El burkini, nueva polémica que refuerza el machismo occidental

Francia no ataca la vestimenta de la mujer musulmana para defender su libertad, sino para proteger intereses propios, señaló el analista internacional Iñaki Gil.

El primer ministro de Francia, Manuel Valls, ratificó este miércoles su apoyo a las localidades que prohíben el uso del burkini, con el pretexto de que este traje de baño reafirma la «esclavitud de las mujeres» y, por lo tanto, es incompatible con los valores franceses de libertad e igualdad. Sin embargo, el primer ministro considera que no es necesario crear una ley nacional sobre la prenda.

La polémica sobre este bañador saltó a la vista a principios de agosto cuando se conoció la iniciativa de la Organización No Gubernamental Smile 13 de celebrar en un parque acuático, cercano a Marsella, un día de piscina para que las mujeres musulmanas usaran el burkini.

La oleada de reacciones contra dicha iniciativa llevó a la paralización de la celebración en el parque. Tres días más tarde, Cannes se proclamaba en contra del bañador.

La Liga de los Derechos Humanos (LDH) y el Colectivo contra la Islamofobia en Francia (CCIF) llevaron ante los tribunales esa ordenanza pero la Justifica respaldó la opinión de las autoridades francesas que aseguran que «el burkini es una señal de adhesión al yihadismo». Además, el primer ministro francés define al burkini como un símbolo de «un proyecto de contra-sociedad, fundado en el sometimiento de la mujer».

Según el analista internacional e intelectual vasco Iñaki Gil, «bajo la excusa de defender el derecho de toda mujer a mostrar las partes de su cuerpo que ella quiera, se ocultan intereses de la burguesía francesa, el primer interés es continuar con la propaganda de la islamofobia, del enemigo ajeno, del peligro que corre la economía del estado Francés y el segundo interés es el del machismo de los hombres franceses contra las mujeres francesas, el mensaje es claro: no protesten porque hay mujeres que están peor que ustedes«.

Existe un mensaje por parte de los alcaldes de derecha franceses hacia las mujeres, «los hombres le dicen a las mujeres: ¿lo ven? Disfrutan de unas condiciones mejores que las mujeres musulmanas y todavía protestan contra nosotros, los que las defendemos». De esta manera, «el machismo se justifica a sí mismo», explica Gil.

Países como Bélgica, Holanda, Italia, Francia prohíben el uso de la burka bajo la premisa de que este vestuario socava la libertad de la mujer. Sin embargo, los países de la Unión Europea «atacan la vestimenta de la mujer musulmana porque creen que la burka corresponde a sectores más conservadores y machistas del Islam, y esto es verdad», señala el analista vasco.

Igualmente, agrega que «es una verdad pequeña manipulada con base en los intereses del imperialismo europeo, en este caso francés. El Estado Islámico no representa una amenaza para Europa porque ya lo están venciendo».

Existen muchas culturas adscritas al Islam, dentro de ellas existen grupos radicales que adoptan prácticas con las cuales muchos islamitas no están de acuerdo. Por ejemplo, «la ablación, practicada en África central, no aparece en el Corán, solo fue recogida por un grupo radical».