Como promedio, durante 40 años, cada 82 días se intentó asesinar a Fidel. Foto: Archivo de JR
Más de 600 complots homicidas se planearon contra el líder cubano Fidel Castro. La participación del pueblo fue vital en su desmantelamiento
Fidel Castro ha sido el líder político más perseguido en la historia contemporánea y probablemente en la universal. Varias centenas de complots homicidas han sido planeados en su contra, algo probado en documentos oficiales desclasificados por el Gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, como para restar importancia a la gravedad de estas acciones, políticos de ese país han afirmado que los atentados planeados fueron solo unos pocos, como si uno no bastara para hacer de ello algo deleznable.
La CIA norteamericana no solo fue responsable de estos complots, sino también contrató al «sindicato del crimen organizado» (la mafia) para iguales fines, algo inaudito y sin precedentes históricos.
También desplegó intensas campañas de «guerra sicológica» para la consecución del crimen, lo que trajo como resultado que cientos de contrarrevolucionarios de origen cubano, unas veces con los medios entregados por ellos y otras influidos por las campañas realizadas, se propusieran asesinar al dirigente cubano.
Un ejemplo de lo anterior fue la «operación botín» desencadenada por Estados Unidos a través de su emisora oficial La voz de las Américas, en la cual en una programación1 dirigida a Cuba, puso precio a las cabezas de los dirigentes cubanos, especialmente a la de Fidel.
En ocasiones se ha pretendido remitir el éxito de tales resultados a la labor de los organismos de seguridad cubanos; sin embargo, en honor a la verdad, la participación popular en su desmantelamiento fue vital, sin detrimento de la eficiencia del Servicio, a lo cual habría que sumar la intuición de Fidel para descubrir las emboscadas, que no pocas veces lo libró del crimen planificado.
Las investigaciones realizadas han permitido documentar que, en total, fueron conocidos por los servicios de seguridad cubanos 634 complots homicidas durante el período 1958-2000, en diferentes estadios de planificación; sin mencionar los que no fueron descubiertos y abortaron por cuestiones ajenas a la intención de sus planificadores.
De ese conjunto, 167 fueron proyectos homicidas que se encontraban en fase de ejecución al momento de ser desmantelados y que contaron con los medios, oportunidad y ejecutores determinados a ello y que fracasaron por la acción de los servicios de seguridad o por la cobardía de los autores y que fueron descubiertos posteriormente.
Profundizando en el estudio de ellos, hoy los podemos analizar desde otra perspectiva y vincularlos a la trayectoria política y revolucionaria de Fidel y a las posibilidades del enemigo para cometer el crimen. Para tales fines hemos tomado como punto de partida el 26 de julio de 1953.
Así, los complots homicidas se podrán caracterizar por el momento histórico que transita el proceso cubano, es decir los escenarios socio-político-económicos existentes, que definirán además los enemigos.
El período que comienza con el asalto al cuartel Moncada, el exilio en México y más tarde la lucha en la Sierra Maestra y el derrocamiento de la dictadura de Batista, agrupa los intentos de envenenamiento mientras estaba preso en Boniato; luego, la cacería iniciada tras la libertad obtenida en 1955, seguida del exilio en México, donde agentes de la CIA como John Maples Spiritto vi-gilaban sus movimientos, y finalmente los fallidos intentos en la Sierra, donde primero Eutimio Guerra y posteriormente a finales de 1958 el norteamericano Alan Robert Nye, actuando por orientaciones del FBI y la policía batistiana, intentarían su asesinato para frustrar la revolución en curso.
Un segundo corte se inicia con el triunfo de la Revolución y se extiende hasta abril de 1961 y se corresponde con el proceso de implementación del programa del Moncada.
Este período estará caracterizado por dos importantes complots contrarrevolucionarios: la conspiración trujillista y la de Huber Matos, ambas con los mismos fines y apoyo norteamericano, pero con inspiraciones diferentes. La primera, integrada por batistianos exilados, casquitos, oligarcas nativos y renegados, dirigidos por el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, con el fin de reinstalar el régimen anterior en Cuba, mientras que la otra, organizada por disidentes de la Revolución que aun ostentando los cargos y atributos otorgados pretendían mediante una asonada militar presionar a Fidel para desembarazarse de los «izquierdistas» del Ejército Rebelde. Esta etapa está descrita en una interesante conclusión del Departamento de Estado norteamericano que caracterizaba así el período transcurrido:
«(…) el período de enero a marzo (1959) puede ser caracterizado como la luna de miel con el gobierno de Castro. En abril se hizo evidente un giro descendente en las relaciones… En junio habíamos tomado la decisión de que no era posible alcanzar nuestros objetivos con Castro en el poder y acordamos acometer el programa referido por Mr. Marchant (subsecretario Livingston Marchant). En julio y agosto habíamos estado delineando un programa para reemplazar a Castro. No obstante, algunas compañías en Estados Unidos nos informaron durante ese tiempo que estaban alcanzando algunos progresos en las negociaciones, un factor que nos causó atraso en la implementación de nuestro programa. Las esperanzas expresadas por estas compañías no se materializaron. Octubre fue un período de clarificación. El 31 de octubre, de acuerdo con la CIA, el Departamento sugirió al Presidente la aprobación de un programa en correspondencia con lo referido por Mr. Marchant. El programa aprobado nos autorizó a apoyar a los elementos que en Cuba se oponían al gobierno de Castro, mientras se hacía que la caída de Castro fuera vista como resultado de sus propios errores…». 2
En los comienzos de 1960, la CIA, hasta entonces envuelta en conspiraciones de rosablanqueros y renegados, decide formar una Fuerza de Tarea para derrocar al Gobierno cubano, integrada por sus mejores expertos provenientes del golpe contra Jacobo Arbenz en Guatemala, al tiempo que el coronel JC. King, jefe de la División para América Latina, recomendaba:
«En Cuba existe una dictadura de extrema izquierda que si se le permite mantenerse, estimularía actividades similares contra posesiones norteamericanas en otros países latinoamericanos… Se debe analizar a fondo la eliminación de Fidel Castro. Ninguno de los que están cerca de él, como su hermano Raúl o su compañero Che Guevara, atraen a las masas de manera tan hipnótica. Muchos conocedores piensan que la desaparición de Fidel aceleraría considerablemente la caída del actual gobierno…».
En este período, la Agencia contratará a la mafia norteamericana, para que al mejor estilo hollywoodense asesine al líder cubano. Para tales fines, oficiales de la CIA contratarían a la mafia de Chicago y Florida, una encabezada por Sam Giancana y John Rosselli y la otra por Santos Traficante Jr.3; además pondrán sus modernos laboratorios a inventar venenos, tabacos explosivos, polvos depilatorios, etc., para facilitar la misión a sus nuevos aliados.
En 1961, después de la victoria de Girón y con el Socialismo proclamado, la CIA incrementará los recursos y medios para esta misión, creando en enero de ese año un departamento denominado ZR/Rifle, exclusivamente con el propósito de asesinar a Fidel, con lo que se inicia una nueva fase.
Entre las operaciones más importantes de entonces estuvieron las proyectadas en julio de 1961 para asesinar a Fidel y a Raúl, en la capital y Santiago, respectivamente, en el marco de una operación de autoprovocación en la base norteamericana de Guantánamo; luego el conocido complot de la Terraza Norte del Palacio Presidencial, donde proyectaban disparar con una bazuka al líder revolucionario; después, en 1963, el intento de envenenamiento en el Hotel Habana Libre y finalmente el organizado por la CIA por mediación del ex comandante Rolando Cubela Secades, quien debía asesinar a Fidel por medio de un poderoso veneno y propiciar, simultáneamente, un golpe militar en el país.
En 1966 la contrarrevolución interna fue derrotada definitivamente, con la desaparición de sus bases de sustentación; sin embargo los complots, las conspiraciones y los planes de atentado aumentaron. Miles de horas radiales, propaganda escrita, rumores y todo medio de difusión fueron utilizados para estimular la eliminación física de Fidel Castro. Solo la vigilancia popular, la solidaridad, el instinto del jefe revolucionario, además de la moderna y confiable protección de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior, impidieron tales pretensiones.
La cuarta etapa, que se inicia en los comienzos de los 70 hasta finales de siglo, va a encontrar a la Seguridad cubana en condiciones de penetrar los centros terroristas de la CIA y así poder neutralizar varios de los complots homicidas. Entre los más destacados de entonces se encontraron el de Chile, cuando en 1971 Fidel visitó aquel país y luego más tarde, cuando en 1976 la CIA supuso que el dirigente cubano viajaría a la proclamación de independencia de la República Popular de Angola, donde se pretendía derribar el avión donde viajaría, hecho que fue denunciado por Fidel en ocasión del acto popular realizado en la despedida de duelo de las víctimas del avión cubano dinamitado en pleno vuelo al despegar de la Isla de Barbados.
A partir de entonces la CIA y sus aliados comenzaron una cacería internacional para aprovechar los viajes del líder cubano y ejecutar el crimen. Probablemente el más sobresaliente de los complots de entonces y que caracteriza aquella etapa ocurrió en noviembre de 2000, durante la X Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica, que se desarrolló en Panamá, en el cual se planeó colocar una potente bomba en el paraninfo de la Universidad de ese país donde el dirigente cubano haría uso de la palabra.
Resumiendo, en el transcurso de 40 años se planearon más de 600 complots homicidas contra Fidel Castro, de los cuales más de un centenar al momento de su desarticulación contaban con los medios, recursos y la oportunidad para ejecutarlos. En otras cifras, durante 40 años, cada 82 días se intentó asesinar al líder cubano. Si no es récord es un buen average.
Y hoy, vísperas de su cumpleaños 90, de luchas y victorias, sirvan estas líneas para rendir homenaje a este, nuestro Fidel, gladiador invicto de la historia contemporánea americana y mundial.
(Tomado de La pupila insomne)
Notas:
1 «Cita con Cuba».
2 Roy Rubotton, asistente del Secretario de Estado.
3 Santos Traficante Jr. fue el representante de las familias mafiosas norteamericanas en Cuba hasta 1959.