El desabastecimiento de medicinas tiene en el sector empresarial local y transnacional el principal responsable, aunque estos capos nieguen la guerra farmacéutica contra Venezuela. El Gobierno Bolivariano ha asumido la tarea histórica de resolver el drama de la salud, con el aval de las organizaciones revolucionarias, en el país con las corporaciones en contra.
Nunca ha sido mayor la preocupación por parte del ejecutivo en la historia de Venezuela de generar una industria química independiente y soberana del gran capital transnacional. La actual guerra farmacéutica que han impuesto la Cámara Venezolana de la Industria Farmacéutica y demás organismos «empresariales» del sector ha condenado a la población venezolana a doblegarse ante el beneficio del relato de la «crisis humanitaria».
Con 70 años de antigüedad, la estructura de las farmacéuticas en Venezuela es foránea y por tanto sería un exabrupto considerar a las corporaciones europeas y estadounidenses de la salud una fuente venezolana de producción. Pfizer, Merck, Abbot, Bayer-Monsanto, Novartis, entre otras, componen el entramado transnacional que tienen como objetivo el beneficio propio por sobre el bienestar de la población.
Ya Misión Verdad ha explicado la composición transnacional del sector farmacéutico en Venezuela, pero vale recalcar que como los demás sectores de la economía local comandadas desde Fedecámaras, lo que localmente es nombrado como «producción nacional de medicamentos» consiste básicamente en el lucrativo negocio de empaquetar y distribuir medicamentos importados o bien en la importación de materias primas para «producir» medicamentos sin mayor generación de valor agregado.
El mercado farmacéutico no existe
Existe un mito generalizado en el que por cantidad producida e importada, el abastecimiento de medicamentos en el país debería copar cada rincón de farmacias y boticarios. Este mito se derrumba al entender que los actores involucrados en este sector son los mismo que sabotean la vida económica del país desde hace años.
Eso que llaman el mercado farmacéutico en realidad es un monopolio controlado por los Farmatodo y Farmahorro de la cuadra y sus distribuidoras, que fungen como agencias del emporio transnacional anteriormente mencionado.
Apenas un caso sirve para entender lo dicho: el 13 de mayo de 2015, en el estado Zulia, se incautaron 14 millones de medicamentos vencidos a la importadora SM Pharma que se encontraban acaparados en sus galpones. Esta «empresa» recibió más de 4 millones de dólares durante el año 2014 por parte del Estado venezolano y sus principales proveedores (los verdaderos beneficiarios de estos dólares) eran Bayer-Monsanto y Pfizer.
Un reciente estudio sobre el abastecimiento de medicinas de la profesora Pascualina Curcio indica que los informes anuales de las empresas del sector dictan que sólo 10 “empresas†reciben 50% de las divisas asignadas al sector, y 80% de las divisas se entregó a no más de 40 «empresas» para la importación.
La salud, mucho menos en revolución, no se vende
Estas «empresas» representan nada más el 50% de la importación, producción y distribución de las medicinas en Venezuela. Asimismo dice Curcio: «Esas empresas tampoco registraron descenso de ventas en los últimos años y en algunos casos hasta aumentaron su facturación, sin embargo, en las farmacias se registró desabastecimiento en los productos que esas compañías comercializan».
Otro dato que aporta Curcio es la inexistente correlación entre el aumento de dólares para importación de medicamentos y la cantidad de kilogramos importados de los productos: «Entre 2003 y hasta 2014 las importaciones de productos farmacéuticos medidas en dólares aumentaron 463%, no obstante, en kilogramos, el aumento fue solo 44%», lo que «implica que el costo promedio de cada kilogramo importado aumentó 290% al pasar de 22,24 dólares en 2003 a 86,80 dólares en 2014, es decir, costaron cuatro veces más».
La fuga de dólares, como se nota, ha sido una constante en el tejido de los hilos económicos de la guerra contra Venezuela. Los dueños del mercado se ocupan de que las medicinas no lleguen a las farmacias mientras se enriquecen a costa del Estado venezolano.
Barrio Adentro como fin del chantaje
La alternativa real para los venezolanos sigue siendo la Misión Barrio Adentro, que en todos estos años con más de 6 mil puntos de consulta y consultorios populares desplegados en todo el país ha realizado más de 761 millones de consultas médicas gratuitas al pueblo venezolano.
Con el nuevo impulso dado por el presidente Nicolás Maduro desde la instalación del motor farmacéutico, con «alianzas productivas» con sectores internos e internacionales, se ha propuesto resolver el drama de la salud que viven actualmente los venezolanos que dependen de los medicamentos que niegan estos carteles con fines destituyentes.
Aunque se ha hecho un fuerte autocrítica con respecto a las desavenencias del 0800SALUD desde el gobierno nacional, el presidente Maduro ha declarado que la distribución de medicinas para el pueblo venezolano debe estar en manos de la misma población a través de las organizaciones revolucionarias, desconfiando totalmente de los carteles que comandan la guerra farmacéutica contra Venezuela.
Parece acertado retomar el espíritu comunitario que se fomenta alrededor de Barrio Adentro, a lo profundo del territorio venezolano. Las áreas de salud integral comunitaria deben abrirse a posibilidades de distribución al detal de medicamentos en los barrios, con la Contraloría Social de timón en el sector, como lo concibió Hugo Chávez.
Este nuevo impulso a la Misión Barrio Adentro debe servir para ese empoderamiento, allí donde los antros de corrupción y chantaje del sector farmacéutico transnacionalizado no pueden llegar.
Porque la salud, mucho menos en revolución, no se vende.