La sesión convocada por la mayoría opositora en la Asamblea Nacional (AN) el día de ayer, domingo 23 de octubre, fue todo menos «ordinaria», como la pretendió reconvertir nominalmente el aparato político-mediático agendado en el proceso disruptivo que, desde el primer momento, se ha intentado ejecutar desde el poder legislativo.
Y para que quedemos claros antes de empezar, la atribución real de una sesión «extraordinaria» no se debe automáticamente a lo sucedido en la sede legislativa en el centro de Caracas esa tarde, sino al propósito específico por la cual fue convocada.
La razón de fondo para llamar «sesión ordinaria» a lo que consistió en el punto de partida de un nuevo proceso golpista en Venezuela, no era más que un aspecto procedimental dentro de ese esquema, puesto que de esta forma, en la elaboración del mensaje que originalmente se buscaba, la oposición dentro de la AN intentó transmitir la idea de que se trataba solamente de un día más de trabajo, y que, encomiados por las necesidades patrias, la «trabajadora» oposición venezolana se encontraba objetivamente obligada a «interceder» por el «clamor popular» traducido, según esa lógica, en lo único que había podido salvarnos del abismo: la realización, este 2016 como sea, cuando sea y porque sí, del Referendo Revocatorio (RR).
Y esto presuntamente asumido como una «razón objetiva», parte de su trabajo abocado, exclusivamente, según dicen, a la salvación nacional.
¿Quién invoca qué contra quién?
Ahora entendámonos: el poder legislativo que mayor cantidad de sesiones caídas por falta de quórum (12 suspensiones nada más hasta agosto) en toda la historia de la V República, por primera vez bajo una abrumadora mayoría opositora, de repente decidió convocar una reunión «ordinaria», es decir, de rutina, un domingo en la tarde, estando el presidente de gira, para decretar la ruptura del hilo constitucional, declararse en rebelión contra los restantes cuatro poderes del Estado, solicitar un juicio político al primer mandatario, exhortar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) a desconocer a su Comandante en Jefe, clamar por la intervención extranjera y extender el llamado «al pueblo venezolano» a la «defensa activa constante y valiente (sic)» de la Constitución.
#Destacado Conozca los puntos del acuerdo aprobado hoy por la Asamblea Nacional para restituir el orden constitucional:
Defina usted, dentro del disonante contexto que ha caracterizado la división verbo-acción de los operadores de la MUD a lo largo de este año, lo que quisieron decir con «defensa activa constante y valiente» (sin tener la decencia de agregarle una coma) en el momento actual.
Para eso, repasemos el 1,2,3 de las acontecimientos de los últimos días: por vicios procedimentales de todo pelaje, tribunales penales a nivel regional suspendieron la recolección del 20% de las firmas que, según definió el Consejo Nacional Electoral (CNE), debía recolectarse en todos los estados para activar el proceso. Producto del cúmulo de irregularidades, el CNE se vio obligado a congelar el proceso que debía concretar un paso decisivo para convocar al Referendo.
El sábado 22, un día antes de la presunta «sesión ordinaria», el diputado Diosdado Cabello, en rueda de prensa del PSUV, anticipó la maniobra «legislativa» de ayer, señalando que como tal formaba parte de una operación de mayor envergadura, que, una vez más, involucraba un plan complementario de acciones violentas y disruptivas con los que debería intensificarse la agenda de fractura general, que, «caos creativo» mediante, volvería a enfilar la situación del momento hacia el «cambio de régimen».
Hecho que invariablemente debía ser coronado y consolidado al ofrecer todas las claves narrativas al corretaje mediático nacional e internacional, que decretara, ahora sí, por fin virgensantísima, que tomando en cuenta los últimos sucesos en la política, le urgió decretar que Venezuela Bolivariana ahora sí que de verdad que vive bajo una dictadura con todas sus letras.
Y ya cerrando este punto y pasando al siguiente, aparece la pregunta de rigor: ¿Entonces la suma voluntaria, deliberada y consciente de irregularidades, ilícitos, vulgares trampas con la que ellos mismos viciaron el procedimiento que por ley habilita el proceso revocatorio a lo largo de meses era el objetivo y no el referendo mismo como vía estrictamente política para «resolver el problema»?
¿O por el contrario todo lo relativo al RR no era más que el elemento táctico que condujera, precisamente, hasta este punto en el que según los cálculos de la MUD (es un decir) se privilegiara la certificación tácita de un «régimen dictatorial» que otorgare legitimidad a la combinación de todas las formas de lucha, ahora moral y «legalmente» aceptado como un enfrentamiento genuino, para desplazar justamente la acción política como mecanismo de resolución del conflicto y el enfrentamiento?
Sí. Y así lo ha venido denunciando sistemáticamente Misión Verdad desde que se le dio inicio al año legislativo 2016, de forma reiterada.
Guerra híbrida (GNC+Revolución de Colores), relato y verdad política
Que lo estrictamente político sea un elemento accesorial más que el verdadero centro mismo de las acciones de la MUD no es nada nuevo. Lo novedoso, marca 2016, radica en la exacerbación entre eso que llaman político y su estricta función en el plano mediático.
Una cosa es la realidad y otra la que dice la mediocracia local
Porque el golpe continuado no se ha ejecutado políticamente sino por líneas estrictamente mediáticas como principio generalizador, y como nutriente esencial las acciones concretas de sabotaje económico y en materia de seguridad (y violencia).
El hecho político, como otro elemento resultante del mediático que lo conjuga con la guerra no convencional (con acciones de guerra «no-militares», según el argot), ha sido el plano general de la ejecución de todo lo demás.
Pero como el resto de los factores, es una parte que hace al todo mediático, ese conjunto de elementos que según la Doctrina de Dominación de Espectro Completo del Pentágono funciona en tanto a los elementos que moldean el campo de batalla informativo. Lo estrictamente político (los presuntos motivos de acción de la AN) siguen siendo secundarios para los objetivos reales, concretos y fallidamente inconfesados.
Porque en el estricto plano de la acción concreta, el panorama narrativo que se quiere vender como único se resquebraja:
- ni en lo que se supone su momento álgido, han catalizado el malestar en acciones de calle masiva;
- nada de lo decretado o legislado por la AN (en desacato desde julio) se ha cristalizado en la práctica o ha tenido incidencia sobre el resto de los poderes;
- la oferta de mejora de la calidad de vida de la población ante la crisis la subordinan al tópico del momento sin excepción (la campaña electoral de 2015, la ley de amnistía, la Carta Democrática en la OEA, el RR, etc.) sin verdaderamente hacer nada por la situación que no sea el obstruccionismo sistemático;
- el empobrecimiento del discurso de los líderes no logra esquivar el agotamiento y la falta de sustancia política que los califique como dirigentes;
- al día de hoy no ha sido la AN la que se ha anotado tanto político alguno contra el gobierno, todos han provenido por la vía económica, que a su vez le da sostén al argumentario de la derecha en el presente círculo vicioso;
- e internacionalmente no se ha concretado cerco político alguno, financiero a medias, y el final de año era para encontrar a Venezuela en condiciones de penuria aún más violentas y devastadoras que las que se viven actualmente.
De ahí que ante esa lista de reveses y derrotas estratégicas, evidencien el último recurso: intentar cerrar el relato mediático para poner a toda la cuestión venezolana a remolque por la única vía que se podría seguir insistiendo: la intervención extranjera, irregular y económica, política y diplomática, cultural y mediática. La MUD se vio obligada de nuevo a delegarlo todo a falta de agencia propia.
La AN, por fin, logró despejar todo artificio retórico y situarse en el punto exacto para el que fue destinado desde el principio de todo esto: diametralmente opuesto como antagonista, enfrentado al resto del Estado y el gobierno, como cabeza de playa del desembarco extranjero. Como un recurso de la guerra, y al carajo ya cualquier excusa de márketing político: el RR nunca fue la prioridad, el actual desorden sí. De ahí que es totalmente irrelevante la forma «política» que ahora tome el acoso del golpe permanente.
En términos de estricta percepción (mientras no olvidamos que un golpe de Estado es un asunto esencialmente técnico, y el RR un tecnicismo más), la acción del 22 de octubre operó desde el principio de «adición de realidad»: no es la opción política, sino la ilusión de una opción política con el propósito central de engordar el relato de la «dictadura» venezolana.
Es decir, para los medios la emisión del mensaje equivale al mensaje mismo. Más pesa y define decir que Venezuela vive en una dictadura que demostrar que hasta aquí llegamos producto de la negligencia, convicta y confesa, de los interesados en decretar desde el tribunal mediático que esto es una dictadura, habilitando la vía combinada de juicio político/impeachment del presidente, revolución de colores en la calle y llamamiento de desobediencia a los cuarteles.
En el plano de la Venezuela real, de nuevo, no pudieron pasar
Una revisión de los aspectos intrínsecamente jurídicos del procedimiento de ayer, como se refleja en este trabajo, sencillamente corrobora la misma lectura. El mismo modo de reivindicar el RR es un asunto de manual marca Gene Sharp: siempre debe presionar hasta convertirlo en una reivindicación mediáticamente «pertinente», y políticamente irrealizable, para acentuar el conflicto.
Ya algunos, desde ese bando en el plano transnacional, asoman la voz «guerra civil«, con nombre y apellido, como responsabilidad exclusiva del gobierno, amén de la última semana. Delatando así otro dato del cual alertar: la convocatoria internacional por la que los factores ultra de siempre empleen sanciones económicas y de otro talante para torpedear el incipiente proceso de normalización económica.
Mientras se avance en pasos en el plano institucional que cabildee a favor de resoluciones y demás llamados desde instancias hostiles (Unión Europea, OEA, Casa Blanca, Congreso estadounidense) que paulatinamente propendan al escenario modélico de las nuevas guerras de intervención, tal cual el espejo sirio, tal cual el pantano libio.
Sin embargo, una vez más, el intento de cerrar el producto mediático sin fisuras se vio rebasado por la realidad misma, cuando por un breve momento la sede del parlamento venezolano fue rebasado por el chavismo, recordando que el valor de la palabra se sustenta desde la acción, modificando el tono que a partir de ese momento se expresó en la sesión, propinando otra derrota táctica, pero también profundamente simbólica, al inhibirle a la derecha su erotización de rebeldía con un acto concreto de desconocimiento de todo lo que emita esa depreciada AN de hoy en día.
En ese sentido, la (redomada y profundamente jalabola) actuación de Luis Florido es la verdadera dimensión simbólica de la AN, más que el delirio presidencialista de Ramos Allup.
Y, como es costumbre, que el chavismo rompa otro cerco lleva al país al proceso de instalación de un cerco mayor por el que hay que estar atentos.
En este punto ya se puede decir que el éxito de la maniobra de ayer fue parcial en tanto que alimentó con nuevos datos a la maquinaria mediática transnacional, pero en la misma medida fue un fracaso absoluto, porque aquí, en el plano de la Venezuela real, de nuevo, no pudieron pasar.