El muro entre Estados Unidos y México ya existe

Este muro lo comenzó a construir Bill Clinton en 1993. Entre él, Bush Jr. y Obama no pararon de agrandarlo en sus 20 años de gobiernos. Tiene más de 1 mil kilómetros de extensión a lo largo de esa peligrosísima frontera y su construcción no tuvo resistencia de nadie. Ninguno de ellos lo declaró públicamente, por eso no te has enterado. Por eso también estás nervioso con Trump, porque te han dicho que va a construir un gran muro y va a matar a todos los latinos, cosa que no necesariamente es mentira. En el fondo ganas no le faltarán.

En la actualidad, en esa frontera los carteles del narcofráfico controlan la emigración. Se permite el tráfico de armas de los organismos de seguridad estadounidenses en operaciones mentadas en películas como Rápido y Furioso. Literalmente los latinos que hoy llegan a México ya pasan no un muro sino varias alcabalas para entrar a Estados Unidos. Una política tan fascista como la de la Administración Trump -la de seguir ampliando ese muro- genera una indignación global cuando este fenómeno tiene dos décadas sucediendo initerrumpidamente.

Y más allá del muro en sí, como telón de fondo existe toda un infraestructura que legaliza el tráfico de mano de obra barata desde México y Centroamérica hacia EEUU, lo que ha significado para las empresas de este último enormes reducciones de costos y aumento de las ganancias. No es una medida que se pensó improvisadamente, se enmarca en un plan económico de controlar el flujo migratorio hacia EEUU y legalizar la importación de fuerza de trabajo eficazmente, intentando que la situación no se les salga de las manos. La Administración Trump busca reforzar una política que fue iniciada por anteriores gobiernos. Únicamente eso.

El famoso tren «La Bestia» que usted verá a continuación recorre el sur mexicano hasta las ciudades fronterizas con EEUU, donde se embarcan ciudadanos mexicanos y centroamericanos para llegar al terminal -el muro que ya existe-. En tal sentido, el mentado muro es sólo una simplificación de una infraestructura mucho mayor para la trata de personas.

De Nicaragua hasta México, pasando por Honduras, El Salvador y Guatemala, provienen la mayoría de los migrantes que hacen este camino lleno de alcabalas. En su mayoría huyen de la estela de desastres provocados por Estados Unidos: guerras civiles, golpes de Estado, dictaduras solapadas de democracia y tratados de libre comercio. Para ellos son todos esos muros, y de fines de 1980 hasta acá sus números de inmigración se han multiplicado. Según un reporte del Migration Policy Institute, del año 2000 a 2013 aumentó la inmigración de centroamericanos en un 194%. Los mexicanos, que también han aumentado su entrada a EEUU exponencialmente en los últimos años (29%), representa 56% de la población inmigrante no autorizada o indocumentada.

Este aumento ha generado, a su vez, una escala en las deportaciones a lo largo de las administraciones estadounidenses recientes: 869 mil inmigrantes deportó Bill Clinton, 2 millones George W. Bush y 3 millones Barack Obama. Hasta el mismo Obama intentó poner un muro económico con el Tratado del Triángulo Norte con Guatemala, El Salvador y Honduras, sin que tampoco haya tenido ningún tipo de resultado en mermar la cantidad de inmigrantes que expulsó tajantemente de EEUU.

La extinta Administración Obama en sus últimos años cambió el criterio de selección para controlar e intentar moldear el flujo migratorio hacia EEUU, estableciendo una especie de alcabala biológica: científicos, ingenieros en sistema, psiquiatras, economistas y especialistas en mercado, como se puede apreciar en la siguiente infografía del portal financiero Bloomberg, son los que han tenido menores dificultades en los últimos años para emigar hacia los Estados Unidos: