Caracas, 7 de julio de 2016.- El contraste es grosero: mientras miles de venezolanos hacen largas colas para comprar alimentos a precios regulados, las clases más pudientes se ahorran el esfuerzo con sus ingentes cantidades de dinero para que la comida llegue a sus despensas hasta por delivery.

No saben lo que significa pasar todo el día en una cola para conseguir alimentos a precios regulados, compran por pacas todo lo que necesitan y hasta se dan el lujo de viajar en avioneta privada para surtir sus despensas en el Caribe. Es la clase alta venezolana, que padece la crisis sólo por redes sociales.

Un reportaje de la BBC publicado el pasado miércoles habla de ese otro país «donde los cumpleaños se siguen festejando con whisky 18 años, donde una quinceañera le traen a los músicos J. Balvin y Farruko para su fiesta y donde una señora celebra con amigas con un concierto privado de Luis Miguel».

Mientras la mayoría de los venezolanos hace largas filas para obtener los alimentos de primera necesidad a precios regulados, la clase alta puede gastar ingentes cantidades de dinero a los ‘bachaqueros’, es decir, a quienes contrabandean esos rubros para revenderlos hasta con mil por ciento de ganancia.

Las modalidades de expendio de los bachaqueros ‘high profile’ van desde ofertas en redes sociales y grupos de whatsapp, hasta portales en internet como Mercadobook, donde se pueden adquirir sin problema los productos de la cesta básica con entrega a domicilio, destaca una nota de diario ‘El Impulso’.

Muchos rostros de la farándula nacional, que en el exterior apoyan campañas para decir que en el país hay una «crisis humanitaria», exhiben sus mensajes de satisfacción en redes sociales por hacer sus compras sin pasar ni minuto de calor en las colas pantagruélicas para adquirir leche, harina de maíz, azúcar, aceite, mantequilla o el resto de rubros básicos. Sí, básicos, porque los otros no escasean.

No obstante, quienes pueden comprar productos bajo la modalidad ‘delivery’ los pagan hasta 3200% más costoso que el precio oficial.

Un reportaje publicado por el portal web Mensaje Directo refiere que, por ejemplo, la carne de primera se expende entre 7.000 y 7.300 bolívares cuando está regulada en 250 bolívares por kilogramo.

En semanas recientes, unas fotografías conmocionaron a los sectores más pudientes del país y fueron censuradas en la gran prensa en España.

El empresario vasco Agustín Otxotorena dejó en evidencia que los más ricos no padecen la crisis al publicar varias gráficas de los abastecidos anaqueles de automercados de alta gama, rebosantes de jamones ibéricos, delicateses y whisky mayor de edad.

«Hay más escasez de productos regulados, eso es lo que yo he estado diciendo. La gente rica tiene de todo. No tiene que ir al supermercado, llama y se lo llevan a casa (…) ¿quién está padeciendo más? la clase media y media-baja, porque hasta ahora no tenían que recurrir a las ayudas sociales», dijo recientemente en entrevista a RT.

Otxotorena pagó caro su «atrevimiento». Además de la censura del diario ABC, caracterizado por sus críticas furibundas a Venezuela por supuestamente «limitar» la libertad de expresión, el empresario recibió amenazas por Twitter, Facebook y hasta en su entorno familiar.

La reacción era de esperarse. Los sectores más acaudalados del país son los mismos que siempre se opusieron al gobierno socialista de Hugo Chávez y ahora adversan al presidente Nicolás Maduro.

Las figuras prominentes de esa burguesía, que por un lado hacen «activismo político» con la bandera de una supuesta «crisis humanitaria» y recolectan alimentos y medicinas en sus frecuentes viajes al exterior, por el otro engalanan las portadas de las revistas de sociedad para exhibir su ostentoso modo de vida, como ocurre con la esposa de Leopoldo López, Lilian Tintori, o Dora D’Agostino, la esposa del presidente de la Asamblea Nacional (AN), Henry Ramos Allup.

Así, mientras las mayorías padecen los embates de una crisis económica, generada por la caída de los precios del petróleo en un país rentista, los privilegiados de siempre mantienen su estatus y pasan del largo, aunque, como de costumbre, son los primeros en indignarse./YU/XN