“La cárcel es algo muy complejo, pero al salir he visto que mi patria tiene una situación mucho más dura que la existente cuando fui encerradoâ€, contó a Prensa Latina el luchador independentista, en la sede de la ONU.
De acuerdo con López Rivera, al regresar a su tierra —después de la conmutación en enero de 2017 de su sentencia por el entonces presidente norteamericano, Barack Obama— encontró más desempleo, inseguridad social y privatización, fenómenos que llevan a un éxodo masivo de sus compatriotas, incluyendo muchos profesionales y personal capacitado.
“En la actualidad cinco millones de puertorriqueños viven en la diáspora, mientras menos de tres millones 500 mil lo hacen en la isla, una despoblación acelerada, algo similar a lo sucedido a Hawái y Alaska, donde sustituyeron a los nativosâ€.
Para el independentista puertorriqueño de 74 años, pese a tan difícil realidad, existe una razón aún mayor para continuar la lucha y apelar a la unidad de sus coterráneos y a la solidaridad mundial contra el dominio colonial estadounidense.
“Por primera vez, Estados Unidos ha admitido que somos una colonia sometida al poder del Congreso norteamericano, instancia que nos ha impuesto una Junta de Control Fiscal para lidiar con la deuda de 72 mil millones de dólares, un mecanismo criminal creado para sacarle a cada boricua que trabaja hasta el último dólar en su bolsilloâ€.
No hay mejor momento para solicitar a la comunidad internacional una atención priorizada al caso de Puerto Rico, traducida en su análisis por la Asamblea General de las Naciones Unidas, dijo López Rivera.
Estados Unidos logró en 1953 que la Asamblea excluyera a Puerto Rico de su listado de territorios coloniales, después de esgrimir que los boricuas habían alcanzado el autogobierno.
Según el nativo de San Sebastián, la realidad de su pueblo se aleja cada vez más de ese argumento, hasta el punto de que “amenaza con llevarnos a la pérdida de nuestra patria, identidad, cultura y de todo lo que nos hace puertorriqueñosâ€.
López Rivera insistió en que el caso boricua ratifica la terrible cara del colonialismo, y no deja dudas acerca de la urgencia de acabar con ese crimen contra la humanidad.
Al abordar su situación personal, confesó que los casi 36 años de cárcel en Estados Unidos no han debilitado sus deseos de luchar, convencido de que cuando se está del lado de una causa justa, nada debe considerarse un sacrificio.
Rivera nació en San Sebastián, Puerto Rico, donde su familia residió hasta que tenía 14 años, momento en el que se trasladaron a Chicago. En su juventud fue reclutado por el Ejército de los Estados Unidos para participar en la Guerra de Vietnam, donde fue condecorado con la Estrella de Bronce.
A su regreso a Chicago, se hizo parte de los esfuerzos para poner fin a la brutalidad policíaca, obtener vivienda, educación adecuada y justicia económica, y se unió a la lucha por otros asuntos de justicia social.
En 1976, pasó a la clandestinidad formando parte del Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Puerto Rico (Faln) y participó en la organización. En 1981 fue capturado por el FBI acusado de conspiración sediciosa.
“Pese a todos esos años, regresé a casa con la cabeza en alto, y mi honor, mi dignidad y mi espíritu más fuertes que cuando ingresé en prisiónâ€, sentenció.
López Rivera calificó de fútil, carente de credibilidad y simulacro manipulador al referendo celebrado el 11 de junio en Puerto Rico sobre la relación con Estados Unidos.
“No tiene absolutamente ninguna credibilidad, porque se trató de una maniobra y una manipulación por un partido anexionista que no representa al pueblo de Puerto Ricoâ€, comentó.
En la consulta promovida por el actual gobernador, Ricardo Rosselló, del Partido Nuevo Progresista, con una participación de apenas el 23% de las personas registradas, triunfó la estatidad (incorporación a Estados Unidos), con el 97% de los votos.
El gobernador lo que pudo obtener en esa farsa fue las dos terceras partes del voto logrado por él en las elecciones de noviembre, seis meses antes, lo cual demuestra que el pueblo boricua no está de acuerdo con la politiquería de este gobierno, alertó.
Para el independentista, en la consulta se malgastaron millones de dólares de manera innecesaria, sobre todo en un país muy afectado por la crisis económica.
En Puerto Rico cerrarán 169 escuelas por falta de fondos, pero aún así se gastó dinero en algo sin valor, cuando debió dedicarse a salvar a muchas de ellas, dijo.
Desde su salida de prisión, López Rivera ha reconocido la solidaridad de muchas personas en el mundo que defendieron su libertad y respaldaron su causa.
“Quiero agradecer al pueblo y al gobierno cubanos y a los cinco héroes (Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Fernando González, Ramón Labañino y René González) por su apoyo†y se declaró muy contento por la posibilidad de viajar a Cuba, cumpliendo una invitación reflejada por el presidente Raúl Castro en su mensaje del 18 de mayo, en el cual felicitó al independentista tras la oficialización de su libertad.
Espero llegar allá, si todo sale bien, en noviembre, para poder darle las gracias en persona al presidente Raúl Castro y expresarle a todo el pueblo cubano nuestra gratitud por su aporte en la campaña para mi excarcelación, pero sobre todo por su histórica solidaridad con Puerto Rico, manifestó.
Asimismo, destacó el apoyo a Puerto Rico de los fallecidos líderes revolucionarios Fidel Castro y Hugo Chávez, y de otros dirigentes latinoamericanos.
López Rivera acudió el 19 de junio a una sesión dedicada a Puerto Rico del Comité Especial de la ONU para la Descolonización, un órgano creado en 1961 que cuenta con 29 Estados miembros.
El luchador recibió una cerrada ovación al ser anunciado como uno de los 60 peticionarios del debate por el presidente del Comité, el embajador venezolano Rafael Ramírez.
Por trigésima sexta ocasión desde 1972, el Comité Especial de la ONU para la Descolonización aprobó una resolución a favor de la independencia y la libre determinación de Puerto Rico.
La iniciativa presentada por Cuba, con el copatrocinio de Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Siria y Rusia, insta a Washington a asumir su responsabilidad y permitir que el pueblo boricua ejerza plenamente esas prerrogativas, en sintonía con la proclama lanzada en 1960 por la Asamblea General de poner fin al colonialismo en el mundo.