En medio de una profunda debacle política, las fuerzas del antichavismo venezolano tutelado desde EEUU han asumido una nueva etapa que, en teoría, apuntaría a su recomposición desde una visión de «amplitud». La han denominado «Frente Amplio Venezuela Libre».
En acto político en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela el pasado 7 de mayo se dio a conocer una muestra de lo que se supone será la «nueva» plataforma antichavista. Retomando las viejas consignas de la «sociedad civil», estos grupos autodenominados así y desde varios sectores representados en partidos políticos, ONGs, movimientos y expresiones de la Iglesia católica y evangélica, recordaron los tiempos en que la Coordinadora Democrática, primera plataforma antichavista, se conformó y se apoltronó como espacio de la dirigencia opositora. Las similitudes son enormes.
El jueves 8 de marzo se realizó la presentación del llamado Frente y sus representantes. Se lee un pronunciamiento y se establecen elementos básicos, una especie de hoja de ruta, que declara abiertamente el espíritu de lo que evidentemente parece ser un frente para la sedición y la desestabilización política interna.
A continuación y al respecto, es oportuno hacer un conjunto de consideraciones:
Exuberancia y estruendo mediático. Ya es bastante paradójico que la oposición venezolana convoque y conforme de manera abierta y comunicacional un «frente contra la dictadura» en el país donde se supone hay una dictadura, contradiciendo con ello la historia y el registro político latinoamericano sobre el totalitarismo. No obstante, lo que el antichavismo presenta con gran estruendo como una imagen de fuerza en los hechos parece ser una muestra de gran debilidad política.
La Mesa de Unidad Democrática (MUD) viene signada por una gran fragmentación y división. Su imagen mellada y sus desgastados líderes presentan una narrativa de cohesión política, muy enfatizada, justo en tiempos donde la percepción generalizada entre sus mismos seguidores es bastante negativa. A finales del pasado mes de enero la cadena BBC presentó una encuesta de Venebarómetro, realizada a finales de diciembre de 2017, dando el resultado de que un 65,7% tiene una evaluación negativa de la MUD. Estas cifras explican cómo de manera mediática y con la presentación de un supuesto «renovado» discurso, la dirigencia antichavista intenta reconectarse con sus seguidores.
Presentación «unitaria». Las peleas abiertas de los dirigentes de la MUD durante todo el segundo semestre de 2017 y sus incongruencias tácticas, ha devenido en su fragmentación en el hecho electoral de cara a las elecciones presidenciales de finales de mayo próximo. El llamado G4 o los autodenominados principales partidos de la oposición (Acción Democrática, Primero Justicia, Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo) han decidido boicotear las elecciones siguiendo directrices abiertas de las instancias internacionales involucradas en el asedio contra Venezuela, como la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Departamento de Estado de Estados Unidos, dejando sólo a Henri Falcón en la disputa contra Maduro por la silla presidencial.
Falcón, ahora expulsado de la MUD, cuenta con el apoyo de su partido, Avanzada Progresista, y otras organizaciones como Copei y Movimiento al Socialismo (MAS).
A la vista de esta incongruencia táctica, la presentación del Frente Amplio con un nuevo rostro de «unidad» agrupa a los sectores de la denominada «sociedad civil» y plantea en teoría una superación de las gendarmerías políticas de los partidos en la dirigencia antichavista, una vez quedaron en evidencia ante el país sus claras fragmentaciones.
Cambio de nombre. Aunque los abanderados del Frente Amplio son los mismos dirigentes de los partidos opositores, estos insisten que no se trata de un cambio de nombre de la MUD. Y que este frente no implica su desaparición. No obstante el protagonismo de la línea de mando de la MUD en esta «nueva» coalición genera evidentes y justificadas desconfianzas. Con unas vocerías que se presentarán de manera fragmentada en el terreno y a expensas de las inercias o deficiencias organizativas congénitas de la oposición, es probable que proliferen las «líneas de mando» sin efecto, quedando el protagonismo en los partidos sólidos de la MUD. Nada nuevo.
La disputa por las posiciones políticas. La determinación del Consejo Nacional Electoral (CNE) venezolano en realizar los procesos electorales en ciernes parece impoluta. Inevitablemente conllevará a la medición del chavismo contra las fuerzas partidistas opositoras que se han presentado. El partido de Henri Falcón, Avanzada Progresista, y otros partidos que le acompañan, aún siendo derrotados por Maduro en mayo, se asumirán como las únicas organizaciones opositoras que podrán hacerse de cargos públicos en elecciones parlamentarias, regionales y municipales, y sólo tienen cargos que ganar, pues hoy tienen poco o nada de sus personeros en cargos públicos.
Esta pérdida de espacios potenciales para otros partidos hoy abstencionistas, los empuja a presentarse desde otra modalidad más allá de la desgastada MUD y suponen un mapa de confrontación que presume un nuevo episodio de intento de ruptura del poder en Venezuela, a los fines de consagrar los espacios políticos que hoy se niegan desde la abstención electoral.
La disputa del liderazgo interno de cara a los factores del extranjero. Consecuencias de las divisiones en el antichavismo, éste luce sin dirigencia clara y vocerías cohesionadas. Esta disputa se ha trasladado al naciente Frente como un mecanismo más para la modulación del liderazgo interno. Necesario es reconocer en este punto que Julio Borges ha sido quien ha capitaneado casi por cuenta propia y a expensas de su autoproclamación (por encima de otros partidos), como interlocutor del antichavismo venezolano con la Casa Blanca, la OEA y el llamado Grupo de Lima.
El Frente Amplio es otro espacio en disputa que ha involucrado a otros factores más allá del G4 y otros partidos de la MUD. Se trata de una nueva confluencia de grupos de presión interna en la oposición, intentando capitalizar vocerías que sirven poco para efectos de la política interna de Venezuela, pero sí mucho para el relacionamiento de esta con el frente de presión externa donde yacen los lobbys pro-sanciones contra la economía venezolana y el flujo de recursos para el financiamiento de la desestabilización del país.
Siguiendo la línea injerencista. La agenda presentada por ahora por el llamado Frente desconoce las elecciones del próximo mayo, rechaza el mandato de las instituciones venezolanas y es abiertamente insurreccional. Nuevamente la derecha venezolana anuncia acciones para el corto plazo en una clara articulación con los nodos de presión extranjera que imponen su narrativa de ausencia de un «ordenamiento democrático en Venezuela» y que, como ya lo han señalado altos funcionarios estadounidenses como Rex Tillerson, debe traducirse en un alzamiento militar o golpe de Estado en el país.
Diosdado: «Algunos integrantes de la MUD planifican una agenda oculta muy peligrosa»
Traje a medida de los sancionadores. El formato apunta al recrudecimiento de la escalada de caos interno, complemento y afín del mapa de asedio trazado desde el extranjero contra Venezuela, sobre el cual se amparan las sanciones en vigor contra la economía y funcionarios del Gobierno de Venezuela. El Frente parece un nuevo artefacto de manufacturación de consenso en el extranjero para las acciones unilaterales de la Casa Blanca y del Departamento del Tesoro estadounidense, como brazos ejecutores de operaciones de cerco y asfixia contra el país.
¿Ir a elecciones? Aún con un discurso que rechaza las garantías electorales del sistema venezolano, en su proclama y documento del 8 de marzo esta plataforma se alza como una alianza que exige «elecciones libres y justas», lo cual deja la puerta abierta para que al igual que la MUD el Frente Amplio salte de un punto al otro entre elecciones y atajos violentos, desconociendo o reconociendo el sistema electoral venezolano a conveniencia de sus tiempos políticos.
Llamado a la FANB. La proclama del antichavismo incorpora un nuevo llamado a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) a la desestabilización, una vez que pronuncian en ella un necesario «cambio» en las estructuras militares. Es sabido que esto sólo es posible por vías administrativas y constitucionales, a diferencia del estado de conmoción propuesto por la dirigencia de la derecha venezolana.
Reciclaje político de ex chavistas. Casi todos los llamados «Frente Amplio» del continente son coaliciones de izquierda con alguno que otro partido de centro o derecha. En Venezuela resultó ser diametralmente lo contrario. En esta coalición opositora fueron presentados rostros de ex dirigentes y ex funcionarios del chavismo, como Nícmer Evans, Gabriela Ramírez y Miguel Rodríguez Torres. Creando una imagen de amplitud, han convocado al «chavismo disidente» a esta componenda, aún a expensas de las enormes desconfianzas entre el alto antichavismo contra Henri Falcón, líder sobresaliente de la MUD y ex jefe de campaña del mismo Henrique Capriles en su medición contra el actual presidente Nicolás Maduro en 2013.
Estas desconfianzas contra Falcón se deben a su pasado como gobernador electo por el chavismo por el estado Lara. Aunque Falcón ha sido llamado «traidor» insistentemente por el presidente Chávez y ahora por el presidente Maduro, este sigue siendo centro de desconfianzas por parte de sus más cercanos. Los integrantes del G4 ahora le tienen vetado el respaldo en la campaña presidencial. Al ocurrir esto contra un duro líder antichavista, ¿qué quedará para los ex chavistas que buscan retornar como sea a funciones de gobierno? ¿Estarán siendo utilizados como escenografía política en una recreada imagen de diversidad o hay algo más en este acto de reciclaje de rostros?
Reciclaje de rostros abstencionistas. Los rostros sobresalientes son los mismos de la MUD: Henry Ramos Allup, Julio Borges, Omar Barboza, Enrique Márquez, Henrique Capriles, Lilian Tintori, Liborio Guarulla, Alfonso Marquina y similares, con algunas adiciones propias de la llamada sociedad civil, que han procedido en su operatividad política como gremios, organizaciones y extensiones de los mismos partidos que capitanearon a la MUD.
Un retrato que en términos de «renovación» deja mucho que desear. Se produce el regreso de Ramón Guillermo Aveledo, en el pasado execrado de la MUD y sustituido por Jesús «Chúo» Torrealba por fomentar la división interna, el favoritismo a Capriles y por ser un «pésimo» secretario de la MUD.
Brilló por su ausencia el abanderado opositor en las elecciones de mayo, Henri Falcón. Así como los dirigentes de los demás partidos que lo acompañan. Lo que deja claro que la conflagración del Frente tiene como requisito principal el abstencionismo electoral, que en otras oportunidades ha resultado sumamente costoso para los antichavistas y ahora se erige de manera inédita en las elecciones más importantes del país.
También brilló por su ausencia María Corina Machado, quien viene desde hace meses trabajando en una coalición antichavista con las tonalidades más viscerales y que ha denominado «Soy Venezuela». Machado se deslindó de la MUD en 2017 y ha estado siempre en posición crítica a sus colegas dirigentes.
A modo de cierre
La dirigencia antichavista venezolana bien sabe que las condiciones autoimpuestas en el diseño y manufactura de su propio laberinto son insondables en el mapa de la política interna venezolana. También entiende que luego de la seguidilla de presentaciones «renovadas» de los mismos rostros y con cambio de nombre en la escena política, tendrá poco tino en resolver su contexto de sumo desgaste ante sus seguidores.
Esto infiere que esta presentación en realidad se inscribe en la trama política del asedio y la asfixia desde el extranjero contra el país. Es una puesta en escena para un público que paga (con muchos dólares) este Pay-Per-View político y que son interlocutores y gestores del desmembramiento del chavismo. Este planteamiento de Frente Amplio también abarca el ámbito internacional. El ex presidente de la AN, Julio Borges, lo ha estado presentando en su gira por América Latina y en otros espacios delegados por la Administración Trump.
Desde el ala del chavismo, el constituyentista y primer vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, acusó que esta organización busca «desestabilizar» el escenario electoral con las presidenciales del 20 de mayo. «Algunos integrantes de la MUD planifican una agenda oculta muy peligrosa, desde ya se adelanta en vaticinar acciones soñadas para encender el clima social a partir del 22 de abril, donde el Frente Amplio Nacional tiene un rol estelar», advirtió el dirigente monaguense.