LAS FORMAS DE DAR GOLPES DE ESTADO CAMBIAN Y SE ADAPTAN A NUEVOS ESCENARIOS
- La guerra económica constituye un articulado sistema de agresiones financieras dirigidas a afectar la cotidianidad de la población venezolana, su acceso a los bienes básicos de consumo y el poder de compra del salario.
- Para que estas agresiones se hayan desarrollado con tanta eficacia durante más de tres años, se necesita de un gestor empresarial interno para explotar las vulnerabilidades y puntos débiles de la economía que, en nuestro caso, se sintetizan en la excesiva dependencia de los precios internacionales del petróleo para mantener cierta estabilidad económica. Conindustria es el empleado del mes cumpliendo esta tarea.
- Vulnerabilidades que por cierto son logros indiscutibles del «empresariado» venezolano. Que 100 años después de haber tenido el país en sus manos acusa al Gobierno de «no haber tomado» las medidas necesarias para afrontar la crisis. Nunca les preocupó la necesaria diversificación de la economía y sus exportaciones. Demasiado ocupados intentando parecerse en gusto, habla y vestimenta a los perfumados contrabandistas de petróleo, hierro y bauxita que venían desde Estados Unidos y Europa. Hoy remachan lo que siempre les dio flojera hacer.
El verdadero rol de Conindustria
Contraer fuertemente la oferta es un factor primario y elemental para que el resto de las agresiones (cambiarias, financieras y transnacionales) cumplan su función. Representa el golpe inicial extendido en su tiempo de vida e intensidad por ONGs, medios internacionales, instituciones como el FMI y los grandes capitales que manejan las finanzas mundiales.
Fedecámaras (cartel que agrupa a Conindustria y a Consecomercio) no podía darse el lujo de caer en el mismo modus operandi de 2002, llamando a cerrar comercios y empresas para intentar dar un golpe de Estado por la vía rápida.
Conindustria agrupa a 29 grandes sectores industriales, desde el ramo farmacéutico hasta la elaboración de productos alimenticios, así como en ramo textil y tecnológico. La gran mayoría de las empresas afiliadas son corporaciones extranjeras y empresas nacionales de mediano tamaño, las cuales necesitan de los dólares que nunca se han interesado en generar para desarrollar sus operaciones.
Su partida de nacimiento tiene fecha de 1970. Y desde entonces hasta el sol de hoy, el foco de lo que ellos llaman industria lo han orientado a sostener un esquema de dependencia, tanto de materia prima como de repuestos y maquinarias con el extranjero. Conindustria como parte de Fedecámarasconcentra casi a totalidad el oligopólico sector privado comercial, importador y corporativo que realizan actividades económicas del país.
Conindustria representa los intereses de Cargill, Pfizer, Novartis, Polar, Nestlé, Coca-Cola
Hoy ese cartel es dirigido por Juan Pablo Olalquiaga, empresario dedicado a la reventa de pegamento y selladores (a través de la Empresa Simbi) para los dolarizados sectores automotriz y construcción.
Representan los intereses de Cargill, Pfizer, Novartis, Empresas Polar, Nestlé, Coca-Cola, entre otros esperpentos del capitalismo global.
Alfa y omega
Siendo entonces la asignación de divisas por parte del Estado (en su mayoría dólares) el alfa y el omega de la producción e importación de más del 60% de bienes esenciales para el país (medicinas y alimentos) que concentra Conindustria, cualquier incremento debería verse reflejado en un aumento de la oferta por lógica elemental.
En el año 2011, el sector privado capitaneado por Conindustria, en alianza aguas abajo con Consecomercio, recibió 33 mil 513 millones de dólares para importar insumos, materias primas, productos terminados y bienes de capital para satisfacer las demandas del país. Esa cifra representa el 60% de las importaciones totales para ese año, donde la cacareada «escasez» o la inflación no aparecían como temas de preocupación para la población.
En el año 2012, a Conindustria le fueron asignados 39 mil 311 millones de dólares: 5 mil 700 millones de dólares más que el año anterior. Aun recibiendo ese aumento, que debió verse reflejado en un aumento de la oferta de medicamentos y alimentos básicos de 16%, Conindustria afirmó que para ese año, según su propia encuesta de coyuntura industrial, el 40% de las empresas medianas y grandes, sobre todo en lo que corresponde a alimentos y medicinas,habían reducido sus inventarios y su producción, 21% se mantuvo igual y el 25% dijo que no realizaría nuevas inversiones. Tres días antes del último discurso del Comandante Chávez, declaraban con furia que el sector industrial estaba peor que en el año 2007, mostrando claramente el táimin político con respecto a la maniobra.
Palabras más, palabras menos: una buena parte de esos dólares asignadosfueron transferidos hacia el extranjero en perjuicio de las importaciones que debían hacerse para mantener estable la producción de productos de alto consumo nacional. A principios de 2013, según otra encuesta más actualizada,70% de los empresas «observaban» una caída en sus inventarios y líneas de producción. Este daño sólo podría ser comparable con un atentado de una fuerza irregular insurgente hacia una ruta de suministro alimentario o red de empresas, tal como se ha hecho en Siria en la infraestructura petrolera ubicada al este del país.
Quieren los dólares del petróleo, pero sin comprar tan sólo un taladro para Pdvsa. Quieren supuestamente una economía productiva, pero que me la financie el Estado. Así cualquiera.
Allí entran, dado el carácter oligopólico del sector privado en Venezuela, bienes de primera necesidad como pasta, arroz, azúcar, harinas, salsas, medicamentos y otros de mediano y alto grado de procesamiento industrial.
Hasta Luis Vicente León, en su último artículo, reseña cómo las divisas que fueron a parar en el bolsillo del sector privado ha generado la actual situación de escasez. Él dice que es el «modelo de control» para endosarle responsabilidades al Gobierno, pero lo cierto es que con control o sin control los grandes consumidores y bachaqueros de dólares son los mismos que él señala.
Él sabe que Conindustria y Fedecámaras representan mafias corruptas hasta la médula, pero se aferra al control cambiario para hacernos creer que ellos no son tan malos, que eso de andar robando se les va a pasar.
La ganancia está en el fetiche del dinero, no en el valor de un activo específico
Actos de guerra y sus consecuencias
La contracción intencionada del aparato de producción y líneas de importación elementales vía el robo de divisas y la aparición de un flujo de mercancías paralelo diseñado para circular -con carácter de exclusividad- hacia el sector comercio/servicios y al bachaqueo, sólo puede ser interpretado como un acto de guerra. Reducir la producción de un país completo no sólo es una fría estadística, funge como disparador para que la violencia impregne hasta las rutinas económicas más básicas de la gente.
Acto de guerra que se ubica entre su propia condición de estafadores históricos y la sincronía con un momento global de incertidumbre financiera, precios de materias primas por el piso y guerras comerciales por los principales ejes de poder global: tres claves del deterioro del sistema capitalista.
Porque si la pauta que marcan los grandes capitalistas del planeta es la de la riqueza por la trocha de la especulación financiera, es lógico que un cartel dirigido por un revendedor de pegatanque le importe más cuánto papel moneda digital guarda en un banco extranjero que una infraestructura industrial que requiere asumir riesgos y costos para mantener. La ganancia está en el fetiche del dinero, no en el valor de un activo específico.
Cuando producir azúcar sea igual de rentable que invertir en condominios y negocios inmobilarios en el extranjero, entonces se verá el queso a la tostada de «producir» (bajo el mismo formato dependiente) en Venezuela. La plusvalía generada en otras ramas especulativas debe también indexarse al alimento. Nadie produce para no acumular ganancias indefinidamente. En ese principio chocan los frentes Wall Street, las corporaciones, Olalquiaga y el bachaqueo a distintas escalas.
Efecto multiplicador
El robo generado por Conindustria en 2012 tiene en el petróleo a precios bajos su efecto multiplicador para intensificar una oferta que ya venía en picada, dada la imposibilidad del Estado para medianamente restituir la capacidad de importación por vía propia. Dólar Today (valla publicitaria de la clase capitalista transnacional) completó la asfixia por el lado del salario, promoviendo el desarrollo de una economía paralela que amasa capital transformando sobras en productos de lujo.
Hoy estos actores hablan de una «economía robusta», que pueda explotar las potencialidades de Venezuela. Pero eso sí, con mis dólares no, esos están en negocios muchos más importantes que en traer divisas y capitales al país. Como si no tuvieran nada que ver.
Estos primeros seis meses representaron una agudización extrema de este plan contra el país. Que hoy estemos de pie, dando lecciones de dignidad internacional y soportando un inédito asedio por parte de actores económicos de peso, expone la misma falla de origen que tuvieron en el año 2002: no contar con un chavismo despierto, en permanente movimiento.
Es ahí, y no en los precios del petróleo, donde está nuestro principal aliento para coger impulso.