de las negociaciones previstas para el 29 de enero en Ginebra (Suiza) y la agravación del conflicto debida al inicio de los bombarderos turcos en el noroeste de Siria y la posibilidad de una intervención terrestre por parte de Turquía y Arabia Saudita, el 22 de febrero, las autoridades de Rusia y EE.UU. dieron un nuevo paso hacia la paz en el país árabe al firmar un acuerdo que establecía el inicio del alto el fuego en Siria el 27 de febrero. «Estoy convencido de que las acciones conjuntas acordadas son capaces de cambiar drásticamente la situación de crisis en Siria. Ha aparecido, por fin, una oportunidad real de poner fin a la violencia y el derramamiento de sangre de muchos años», subrayó el presidente ruso Vladímir Putin en su declaración sobre Siria.

Para Irak, el año 2015 terminó con una importante victoria: la toma de la ciudad de Ramadi, la capital de la provincia de Al Anbar situada en el centro del país, que cayó bajo el control del EI en mayo de 2015. Tras la reconquista, el primer ministro de Irak, Haider al Abadi declaró que el siguiente objetivo será la liberación de Mosul, la segunda ciudad más grande del país que sigue en manos del EI desde junio de 2014. «La banda Daesh  está colapsando por las operaciones militares y los duros ataques de nuestras heroicas fuerzas», escribió al Abadi en su cuenta de Facebook, citado por ‘The New York Times’. «El siguiente paso es liberar Mosul y limpiar las tierras iraquíes que han sido destruidas por el bando terrorista de Daesh [EI]», anunció el primer ministro.

En la opinión del analista de inteligencia para las corporaciones en Irak Landon Shroder, la liberación de Ramadi es una «victoria táctica muy necesaria» para el gobierno iraquí, que reducirá la integridad territorial de la zona de operaciones del EI en Irak. No obstante, Shroder ha indicado que la batalla por la otra ciudad de la misma provincia, Faluya, «será igual de difícil que la batalla por Ramadi, «dado que el EI ha mantenido su presencia en la ciudad desde enero de 2014 y ha reforzado sus defensas de manera correspondiente».

En cuanto a la reconquista de Mosul, de la que los terroristas se apoderaron en junio de 2014, ‘The New York Times’ reportó a finales de enero que los comandantes estadounidenses consideran las posibilidades de establecer presencia en las bases y puestos avanzados iraquíes al norte de Bagdad antes de la inminente lucha contra el EI en Mosul. «Es cierto que vamos a tener posiciones al norte que permitirán el apoyo de las fuerzas de seguridad iraquíes», anunció el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Joseph F. Dunford hijo. No obstante, Dunford señaló que una de las cuestiones esenciales es cuán cerca los entrenadores y asesores estadounidenses trabajarán con el Ejército iraquí y con los combatientes kurdos de Peshmerga.

A pesar de que en Yemen el año 2015 acabó con una relativa calma, el violento conflicto desatado en marzo del año pasado está lejos de solucionarse. De acuerdo con los datos de la ONU, en los enfrentamientos entre los rebeldes hutíes (un grupo insurgentes zaidí chiíta) y las fuerzas gubernamentales apoyadas por la coalición liderada por Arabia Saudita, han muerto ya casi 6.000 personas.

El 15 de diciembre, entró en vigor un alto el fuego coincidiendo con el inicio de las negociaciones de paz en Suiza, con la mediación de la ONU. No obstante, las conversaciones se acabaron cinco días después y el 2 de enero, la coalición de Arabia Saudita anunció oficialmente el fin de la tregua, que para entonces había sido violada por ambas partes del conflicto. Aunque inicialmente se preveía que las negociaciones se reanudarían el 14 de enero, posteriormente fueron pospuestas hasta después del 20 de enero, pero sin precisar la fecha exacta.

A pesar de que los hutíes llevan gran parte de la responsabilidad por desencadenar el conflicto, la campaña saudita solo consiguió escalar la violencia y resultó contraproducente en gran medida, denuncia ‘Foreign Policy’. Además de las víctimas humanas, la guerra ha destruido la ya débil infraestructura del país, ha profundizado las divisiones políticas y ha introducido las ideas del sectarismo donde antes había pocas o ninguna. Asimismo, el conflicto supone una amenaza para la seguridad de Arabia Saudita al fomentar el crecimiento de las redes de terroristas como Al Qaeda y el Estado Islámico, advierte la revista.

«Para que la paz pueda existir en Yemen, se necesitará al menos un consenso entre Arabia Saudita e Irán», comentó a ‘Time’ Farea Al-Muslimi, un analista yemení y académico visitante del ‘think tank’ Carnegie Middle East Center.

Por otra parte, la ICG advierte que incluso si la ONU consigue negociar un acuerdo para poner fin a los combates, «el camino hacia una paz duradera será largo y difícil». Sin un avance importante, el país seguirá descendiendo hacia la desintegración, la fragmentación territorial y la violencia sectaria. Esta trayectoria podría tener graves consecuencias  para la población yemení y también socavar la seguridad en los países del Golfo, sobre todo en Arabia Saudita, causando una nueva crisis de refugiados y alimentando la radicalización en la región para beneficio de violentos grupos yihadistas, opina la ONG.

Una nueva ola de violencia entre los israelíes y los palestinos surgió tras los enfrentamientos desatados en el Monte del Templo, el tercer lugar más sagrado para los musulmanes donde se sitúa la mezquita Al-Aqsa, en septiembre de 2015. Se informa que la nueva ola de agresiones fue propiciada por los rumores sobre un supuesto plan de modificar los viejos acuerdos para la gestión del lugar.

A lo largo del otoño se produjo un incremento de violencia al registrarse casos de apuñalamientos de civiles casi diarios acompañados de una dura respuesta por parte de las fuerzas de seguridad israelíes, que incluyó el arresto de Hassan Yousef, cofundador y oficial de alto rango de Hamás, reporta Council on Foreign Relations. «La violencia entre los palestinos y los israelíes nos llevará todavía más cerca de una catástrofe si no se acaba inmediatamente», comentó a finales de octubre el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, informó Al Jazeera. El alto cargo también advirtió que la última escalada de la violencia fue «peligrosa en extremo».

En los cuatro últimos meses de violencia, los atacantes palestinos han matado a 25 israelíes utilizando cuchillos, pistolas y coches. Los israelíes han matado casi a un centenar de palestinos, cincuenta de los cuales han sido matados en violentos enfrentamientos mientras Israel despliegue medidas de respuesta cada vez más letales, reporta ‘The Washington Post’.

En este contexto, a finales de enero, el Ministerio de Defensa de Israel aprobó planes para construir 153 nuevas casas en los asentamientos israelíes en Cisjordania, informa AFP. Comentando esta decisión, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon calificó las actividades de asentamiento por parte de Israel de «actos provocadores» que ponen en duda el compromiso del país a una solución de dos Estados.

«Estos actos provocadores seguramente aumentarán el crecimiento de las poblaciones colonas, elevará todavía más las tensiones y socavará cualquier perspectiva para un camino político en adelante», anunció Ban Ki-moon citado por Reuters. «Las actividades de asentamiento continuas son una afrenta para los palestinos y para la comunidad internacional. Con razón suscitan preguntas fundamentales sobre el compromiso de Israel a la solución de dos Estados».

Aparte de la involucración de Turquía en el conflicto sirio, este país también vive una escalada del conflicto interno. Tras el fracaso del alto el fuego, que duró dos años, en julio de 2015, el mayoritariamente kurdo sudeste de Turquía volvió a sumergirse en un conflicto armado entre el Ejército turco y los miembros del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en kurdo), enlistado como una organización terrorista en Turquía. En el centro de la batalla está la ciudad de Diyarbakir, en la que el distrito Sur ha estado viviendo bajo el toque de queda durante semanas. El conflicto ya ha provocado la huida de centenares de personas de esa ciudad turca.

Desde mediados de diciembre de 2015, el Ejército turco intensificó su campaña contra el PKK de modo que según las estimaciones más de 600 personas ya han fallecido desde el inicio de la operación. La Fundación de Derechos Humanos de Turquía ha denunciado que desde agosto, en las zonas donde está vigente el toque de queda, han fallecido al menos 198 civiles, 39 de los cuales eran niños.

Las autoridades afirman que luchan solo contra los milicianos del PKK, y las operaciones van a continuar, según anunció el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, hasta que la zona sea «limpiada» de los milicianos, y sus barricadas y trincheras queden destruidas. «Vais a ser aniquilados en esas casas, esos edificios, esas zanjas que os habéis cavado», anunció Erdogan en diciembre, informa Reuters.

La escalada del conflicto en Turquía lo ha llevado a su punto más violento de las últimas dos décadas. Para evitar que el conflicto etnosectario cause todavía más víctimas en Turquía, es necesario que ambas partes se comprometan de manera urgente a acordar el cese del fuego y volver a sentarse a la mesa de las negociaciones, subraya la ICG. El nuevo gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo debe formular un orden del día de reformas concreto para abordar las demandas por los derechos kurdos, incluida la descentralización y la educación en la lengua materna, indica la ONG.

La situación de seguridad en Egipto se deterioró tras el derrocamiento del presidente Mohammed Morsi, en julio de 2013, a través de un golpe militar. Se estima que desde entonces, han sido asesinados más de 1.000 personas y se estima que otras 40.000 se encuentran encarceladas como resultado de la dura respuesta del gobierno a los islamistas. El país, gobernado actualmente por el presidente Abdel Fattah al Sisi, se enfrenta a las amenazas terroristas constantes, una inestabilidad crónica y una profunda crisis económica.

En cuanto a la amenaza terrorista, una gran preocupación la causa la actividad del grupo Wilayat Sina (Provincia del Sinaí), cuya actividad en la península del Sinaí se intensificó después de que anunciara su lealtad al Estado Islámico en noviembre de 2014. El grupo podría convertirse en otro refugio del EI para llevar a cabo operaciones en Oriente Medio y también en Egipto, aumentando la inestabilidad en el país. Estando situado en el Sinaí, el grupo también supone una amenaza para Israel, advierte Council on Foreign Relations.

A su vez, el Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson opina que los desafíos a los que se ha enfrentado el país desde 2011 «pueden preparar el camino para otra ola revolucionaria, cuyos instrumentos y objetivos finales pueden exceder los de la revolución del 25 de enero de 2011».

¿Por qué Oriente Medio cambiará para siempre?

Región de conflicto constante, Oriente Medio, en su estado actual nació de la mano del Reino Unido y Francia después de la Primera Guerra Mundial. La división arbitraria del territorio del Imperio Otomano plasmada en el acuerdo secreto Sykes-Picot hasta hoy en día sigue siendo uno de los motivos por los que el Oriente Medio actual está plagado de puntos de fricción entre naciones, creadas de manera artificial a base de zonas que tenían poco en común.

Y es por estos motivos históricos que desde hace varios años el mapa político no se corresponde con la realidad, pues no existen ni una Siria ni un Irak unidos, mientras que han aparecido formaciones y cuasi-Estados que no están marcados en el mapa, pero que existen en realidad, explica el periodista e historiador Maksim Artémiev. Oriente Medio ya nunca volverá a ser como antes, opina.

Según el acuerdo mencionado, el territorio que se corresponde actualmente con Jordania, Irak y las áreas en torno a las ciudades de Haifa y Acre quedaría bajo control de Reino Unido; mientras que Francia controlaría el sudeste de Turquía, el norte de Irak, Siria y Líbano.

Siria dividida

Este último país inicialmente fue separado de la parte del territorio francés que en 1926 se convirtió en Siria debido a que allí se intentaba mantener el predominio de los cristianos. Por esta razón, Damasco sigue considerando el Líbano como un territorio sirio que le fue arrebatado ilegalmente.

Aparte del aislamiento artificial de Líbano, Francia entregó a Turquía la provincia de Alejandreta, lo que empeoró a priori las relaciones entre Damasco y Ankara. Latakia fue incluida en el territorio sirio; sin embargo, era una zona habitada principalmente por los alauítas que desde la década de 1960 empezarían a dominar la política de Siria, lo cual desató la hostilidad de los sunitas. El paisaje se complicaba por el hecho de que en el norte de Siria vivían kurdos y turcomanos, mientras que los sirios cristianos se quedaron sin influencia en el Estado, explica el periodista.

El invento británico de Irak 

Al crear Irak, Reino Unido añadió a las tierras árabes de la Mesopotamia, Mosul, gran centro comercial y productor de petróleo, lo cual dio lugar a un conflicto en la frontera con Turquía, que hasta 1925 se negó a reconocer la pérdida de la ciudad. En cuanto a la composición religiosa de la población, dos terceras partes del país eran chiitas y una tercera parte, sunita. Por otra parte, en el norte del país también vivían los kurdos.

Los kurdos resultaron ser el grupo étnico que más perdió después del reparto colonial de Oriente Medio. El pueblo kurdo que, según determinadas estadísticas cuenta con 45 millones de personas, se quedó sin su propio Estado, lo que les llevó a luchar por la autodeterminación.

El caos y el terrorismo como resultado de injerencias e invasiones 

La situación se deterioró gravemente después de que los estadounidenses invadieran Irak en 2003 y estallara la Primavera Árabe en 2011, subraya Artémiev. «El derrocamiento de los ‘regímenes dictatoriales’ significaba la destrucción de la antigua diversidad étnica y religiosa por la que se hizo conocida la región», opina el periodista.

Según el autor, el peor resultado de estas interferencias fue el fortalecimiento de los terroristas. El Estado Islámico se apoderó de vastos territorios de Siria e Irak, incluido Mosul, haciéndose además con el control de los yacimientos de petróleo y los recursos hídricos, sin dejar de cometer atrocidades en ningún momento.

El Kurdistán iraquí dejó de estar bajo el control del Gobierno en Bagdad, mientras que los combatientes kurdos pershmega arrebataron Kirkuk al Estado Islámico en 2014. El hecho de que Bagdad nunca cederá Kirkuk a los kurdos, que a su vez nunca lo devolverán voluntariamente «separa a los árabes de los kurdos y, de hecho, pone fin a la existencia de un Irak unido», cree Artémiev. El periodista subraya que cuando el EI sea derrotado, probablemente los kurdos controlen Mosul, ya que «solo ellos tienen unidades armadas fuertes en esa zona». Mientras tanto, podría producirse en ese caso una invasión a gran escala de los turcos a fin de capturar la ciudad, lo que lo colocaría al borde de una guerra con Irak.

«Sea quien sea el que sustituya a Al Assad en Damasco y Alepo, no va a ser capaz de retomar el curso de tolerancia anterior, en el cual convivían en paz cristianos y musulmanes», advierte Artémiev. Asimismo, los kurdos sirios, opina el periodista, ya no querrán estar bajo control de Damasco. «Por lo tanto, incluso en el caso de la caída del Estado Islámico, Siria no volverá a ser como antes», concluye.

Asia del Sur

Catorce años después de la caída de los talibanes, este grupo sigue siendo una fuerza formidable en Afganistán a pesar de las divisiones internas. Las conversaciones de paz que inició el nuevo gobierno de Ashraf Ghani con los talibanes fracasaron después de que en julio los opositores del diálogo revelaran que su líder, el mulá Omar había muerto en 2013. Los talibanes confirmaron esta información y anunciaron al nuevo líder del grupo, Akhtar Mohamed Mansur.

El mulá Mansur consiguió reforzar su posición a través de una serie de victorias militares, incluida la captura temporal de la ciudad de Kunduz en septiembre, lo cual hace difícil la reanudación de las negociaciones de paz. «Para que las conversaciones tengan éxito, tienen que ser ampliamente lideradas por Afganistán y guiadas más por los intereses del pueblo afgano que por los de los poderosos actores externos como Pakistán o EE.UU.», advierte la ICG.

En 2015 en Afganistán se registraron 3.545 muertes de civiles y 7.457 heridos, siendo el número anual total de víctimas civiles más alto desde 2009.

Los ataques también han puesto en tela de juicio la capacidad del gobierno central de mantener la seguridad en el país tras la retirada de la mayor parte de las tropas internacionales. EE.UU. prevé mantener el nivel de las tropas en 9.800 para la mayor parte del año 2016. A su vez, la misión Apoyo Resuelto de la OTAN planea suministrar apoyo financiero a las fuerzas de seguridad afganas hasta 2020. «Lo que hemos aprendido es que realmente no nos podemos ir», comentó un alto funcionario del Pentágono bajo condición de anonimato a ‘The Washington Post’. «Las fuerzas locales necesitan apoyo aéreo, de la inteligencia y ayuda con la logística. Ellos no van a estar listos en tres o cinco años», añadió.

Al mismo tiempo, a la constante amenaza de los talibanes se le ha sumado la del EI, que ha intentado ganar posiciones en el país y arrebatar milicianos a los talibanes. A lo largo de 2015, varios comandantes de campo del grupo han jurado su lealtad al EI. El 13 de enero, la provincia de Jorasán (la rama local del EI) reivindicó su autoría del atentado suicida que tuvo lugar en la ciudad de Jalalabad cerca de los consulados de India, Pakistán e Irán, dejando siete policías muertos.

Otro foco abierto es el conflicto entre la India y Pakistán, donde la violencia constante en Cachemira y una creciente amenaza de la actividad terrorista por parte de grupos basados en Pakistán mantiene un alto nivel de inseguridad en la región y el riesgo de una grave confrontación militar entre ambos países.

A pesar de que los dos países han mantenido un frágil alto el fuego desde 2003, las partes siguen intercambiando fuego a través de la frontera en disputa, asegurando cada una de ellas que actúa en respuesta a los ataques del país vecino, reporta Council on Foreign Relations.

En diciembre de 2015, el primer ministro indio Narenda Modi y su homólogo pakistaní Nawaz Sharif se reunieron en el marco de la Conferencia sobre el Cambio Climático en París. Esta reunión llevó a una reunión entre los asesores de seguridad nacional de ambos países en Bangkok celebrada unos días después, donde se trató el tema de Cachemira.

Mientras tanto, Pakistán sigue afrontando amenazas significativas de grupos como Tehrik e Taliban Pakistan, entre otros, que está estrechamente vinculado con los talibanes de Afganistán.

 

África

Desde el derrocamiento de Gadafi en 2011, Libia se ve sumergida en un profundo conflicto entre distintos partidos políticos, tribus y milicias que luchan entre sí por el poder y el control de las vastas riquezas de gas y petróleo del país.

El gobierno reconocido internacionalmente, que tras las elecciones de 2014 instaló su Parlamento en Tobruk, solo tiene un control frágil sobre la parte oriental del país, la región de Cirenaica. El segundo poder principal en el conflicto es el Parlamento anterior, el Congreso General Nacional (CGN) que se negó a ceder sus escaños tras las elecciones y, apoyado en distintas milicias islamistas se apoderó de Trípoli, además de otros territorios en el noroeste del país. La alianza de milicias que funciona como las «fuerzas armadas» del CGN se conoce con el nombre Libya Dawn (El Alba de Libia).

El 17 de diciembre de 2015, delegados de los dos parlamentos rivales de Libia, firmaron un acuerdo, con la mediación de la ONU, para formar un gobierno de unidad nacional en Libia. Unos días después, ese acuerdo fue aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU. La ONU y los países occidentales esperan que este acuerdo consiga la estabilidad y ayude a derrotar a los grupos yihadistas, así como controlar el flujo de refugiados a Europa a través del Mediterráneo.

Según el acuerdo, un Consejo Presidencial de nueve miembros debe formar un gobierno, siendo la Cámara de Representantes el órgano legislador principal y el Consejo Estatal el segundo, como una cámara consultativa. Este Consejo Presidencial nombró a los miembros del gobierno, que eran 32, el 19 de enero tras un retraso de 48 horas. Sin embargo, una semana después, el Parlamento de Tobruk votó en contra del gobierno propuesto, y se anunció que un nuevo gobierno sería anunciado en 10 días. El 8 de febrero, el Consejo anunció que necesita una semana más para anunciar el gobierno.

En medio del caos, el EI ha aprovechado el vacío político para ampliar su presencia en Libia. El grupo se apoderó de la ciudad de Sirte, saqueó yacimientos petroleros y ejecutó a un grupo de cristianos egipcios.

«La primera tarea para el nuevo gobierno libio y sus socios internacionales debe ser atraer a aquellos libios que actualmente se oponen al mismo. Como mucho, el acuerdo firmado recientemente debería ser el inicio, y no el final, del proceso de paz», advierte la ICG.

Sudán del Sur, que obtuvo la independencia de Sudán en julio de 2011, lleva más de dos años sumergido en un conflicto que ha causado el desplazamiento de unos 2,2 millones de personas. No obstante, en agosto de 2015, el presidente Salva Kiir Mayardit y el líder de los rebeldes, el ex vicepresidente Riek Machar, firmaron un acuerdo que, entre otros puntos, preveía la formación de un gobierno transicional de unidad nacional que gobernaría el país durante 30 meses. Asimismo, el acuerdo prevé la celebración de elecciones 60 días antes del final del mandato del gobierno transicional.

Otro paso para la resolución del conflicto fue el 7 de enero, cuando las partes enfrentadas acordaron el reparto de ministerios dentro del nuevo gobierno de transición, informa Sudan Tribune. Dieciséis de ellos, incluidos Finanzas, Defensa y Justicia, se designaron para los partidarios de Kiir, y otros diez para los partidarios de Machar, que incluyen Petróleo e Interior. Las cuatro restantes se repartieron entre el resto de facciones. A principios de febrero, Kiir volvió a nombrar a Machar vicepresidente del país.

No obstante, la guerra está lejos de terminarse. «¿Dónde estamos en la implementación del acuerdo de paz? En ninguna parte», ha comentado un alto cargo de la ONU citado por Reuters.

Al mismo tiempo, la ICG advierte de la amenaza de una «guerra multipolar», dado que en el país existen ya más de 24 grupos armados que no están aliados con el gobierno ni tampoco con las fuerzas principales de la oposición. Tanto los actores regionales como los poderes internacionales deben tomar medidas «urgentes y unidas» para instar a los líderes de Sudán del Sur a respetar sus compromisos para la paz y prevenir un catastrófico retorno a la guerra, afirma la ONG.

Las naciones africanas de Nigeria, Níger, Chad y Camerún se enfrentan a una cambiante amenaza proveniente del grupo terrorista Boko Haram, que en seis años de existencia se ha transformado desde un pequeño movimiento insurgente en el norte de Nigeria en una poderosa fuerza capaz de llevar a cabo devastadores ataques en la cuenca del Chad. Más aún, en marzo pasado, Boko Haram prometió su lealtad al EI, aunque la afiliación parece haber tenido un impacto reducido.

Aunque Nigeria sigue siendo el epicentro principal del conflicto, ante la ofensiva lanzada por los gobiernos de la región en apoyo del Ejército nigeriano, Boko Haram ha intensificado sus ataques en Níger, Chad y sobre todo en Camerún. A pesar de la promesa de acabar con el grupo para diciembre hecha por el presidente nigeriano Muhammadu Buhari, que asumió el poder en mayo, este sigue pareciendo un objetivo lejano.

Hasta el momento, los esfuerzos militares han tenido un impacto limitado en la lucha contra el grupo, en parte debido a que los gobiernos regionales siguen sin resolver los factores que están detrás de la radicalización, denuncia la ICG. «Las décadas de corrupción política, los agravios perniciosos, el reducido acceso a los servicios sociales básicos han cultivado una alienación e indignación profunda», comenta la ONG, añadiendo que estos asuntos se complementan por el rápido crecimiento demográfico y la degradación medioambiental.

Una ola de violencia ha invadido la nación africana de Burundi después de que en abril del año pasado, el presidente Pierre Nkurunziza anunciara sus aspiraciones a un tercer mandato y, en julio, ganara las elecciones tras un fallido golpe de Estado que tuvo lugar en mayo. A pesar de que la oposición tachara la decisión de inconstitucional, el Tribunal Constitucional dio la razón a Nkurunziza, que fue el primer presidente electo en unas elecciones democráticas desde el inicio de la guerra civil en 1994.

Desde entonces, el conflicto ha dejado más de 300 muertos y ha provocado una huida masiva de más de 200.000 burundeses a países vecinos. La escalada de violencia suscita temores sobre el retorno a la guerra tras una década de relativa paz. Se estima que en la guerra civil, que terminó en 2005, murieron más de 300.000 personas.

En diciembre de 2015, el Consejo de Paz y Seguridad de la Unión Africana aprobó el despliegue de una Misión de Prevención y Protección Africana en Burundi, medida que fue rechazada por el Gobierno burundés. La Unión Africana llamó a la cooperación entre ambas partes del conflicto, no obstante, las conversaciones de paz previstas para el 6 de enero no se celebraron por falta de consenso en relación con la fecha, según el gobierno.

América Latina

Como consecuencia de los importantes logros conseguidos en el tema de la paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), 2016 podría ser el año en que se ponga el fin al conflicto armado que comenzó hace varias décadas.

Tras varios años de negociaciones en La Habana, entre septiembre y diciembre de 2015, las partes del conflicto consiguieron acuerdos sobre cuatro puntos de la agenda, entre ellos está una reforma agraria integral, la participación política, el narcotráfico y cultivos ilícitos, y el histórico acuerdo sobre las víctimas del conflicto. Además, el presidente Juan Manuel Santos y el líder de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timoleón Jiménez o ‘Timochenko’, también firmaron un histórico acuerdo sobre justicia transicional, que se consideraba un punto clave en las negociaciones de paz.

Entre los temas que aún quedan por acordar está el de fin del conflicto, que incluye un alto del fuego bilateral, y los mecanismos de implementación, verificación y refrendación de los acuerdos.

A finales de enero de 2016, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la creación de una misión especial para «supervisar y verificar el cese del fuego bilateral definitivo y el cese de hostilidades», añadiendo que esta misión durará un año.

Con respecto a esta decisión, la ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, María Ángela Holguín Cuéllar, ha comentado que se trata de una manifestación de compromiso con la solución pacífica de las controversias y ha destacado que el apoyo de sus miembros es fundamental para el éxito del proceso. «Este mandato concreto del Consejo de Seguridad beneficiará a todos los colombianos y contribuirá a crear confianza en un país decidido a superar las consecuencias de un conflicto de décadas y con demasiado sufrimiento por generaciones. Vemos nuestro futuro con optimismo y con fe en nuestra capacidad de reconciliación, fundamental para la renovación de nuestra sociedad», ha anunciado la canciller.

México

México lleva años sumergido en una sangrienta lucha entre los narcocárteles rivales y el gobierno, y a pesar de que se han registrado ciertos avances, el conflicto está lejos de resolverse. Desde la escalada de la violencia entre las organizaciones criminales y las fuerzas gubernamentales en México en 2006, la violencia relacionada con las drogas ha causado la muerte a unos 80.000 soldados mexicanos, agentes de policía, políticos y civiles, reporta Council of Foreign Relations.

Un gran número de delitos no se reportan, mientras que las encuestas muestran que la mayoría de los ciudadanos desconfían tanto de los fiscales como de la policía, reporta la ICG. El propio presidente Enrique Peña Nieto admitió en septiembre de 2015 que el país se enfrenta a una crisis de confianza.

Los funcionarios federales indican la disminución de la tasa de homicidios en los últimos tres años como un logro importante. No obstante, la violencia sigue siendo intensa, de modo que entre enero y diciembre de 2015 en el país se registraron en total 36.126 casos de homicidios, de los que 18.650 fueron dolosos, según los datos publicados por la Secretaría de Gobernación. El estado en el que se ha registrado el mayor número de asesinatos ha sido el de México, donde se han cometido 2.303 crímenes. A continuación, lo siguen Guerrero, con 2.016 homicidios dolosos, Chihuahua, con 1.151 y Jalisco, con 1.149.

«Para romper el ciclo de la violencia, garantizar la justicia para los desaparecidos y llevar el Estado de derecho a una región empobrecida y turbulenta, el gobierno federal debe poner la investigación de las desapariciones no resueltas y otras graves violaciones de los derechos humanos en Guerrero en manos de un fiscal especial independiente respaldado por una comisión internacional con autoridad para participar activamente en los procesos», opina la ICG.

A su vez, Stratfor, empresa estadounidense especializada en servicios de inteligencia y espionaje, pronostica que en 2016 la violencia relacionada con el crimen organizado en México seguirá siendo un asunto importante pero menos grave. Asimismo, Stratfor prevé que en los próximos años continuará la tendencia de descentralización dentro de las organizaciones criminales. «Incluso Los Zetas y el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) inevitablemente se enfrentarán a la misma ruptura que todos los principales grupos criminales. Los homicidios en México podrían empezar a escalar en 2016 a medida que crezcan los conflictos internos dentro de Los Zetas y sus rivalidades con otros grupos criminales y el CJNG afronte una presión continua por parte de la Ciudad de México. Pero es poco probable que tal repunte, en caso de que ocurra del todo, sea duradero», afirma Stratfor.

 

Europa

Para Ucrania, 2015 terminó con la decisión de los líderes de Rusia, Alemania, Francia y Ucrania, el denominado cuarteto de Normandía, de prolongar la vigencia de los acuerdos de Minsk alcanzados un año atrás. «Los líderes han debatido a fondo la aún tensa e inestable situación en el sudeste de Ucrania, en el contexto de la realización de los acuerdos alcanzados en Minsk el 12 de febrero de 2015. Se ha acordado prolongar el plazo de su vigencia hasta el año 2016″, se anunció en un comunicado del Kremlin.

El cuarteto de Normandía subrayó «la necesidad crucial de cumplir con precisión el régimen del alto al fuego en la línea de contacto en Donbass», lo cual «crearía las premisas para llevar a cabo las tareas relacionadas con el avance de la normalización política». En particular, se acordó activar las negociaciones del grupo de contacto destinadas a la adopción de la ley sobre las elecciones locales en las regiones de Donetsk y Lugansk. A los ministros de exteriores de los cuatro países se les ha encargado realizar un análisis detallado, a principios de 2016, del proceso de cumplimiento de los acuerdos de Minsk. También continuarán los contactos directos entre los líderes de los países.

Anteriormente, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrovdestacó la importancia de cumplir al pie de la letra los acuerdos de Minsk y «no permitir los intentos de su revisión». El jefe de la diplomacia rusa hizo hincapié en la necesidad de incluir en la Constitución ucraniana una modificación que contemple un estatus especial para Donbass.

Por otra parte, el viceministro de exteriores de Rusia, Alexéi Meshkov, ha calificado como «inquietante» la situación respecto al cumplimento de los acuerdos de Minsk, sobre la paz entre Kiev y las autodefensas del sudeste de Ucrania señalando que «Kiev aparenta cumplir, pero realmente demora la ejecución de los acuerdos políticos». Meshkov opina que los acuerdos de Minsk presuponen que Kiev ya tendría que haber cumplido la reforma constitucional para descentralizar el país, prohibido la persecución de las personas vinculadas con la lucha en Donbass, aprobado una ley sobre el estatus especial para esa región que convenga a Donetsk y Lugansk y acordar la celebración de elecciones locales allí.

Para el viceministro, Ucrania insinúa que solo puede cumplir esos pasos si cesa completamente el fuego en el sudeste del país, aunque «es evidente» que son los militares ucranianos y los batallones voluntarios, como Azov, los que violan el alto el fuego, algo que «había evidenciado en varias ocasiones incluso la comisión de monitoreo de Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE)». Por este motivo, «existe el peligro de que Kiev intensifique las provocaciones militares de todo tipo e intente crear un pretexto para seguir incumpliendo con sus obligaciones», advierte Alexéi Meshkov.

Asia del Este y Sudeste Asiático

Aunque en los últimos años la disputa con Corea del Norte por su programa nuclear se ha mantenido en un segundo plano, la situación ha cambiado en enero después de que Pionyang anunciara haber probado una bomba de hidrógeno, señalando al mismo tiempo que no recurrirá a armas nucleares a menos que su soberanía se vea amenazada.

La comunidad internacional condenó de inmediato las acciones de Pionyang. El Consejo de Seguridad de la ONU tachó la prueba de una «violación clara» de sus resoluciones y comenzó a trabajar en una resolución sobre nuevas sanciones debido a «la gravedad de esta violación», reporta AP.

«No aceptamos y ni aceptaremos que Corea del Norte sea una potencia nuclear. Acciones como esta prueba solo refuerzan nuestra postura», anunció a su vez el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, en un comunicado del departamento. Unos días después, la Cámara de Representantes de EE.UU. aprobó nuevas medidas para ampliar las sanciones contra Pionyang. Corea del Norte a su vez exigió la firma de un tratado de paz con EE.UU. y el fin de los ejercicios militares conjuntos entre EE.UU. y Corea del Sur para dejar de realizar pruebas nucleares. EE.UU. respondió que para el comienzo de cualquier diálogo, Corea del Norte primero tenía que demostrar a través de sus acciones que tenía intenciones serias sobre la desnuclearización.

Mientras tanto, el 7 de febrero Corea del Norte informó sobre el exitoso lanzamiento del satélite Kwangmyongsong-4 (Estrella Brillante). EE.UU. y Corea del Sur, a su vez, insistieron en que este lanzamiento de prueba forma parte del proyecto de Pionyang para construir un misil balístico de largo alcance. En respuesta, el Consejo de Seguridad de la ONU mantuvo una reunión de urgencia para discutir la prueba de la tecnología de misiles balísticos y subrayó que las acciones de Pionyang, aunque se caractericen «como lanzamiento de satélite», contribuyen al desarrollo de la potencia nuclear de Corea del Norte, y por lo tanto, violan seriamente las resoluciones del Consejo Seguridad de la ONU. A su vez, Barack Obama aprobó nuevas sanciones contra Corea del Norte.

A principios de marzo, en respuesta a la prueba militar y el lanzamiento del cohete con un satélite, el Consejo de Seguridad de la ONUaprobó las sanciones más duras contra Corea del Norte en 20 años. A su vez, Pionyang rechazó esta resolución y manifestó su intención de seguir desarrollando su programa nuclear.

 

¿De dónde puede llegar la amenaza nuclear?

En total, según las estimaciones de Ploughshares Fund, en el mundo hay alrededor de 15.000 municiones nucleares en manos de un reducido grupo de Estados, aunque ponen en peligro varias áreas del mundo. En el mapa, publicado por el portal MapBox, se puede ver la ubicación de portadores de armas nucleares: aviones, bases aéreas, y los objetivos de sus ataques en EE.UU., Rusia, China, Irán, India, Turquía, Israel, Reino Unido y varios países europeos.

 

En 2015, se registró una escalada de la disputa del mar de la China Meridional sobre dos archipiélagos conocidos internacionalmente como las islas Spratly y las islas Paracelso. La soberanía sobre el mar de la China Meridional y sus arrecifes es reclamada por seis países: China, Taiwán, Vietnam, Filipinas, Malasia y Brunéi. EE.UU. también se ha involucrado en el conflicto, expresando su apoyo abierto a sus aliados Filipinas y Vietnam.

La importancia del territorio se explica en gran parte por el hecho de que por este mar pasa la mitad de la mercancía marítima global. Además, el territorio en disputa cuenta con gigantes reservas de petróleo y de gas que, según algunas estimaciones, alcanzan los 5.400 millones de barriles y los 55 billones de metros cúbicos, respectivamente.

Últimamente, China ha intensificado los trabajos de construcción en las islas, aumentando sus territorios con arena. De esta forma China ha creado cinco nuevas islas, cada una con sus aguas territoriales de más de 20 kilómetros y zonas de intereses económicos de más de 300 kilómetros alrededor. Pekín pretende construir puertos, pistas de aterrizaje y otras infraestructuras en las islas. No obstante, no solo China construye objetos estratégicos en los territorios en disputa: desde el 2011 Vietnam ha duplicado el territorio de la isla Sand Cay.

Asimismo,  la situación entre China y EE.UU. se ha vuelto más tensa después de que el 27 de octubre de 2015 EE.UU. enviara el destructor USS Lassen a 22 kilómetros de las islas artificiales en disputa. Pekín calificó esa acción de «amenaza a la soberanía de China» y convocó al embajador estadounidense para que diera explicaciones. El 10 de diciembre, dos bombarderos estadounidenses B-52 penetraron en la zona de 22 kilómetros en torno al archipiélago Spratly. A finales de enero, China denunció que el destructor estadounidense USS Curtis Wilbur había ingresado de manera ilegal en sus aguas territoriales en las aguas pertenecientes al archipiélago Paracelso. Las autoridades chinas convocaron al embajador de EE.UU. por el paso de su destructor, subrayando que las acciones de EE.UU. dañaban «la paz y estabilidad regionales».

En cuanto a las perspectivas para el futuro, un papel importante en el conflicto podría corresponder a Filipinas, cuyo gobierno en 2014 pidió a la ONU arbitrar la disputa de soberanía. En octubre de 2015, un comité de la ONU aceptó hacerlo. El resultado influirá en cómo los demandantes tratan los unos a los otros durante los próximos años incluso si no reconocen el procedimiento de arbitraje, advierte ‘Forbes‘.

Otro foco de conflicto ubicado en Asia que podría tener graves consecuencias para la paz internacional en caso de agravarse es la disputa entre China y Japón por las islas Senkaku (o Diaoyu), administradas por Tokio y reclamadas por Pekín, en el mar de la China Oriental. En diciembre de 2015, la situación entre ambos países se volvió más tensa después de que la guardia fronteriza japonesa detectara el barco chino Haijing 31239, armado con cañones, cerca de las islas.

«La situación en el Mar de China Oriental se está empeorando», cita ‘Financial Times’ a un funcionario del Ministerio de Exteriores de Japón. Las incursiones de este tipo amenazan las relaciones bilaterales que han estado mejorando desde que el presidente chino Xi Jinping y el primer ministro japonés Shinzo Abe se encontraran en Pekín, en el marco de la conferencia de APEC en noviembre de 2014, tras dos años de tensiones.

Ni Lexiong, un experto naval en la Universidad de Ciencias Políticas y de Derecho de Shanghái, ha comentado que las tensiones en el mar de la China Oriental están correlacionadas con las tensiones en el mar de la China Meridional, debido a los temores de que Japón se haya involucrado más en esta última disputa marítima enfocada sobre Vietnam y Filipinas. «China busca incrementar la presión sobre Japón como una distracción del mar de la China Meridional. Mientras tanto, Japón está intentando aprovecharse a la compleja situación en el mar de la China Meridional como una oportunidad para causar problemas en el mar de la China Oriental».

¿Qué pueblos están más dispuestos a arriesgar su vida en una guerra?

Los habitantes de la región de Oriente Medio y Norte de África (MENA) son los más dispuestos a arriesgar su vida para luchar por su patria (83%), mientras que en el caso de Europa Occidental, se trata de tan solo un 25%, según una encuesta realizada por la asociación internacional WIN/Gallup International, especializada en encuestas y la investigación de mercados. En investigación ha participado un total de 62.398 personas.

Los cinco países donde la población está menos dispuesta a luchar por su país en una guerra están Japón (11%), Países Bajos (15%), Alemania (18%), Bélgica (19%) e Italia (20%). En el otro extremo están Marruecos (94%), Fiyi (94%), Pakistán (89%), Vietnam (89%) y Bangladés (86%). Entre otros datos, la encuesta ha averiguado que una mayoría de las mujeres encuestadas en todo el mundo (52%) estaría dispuesta a luchar por su país, frente al 67% entre los hombres. Aquellos ciudadanos con edades comprendidas entre los 18 y 34 años son los más dispuestos a luchar (66%), así como los musulmanes (78%).

En el mapa elaborado a partir de estos datos, el color más oscuro revela el porcentaje mayor de aquellos países donde la población está más dispuesta a luchar por su país, mientras que el color más claro representa a los países donde el porcentaje de ‘defensores de la patria’ es menor.

En la elaboración de este artículo se han utilizado los archivos multimedia de RT, Reuters, Sputnik, AFP
Preparado por Margarita Ilyásova, Iván Sérbinov