Julio Escalona: “No fuimos una generación de oro sino una generación de acero”

El próximo lunes Julio Escalona cumplirá 65 años en el ruedo político.

Credito: Felix Gerardi

16 Feb. 2018 – El histórico dirigente de la izquierda venezolana del siglo XX, militante de la Liga Socialista, compañero de armas y de sueños de personajes como Jorge Rodríguez padre, David Nieves y Fabricio Ojeda, recuerda vívidamente esa primera vez que se metió en la candela. Corría 1953 y tenía 15 años. Ese 19 de febrero, en su natal Valencia, salió a la calle en una marcha de estudiantes para alzar su voz contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. A sus 80 años, evoca esos inicios con la misma chispa en la mirada.

Nacido en una familia de 12 hijos –él es uno de los de la mitad– disfrutó de su niñez paseando por el Campo de Carabobo y escuchando noticias de la segunda guerra mundial en un radio de onda corta.

Hoy es abuelo de tres nieticos a los que casi no ve y disfruta de su tiempo libre con la literatura, el cine, los museos y su afición –esa sí, aún casi clandestina– por la escritura de poesía, «porque para haber vivido 65 años en esto hay que ser poeta», afirma enfáticamente.

Estos días acompañan su labor como docente en la Escuela de Economía de la UCV con su participación como legislador en la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). No para de escribir y su verbo experimentado y encendido sienta cátedra en el trajinar diario de la Revolución Bolivariana.

— ¿Los sueños que lo sacaron a la calle hace 65 años son los mismos que lo mueven hoy?

— En esencia sí. Nos incorporamos muy jóvenes a la política. Éramos un país más pequeño; sabíamos menos de las noticias internacionales. Hubo autores como Mario Briceño Iragorry, Augusto Mijares, Arturo Uslar Pietri, que estaban en boga en esos tiempos. La historia se vivía más cercana. Habíamos conocido la historia de Gómez y de las dictaduras en Venezuela, así que estábamos subsumidos en un ambiente muy distinto a este, donde hoy día nos impactan más las historias mundiales. Yo soy de la generación del 58, y de los políticos que existen hoy en el país hay muchos de esa generación, porque precisamente nosotros nos enteramos de muchas cosas muy jóvenes, casi niños, y eso nos desarrolló una sensibilidad especial por lo que ocurría en el país.

Vivimos muy de cerca el golpe contra Medina Angarita. Yo tenía 7 años. Luego vino el golpe contra Gallegos, que era un autor que todos habíamos leído. El ambiente en el que nosotros nos movimos de niños y de jóvenes era un ambiente bastante politizado. Así que, si me preguntas por esos sueños, siguen siendo de libertad, de democracia, de igualdad; que no haya pobreza. Esos eran nuestros sentimientos e ilusiones elementales de adolescente. Yo tuve la suerte de que mi papá era cuentero y que nací al lado del Campo de Carabobo; entonces mis paseos infantiles eran con mi papá echándome cuentos de la Batalla de Carabobo. Esas cosas nos impresionaron, y son cosas cercanas al hecho político y al problema de la justicia y de la injusticia.

En el sepelio de Livia Gouverneur, Gustavo Machado (en el centro) y Julio Escalona (a la izquierda)

— Ya como dirigente le tocó vivir la muerte de muchos de sus compañeros, mártires.

— Hablar de eso no me resulta fácil. Fuimos una generación muy unida, en el sentido de que participamos en muchas luchas políticas. Nosotros pasamos mucho trabajo juntos, corrimos muchos riesgos juntos. Por eso, independientemente de que hoy cada uno haya tomado caminos políticos diferentes, podemos encontrarnos como amigos, porque pasamos muchas cosas en una época muy difícil, que fue la época de Pérez Jimenez, y luego los 60, los 70. Yo me encuentro con Jorge Rodríguez padre en los 60, pero ya me había encontrado antes con José Moleiro, que ya murió. Y la muerte de muchos compañeros nos afectó profundamente, todavía hoy, porque fueron nuestros hermanos; arriesgamos la vida juntos, tuvimos muchas vivencias peligrosas juntos, casi que nos morimos juntos. Entonces esa experiencia vital no es fácil de contar y no es fácil de comprender. Por ejemplo, andando con Moisés Moleiro, uno de mis compañeros más cercanos de esa época, cuando la huelga universitaria de noviembre del 57, quedamos casi en la calle y llegamos a dormir en azoteas, en plazas, por la persecución que había. Eso yo lo recuerdo con afecto porque se necesita de una gran hermandad. Además porque fue en la época de una dictadura.

La cuarta República fue peor en muchas cosas, pero en la cuarta República teníamos más posibilidad de comunicación, había la posibilidad de que si a ti te detenían se sabía porque estaba el Congreso, algún diputado. Pero cuando Pérez Jiménez no había nada de eso. Ahora hay gente que dice que estamos en una dictadura, pero una dictadura es cuando a ti te detienen y no hay familia, abogados, nada; tú estás preso y un día puede ser que salgas o puede ser que no. Tú me preguntas de los años más actuales y yo tengo que regresarme, porque esa historia se construye de aquí para acá. Entonces son de pronto veinte o treinta años juntos, y es una hermandad muy profunda. Y por eso tú me hablas de Jorge Rodríguez padre, de Víctor Soto y son mis compañeros, me duelen en el alma. Por eso me cuesta hablar de eso, y siempre siento ese vacío, porque la huella humana es más importante que cualquier otra cosa. Fuimos una generación martirizada, en el Cuartel San Carlos está la lista. Esos son nuestros compañeros. Y nosotros fuimos perdiendo tanta gente y ninguno de nosotros quedó amargado. Estamos aquí siempre luchando, siempre soñando, siempre con esperanzas. No fuimos ni seremos una generación de oro, sino una generación de acero que no se partió.

Julio Escalona opina que EEUU busca balcanizar Venezuela para apoderarse de sus recursos naturales

— ¿Cómo vivía su familia esa militancia tan apasionada?

— Yo hice sufrir mucho a mi familia y por eso tomé una medida. Cuando formalicé mi militancia política, regular, de vida, ya en el año 56, me separé de mi familia. Eso determinó que mi casa fue allanada una sola vez. Es decir, yo no tenía que involucrar a mi familia en ninguna cosa a menos que ellos solos se involucraran, pero no por un chantaje afectivo. Yo ahorita estoy criando a mi hija menor de 21 años porque nunca quise tener hijos en la clandestinidad e hice campaña para que la gente no tuviera hijos, porque tener un hijo para dejárselo a una tía, a una abuela, es no tener responsabilidad. Y he comprobado, a través de la experiencia de muchos compañeros, que mientras nosotros andábamos salvando al mundo los hijos vivían eso como abandono, y literalmente era así.

— Hagamos otro brinco en el tiempo. Usted que forma parte de esa camada de luchadores históricos, ¿cómo recibió a Chávez el 4 de febrero? ¿Lo vio con desconfianza?

— No. Primero porque ya yo tenía noticias de la situación, y luego porque me parecía que alguien tenía que alzarse. Me llamó la atención y me simpatizó su lucha, su gesta, y de hecho desde entonces aquí estoy. Nunca he hablado mal de Chávez, ni lo pienso hacer. He sido crítico de algunas cosas y seguramente lo seguiré siendo, igualmente con el presidente Maduro, a quien conozco casi desde adolescente. Yo creo que algunos sintieron que apareció un competidor, pero como yo no andaba compitiendo por nada lo vi como que llegó alguien más a echarle pichón a esto. No fui de los que formó parte del MVR, sino que me mantuve aparte. Yo me había ido ya de la Liga Socialista y me había hecho un compromiso a mí mismo de no militar en otra organización. He estado en movimientos sociales pero no en partidos. En el PSUV lo mismo. Le tengo mucho respeto y a sus dirigentes pero así estamos mejor, porque como yo no soy militante ellos no tienen nada que reclamarme, ni yo a ellos.

— Cuéntenos sobre su historia con el presidente Maduro.

— Él militó en la Liga Socialista, partido que formamos en 1973 con gente como yo que venía de la clandestinidad y otros, como el caso de Jorge Rodríguez padre y David Nieves, que venían de la legalidad. Muchos jóvenes se acercaron, y entre esos estaba Nicolás. Él militaba en el grupo de El Valle. Nicolás siempre fue brillante. En esa época no era estudioso, pero más adelante sí, porque Nicolás formó parte de grupos musicales, deportivos; fue prospecto de grandes ligas, y tuvo una vida multifacética. Qué bueno, porque eso hace que sea lo que es hoy día, que uno no lo vea con ninguna frustración porque ya él jugó, boxeó, tiró pelotas, se echó palos. De muchacho hizo todo, y si algo fue siempre es muy inteligente. Ahora él tiene que ponerse los pantalones y tomar algunas medidas que tiene que tomar y va a terminar haciendo lo que tiene que hacer.

— Nos preparamos para asistir a una nueva elección presidencial. ¿Cuál es su análisis del momento?

— Hay que luchar para que esas elecciones se hagan, porque el plan imperialista es que no se hagan. Para ellos es muy grave que Maduro se legitime en unas elecciones. Eso hay que explicarlo. Hay gente inventando una candidatura distinta a la de Maduro. Cualquier planteamiento divisionista solo favorece a la intervención y a las fuerzas enemigas de la Patria. Me parece que eso es una locura, que gente con experiencia no debería estar compartiendo.

— ¿Cuáles son sus expectativas con la ANC?

— Creemos que la Constituyente sola, reunida en esas paredes, va a resolver grandes problemas. Pero si la ANC sigue reunida sin el pueblo se va a ir burocratizando y faltando a la misión que tiene, porque eso no lo cumple la ANC sola; la cumple con un pueblo exigiendo, proponiendo. Quienes andan organizando una candidatura paralela deberían estar más bien organizando a la gente. En la propia constitución están las herramientas para que el Poder Originario se exprese. Y el Poder Originario, que es el pueblo, debe comprender que su responsabilidad es salvar esta Revolución, y eso no se hace quejándose, criticando, lloriqueando; no, eso se hace actuando como hombres y mujeres conscientes que salimos a luchar. La Constituyente no es milagrosa, ella sola no va a resolver nada. El único que puede empujarla es el pueblo.

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Balcanización

Para Julio Escalona, lo que el imperialismo busca hoy es sumir en el caos a Venezuela para luego desintegrarla. Él considera que esto no hay sido suficientemente explicado al pueblo. «En mis artículos yo escribo sobre eso. Y con mucha preocupación, porque creo que hay efectivamente una intervención, y no es que van a llegar los Marines. Creo que es una cosa mucho más hábil y más sutil, pero igualmente muy criminal. Su opción es caotizar el mundo, volver al mundo un desorden donde el que logra reunir más fuerza sea el que mande. Para ellos ese es su modelo del mundo, un mundo dominado por el terror. Y el plan con Venezuela es un plan de exterminio, porque hemos demostrado ser un país que no se somete, así que para ellos este país no puede seguir existiendo integrado, debe ser desintegrado. Ojalá podamos explicarle eso al pueblo venezolano. Si hay alguna cosa que yo llamo la atención de nuestra política informativa es que es muy poco pedagógica, es muy sectaria, es muy insultativa y mientras más cruda es la situación, con más suavidad tú tienes que hablar, porque la gente se acostumbra a oír el regaño, el reclamo, la agresión, y tiene que haber una voz disidente que hable no solo con la razón, sino con el sentimiento, con cariño, con amor».

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Biografía Mínima

Julio Escalona nació en Valencia, Carabobo, en 1938. Fue dirigente estudiantil durante la dictadura de Pérez Jiménez, y más adelante, en la cuarta República, fue guerrillero y se integró a la Liga Socialista. Es docente de Economía de la UCV, ha representado a
Venezuela como diplomático y actualmente es constituyente. Es lector y escritor de poesía, amante del cine, padre de tres hijas y abuelo de tres nietos. Le gusta hablar de fantasmas y de los signos de zodíaco acompañado de un café.