Frente Amplio o Soy Venezuela: un dilema con desenlace en el Norte

Las diferencias dentro de la oposición siempre han existido. Más allá de la diversidad que pudiera existir en cualquier formación política, sus diferencias son de agendas y giran en torno al método a aplicar para intentar desaparecer al chavismo como fuerza política.

Las divergencias tácticas y estratégicas entre los fragmentos del antichavismo venezolano nos permiten asistir a los estertores de su quehacer político, visto el fracaso tanto de sus iniciativas pseudolegales como las escaladas de violencia insurreccional de 2014 y 2017. Un grupo que pretende que esta estrategia se reactive (Soy Venezuela) culpa a otro de claudicar ante el Gobierno nacional y de validarlo como interlocutor (Frente Amplio), mientras otro más hace como que debate si seguir o no en la contienda electoral del próximo 22 de mayo, el caso de Henri Falcón y los partidos de la periferia opositora detrás.

La demarcación del mapa político del antichavismo se ha decantado y estas dos formaciones surgen como los productos resultantes y definitivos. Henri Falcón solo tiene lugar político por estar en medio de esta colisión de factores e intereses.

Memorias de un deslinde

El quiebre que dio origen a estas dos formaciones tuvo su génesis cuando, luego del llamado «plebiscito» del 16 de julio de 2017 que fue más un acto de propaganda que una consulta interna, se posicionó una caricatura de «rechazo generalizado» de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), la demanda a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y todos los funcionarios públicos de respaldar la agenda insurreccional incubada en la Asamblea Nacional (AN) y la renovación de los poderes públicos «de acuerdo a lo establecido en la Constitución y a la realización de elecciones libres y transparentes, así como la conformación de un Gobierno de unidad nacional para restituir el orden constitucional». El capital político con el que se bandean María Corina Machado, Antonio Ledezma y Diego Arria, proviene justamente de esa jornada en la que intentaron inclinar la balanza del liderazgo opositor a su lado.

El bando antichavista que en enero de este año pasó a llamarse Soy Venezuela es encabezado por María Corina Machado (Vente Venezuela, VV) y Antonio Ledezma (Alianza Bravo Pueblo, ABP), entre otras figuras que validaron y asumieron como mandato los resultados del «plebiscito», dudosos de por sí en medio de votaciones múltiples e incapacidad de comprobar un mínimo de credibilidad a lo que se denominó «resultados». En un principio este grupo afirmó que no se trataba de una división de la MUD sino de una alianza integrada por numerosas agrupaciones minoritarias que medios como El Nacional calificaron «de centroderecha».

En el argot antichavista se le llamó G4 a los partidos con más influencia ante el patrocinio internacional y nacional, a saber: Primero Justicia (PJ), Acción Democrática (AD), Voluntad Popular (VP) y Un Nuevo Tiempo (UNT). Múltiples críticas fluyeron contra ellos debido al carácter cerrado e inconsulto de decisiones como ir a la mesa de diálogo en República Dominicana y a las elecciones regionales, lo que ha confirmado su reconocimiento a la ANC. Como se sabe, en las elecciones fueron vencidos por el chavismo y en la mesa de diálogo se negaron a firmar el acuerdo a última hora.

«Nos quedamos con el pueblo de Venezuela en el momento en que la Unidad (la MUD) se salió de la ruta que convocamos, la de la rebelión ciudadana, y decidió participar en unas elecciones (regionales) convocadas por la Constituyente», afirmó Machado al cuestionar la participación electoral de la MUD pese a considerar ilegítima la ANC, que fue electa por más de 8 millones de ciudadanos.

Ese diciembre, mientras UNT, Avanzada Progresista (AP), Copei, Nuvipa y el Movimiento Al Socialismo (estando fuera de la MUD) postularon candidatos a las alcaldías; AD, PJ, VP, La Causa R, ABP, VV, Visión Venezuela y el Movimiento Progresista exigían «garantías comiciales transparentes» y decían estar concentrados en las presidenciales de 2018; cuando éstas fueron adelantadas por la ANC en 2018, las rechazaron por «falta de garantías».

La fractura expuesta: validaciones y adelanto de elecciones

Soy Venezuela estrenó el año 2018 rechazando el nombramiento y posterior juramentación de la nueva directiva de la AN que sería presidida por Omar Barboza de UNT, partido al que responsabilizaron «de la crisis política que se vive en el país debido a que impidió la remoción de los rectores del Consejo Nacional Electoral», dice un comunicado emitido por la fracción. Mientras que a lo largo de ese mes AD logró la validación convocada por la ANC a los partidos que no fueron a las elecciones municipales, PJ y VP no lo lograron y culparon al CNE.

Al convocar la ANC el adelanto de elecciones presidenciales, el ex gobernador del estado Lara, Henri Falcón, criticó la negativa de la entonces MUD a sumarse a los comicios e inscribió su candidatura presidencial con partidos minoritarios como Copei, MAS y AP, del cual es dirigente nacional. No sin la amenaza permanente de retirarse si no se cumplen sus exigencias: la postergación de las elecciones, la reprogramación del cronograma electoral y la incorporación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a la observación internacional. Todas aceptadas por el CNE.

Por su parte la entonces MUD exigió, carta mediante, al presidente Maduro una fecha para las elecciones presidenciales que les dé «el margen suficiente para: garantizar, construir, y difundir adecuadamente las ofertas electorales; permitir la conformación de una adecuada misión de observación internacional que verifique todo el proceso, dirigida por la ONU», además la designación «expedita y acordada de dos rectores nuevos» del CNE que sustituya a los designados en diciembre de 2016 por el Tribunal Supremo de Justicia.

Soy Venezuela respondió a la carta mediante un comunicado suscrito por Ledezma, Machado y Diego Arria, atacando a la MUD, en particular y de nuevo a UNT, rechazando de nuevo que la MUD hubiera participado en elecciones y mesas de diálogo, también manifestando que «nos sacaron del escenario natural que nos convenía, la OEA, para entregarnos en manos de (José Luis) Rodríguez Zapatero».

¿El mismo objetivo con rutas diferentes?

Luego de todo el traumático reacomodo político, los partidos más desprestigiados y erosionados del proceso han recurrido a individualidades disidentes del chavismo y se han reagrupado en el llamado Frente Amplio Venezuela Libre, iniciativa que busca retomar las protestas con el fin de lograr visibilidad nacional e internacional, así como calentar las calles en pleno proceso electoral. A su inauguración asistieron las mismas caras que han encabezado la MUD más el espectro de ONGs y «fuerzas vivas» antichavistas bajo el estandarte de cambiar al Presidente, elecciones en la fecha y modo que les convenga y pidiendo apoyo internacional «humanitario».

Soy Venezuela ha recalcado, por su parte, que el Frente Amplio reconoce a «la dictadura» aun cuando tiene una agenda de boicot electoral. Según la dirigencia, esa iniciativa no es lo suficientemente rupturista, es decir, no apuesta (ni exige) una intervención militar extranjera, siendo éste el eje principal de la formación de acuerdo con Antonio Ledezma en una rueda de prensa en España hace días.

Las gestiones internacionales de los bandos que siguen la ruta insurreccional son encabezadas por Julio Borges, del Frente Amplio (donde sobrevive el liderazgo de la extinta MUD) y Antonio Ledezma de Soy Venezuela. Aunque ambos realizan diligencias para que el bloqueo económico y el sabotaje internacional sean intensificados por parte de la Administración Trump y la Unión Europea, Borges está más enfocado en lograr apoyo regional afianzándose en el Grupo de Lima y en todo el despliegue propagandístico que gobiernos como los de Peña Nieto, Piñera, Santos, Macri y Kuczynski puedan lograr, además de buscar el no reconocimiento de las elecciones de mayo y la presión para que sean realizadas bajo las condiciones que ellos desean.

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Hoy sostuvimos reunión con el Presidente de @ppkamigo, expusimos la grave crisis que enfrenta Venezuela y solicitamos todo el apoyo para lograr que en nuestro país se den unas elecciones libres, plurales y democráticas.

El pasado 12 de marzo organizaron una manifestación ante la ONU para solicitarle que no participe en la observación de las elecciones presidenciales, aun cuando dicen tener la seguridad de que no lo harán.

Acompañamos al Frente Amplio desde la av Francisco de Miranda, sede de la ONU : Nosotros tenemos la verificación de que la ONU, no va a participar, en un proceso de observación en Venezuela, mientras no participe la oposición ni hayan garantías electorales pic.twitter.com/gg3m0vJsTp

Mientras tanto Ledezma, que también se ha reunido con Macri, Piñera y Kuczynski, exige «intervención humanitaria» y para ello ha prometido ir a la ONU y a la OEA. Su enfoque más dirigido a grupos extremistas de poder en Washington y Madrid, que incluyen a Marco Rubio, Nikki Haley, Bob Menendez, entre otros, busca implementar un «Plan Venezuela» que, calco del Plan Colombia, favorezca a intereses guerreristas y al negocio «humanitario» en el país.

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GRACIAS presidentes solidarios @ppkamigo, @mauriciomacri y @sebastianpinera . Venezuela no olvidará gestos afectuosos por recibir a nuestros compatriotas en exilio y tramitar residencia temporal.

Para ello se ha dirigido a los militares venezolanos ratificando las razones por las cuales fue detenido hace par de años, exige un golpe militar basando sus motivaciones en la difícil situación socioeconómica que atraviesa el país.

en la voz de @alcaldeledezma manifiesta nuestra solidaridad con los militares que, por haber invocado los artículos 328 y 333 de la Constitución, son ahora presos políticos y violados en sus derechos. pic.twitter.com/wxdqKT7igP

El objetivo de forzar un derrocamiento del Gobierno venezolano sigue intacto aunque las estrategias son distintas y el capital político debilitado, en comparación con 2017.

Mientras el Frente Amplio bombardea las elecciones para doblegar las instituciones al servicio de sus patrocinantes, Soy Venezuela toma el camino de la insurrección violenta y se plantea cero diálogo y la promoción de una intervención militar.

En la alianza ciudadana lo advertimos, no participamos, alertamos a la comunidad internacional e instamos a representantes de países que de buena fe quieren ayudar al pueblo venezolano: Este proceso no responde al interés y la urgencia del país.

Aunque los propósitos de estas facciones del antichavismo coinciden, hay diferencias en los tiempos y métodos, y sobre todo en la conducción de los apoyos regionales de gobiernos satélites de Washington. Ninguna tiene que ver con la política y la regularización del conflicto, más bien representan una madeja de intereses en disputa por cual es la ruta óptima y garantizada a tomar para desmontar el Estado venezolano e insertarlo por consiguiente como una pieza más del gobierno global de las corporaciones.

Porque, aunque el centro de esta disputa interna siga teniendo rasgos banales y narcisos, entre un Julio Borges que quiere ser el mandamás tras años de construcción de lobbys e imagen propia, y una María Corina harta de ser excluida por la vieja guardia de la política venezolana, aun cuando recibió la unción del Tea Party gringo de manos de Bush hijo, los jefes de arriba, la maquinaria de guerra de empresas petroleras, de armas y de las finanzas, no parecen tener dudas sobre el objetivo.

Y de los restos que queden de ese circo romano, verán qué pueden aprovechar como instrumentos políticos en Venezuela, porque incluso en el futuro cercano podrían tampoco hacer falta para que la guerra continúe.