Autor Maryclen Stelling
Socióloga. Profesora de la Universidad Católica Andrés Bello. Coordinadora del Observatorio Global de los Medios, Capítulo Venezuela.
Sectores oposicionistas afirman que no existen las condiciones para participar en una “farsaâ€, “simulacro electoral
Maryclen Stelling.- Tal como preveíamos en análisis anterior, la inesperada jugada política electoral del Gobierno no sólo sorprende al adversario, sino que obliga a los contendientes a negociar y construir un acuerdo en torno a la nueva fecha y condiciones de las elecciones presidenciales.
Resaltamos la importancia que este cambio haya sido producto de un acuerdo político que favorece al país, rehén de la contienda meramente electoral y por el poder político. Destacamos que, más allá de los mezquinos beneficios político-partidistas, es posible el diálogo y el logro de compromisos formales que trasciendan las diferencias entre los contendientes.
Sin embargo, en tanto efecto inmediato del cambio de fecha, se profundiza la fractura interna en la oposición. Una vez que Henri Falcón inscribe su candidatura -respaldado por AP, MAS y Copei- se desatan los demonios internos y se da inicio a un proceso de estigmatización. Se ratifica que la Unidad no participará en las elecciones ni tiene candidato presidencial, se aclara que Falcón “no representa a la oposición venezolana (…) de este país†y lo que hace es “seguirle el juego a Maduroâ€, quien tampoco “tiene autoridad para ser candidato a nadaâ€.
Sectores oposicionistas afirman que no existen las condiciones para participar en una “farsaâ€, “simulacro electoral†en la procura del reconocimiento del “fraudeâ€, legitimidad y reconocimiento internacional. Se alega que un simple cambio de fecha no es suficiente para garantizar un proceso justo y transparente. A 90 días, otras voces previenen contra los peligros de la abstención, llaman a participar y no perder la oportunidad de construir con el esfuerzo de todos los opositores “un nuevo país con un nuevo Gobiernoâ€.
Dada la importancia y la situación del país, el desafío electoral pautado para mayo, debería trascender la coyuntura actual, hacia un verdadero reto democrático.
El país requiere altura política de los contendientes y que la campaña no se limite a la mera denuncia y descalificación del “enemigoâ€. La ciudadanía exige conocer las propuestas de los candidatos para afrontar la devastadora crisis multidimensional que nos destruye; demanda cifras, planes, medidas, compromisos, plazos y resultados esperados. Insta al dialogo, negociación y acuerdos trascendentes que den paso al reconocimiento del otro, la paz y la convivencia en democracia.
Confrontamos retos electorales, políticos, éticos, económicos, culturales, sociales… Es el momento de afrontarlos sin repetir errores con el país por delante.
@MaryclenS