Vale la pena recordar hoy, cuando Estados Unidos acusa a Siria y a Venezuela entre otras naciones de violaciones a los DDHH, los tiempos cuando entre 1962 y 1972, en la Guerra de Vietnam más de tres millones de vietnamitas fueron asesinados por envenenamiento, y 500 000 niños nacieron con malformaciones congénitas como resultado de la dispersión en el cielo vietnamita de herbicidas hormonales y defoliantes fabricados por las empresas norteamericanas Monsanto y Dow Chemical para el Departamento de Defensa. Era la guerra química, “en pleno desarrollo†diría Walter Martínez.
Desde que el gobierno de EEUU intensificó la guerra en Vietnam, entre 1962 y hasta 1972, es decir durante 10 años, regaron sobre el cielo vietnamita 76 000 000 de litros de material que contenían herbicidas y defoliantes químicos mezclados con combustible para aviones en Vietnam, el este de Laos y partes de Camboya.
Era el llamado agente naranja pero primero en 1962 usaron el agente azul para atacar los cultivos de alimentos. A esta acción monstruosa se le llamó Operación Ranch Hand, tuvo dos propósitos, atacar las fortalezas de los rebeldes antiimperialistas vietnamitas concentrados en las zonas rurales, donde fueron a refugiarse miles de familias huyendo de la guerra, y luego intentar someter por hambre al pueblo vietnamita, en tanto que los cultivos especialmente de arroz, fue el principal blanco de los ataques químicos.
Como consecuencia de esta operación militar, millones de hectáreas se convirtieron en desierto donde no nacía nada, ni podía vivir una cucaracha, pero sobre todo la afectación a millones de personas de manera directa, es decir envenenados hasta la muerte o de manera indirecta, las deformaciones físicas y mentales que generaban el agente hormonal con elevados contenidos cancerígenos.
En esta visión apocalíptica desarrollada por los gobiernos de Kennedy, Johnson y Nixon contra el pueblo de Vietnam, según las estadísticas del Departamento de Estado, se realizaron 6542 misiones de fumigación en el desarrollo de esta operación de gran escala.
Durante 10 años el pueblo vietnamita, fue sometido de manera sistemática a la fumigación indiscriminada de herbicidas, defoliantes o ambas cosas, como los llamados agentes Naranja, Azul, Blanco y Púrpura y sales inorgánicas de arsénico; esterilizadores del suelo, como el bromacilo y el Urox 22; gases tóxicos, como el CS, CS-1, CS-2, DM o adamsita, CN o cloroacetafenona, bromoacetato de etilo; agentes incapacitantes, como el BZ; armas incendiarias entre las que se encuentran distintos tipos de napalm, la gelatina IM, el fosforo y la termita.
Esta variedad de agentes químicos, eran fumigados de manera simultánea por aviones acondicionados para tal fin, la revista Ciencia de la Universidad Autónoma de México describe el sistema utilizado. “Los tipos de aviones son los conocidos por C-123, C-130 y C-47, y van equipados con tanques de 1,000 galones que se vacían en cinco minutos y, en caso de emergencias, en 30 segundos. La dispersión de los productos químicos se hace por medio de 36 tubos repartidos entre las alas y cola del avión. Vuelan a una altura de menos de 50 m, o sea, casi rasantes. La tripulación consta de un piloto, un copiloto y un técnico, ubicado en la cola del avión, que es el encargado de la aspersión. Los aviones vuelan en grupos de 4 ó 5, debidamente escoltados por cazas o helicópteros artillados. Para complementar y mejorar la capacidad de dispersión de las sustancias fitocidas, a los aviones C-123 se les coloca un asperjador FIDAL (Fixed Wing insecticide dispersal apparatus liquid) dotado de turbinas pulverizadoras. En la época Nixon, y también en las postrimerías de la Johnson, se intensificó el uso de los helicópteros en las operaciones agresivas de aspersión, especialmente de los tipos HU-IA, HU1 B, H-24, AIE y el AIH, provistos de un asperjador HIDAL (Helicopter insecticide dispersal apparatus liquid)â€[1]
Los aviones partían desde la base aérea de Bien Hoa ubicada a 30 kilómetros de la entonces Saigón, hoy Ciudad Ho Chi Minh, hay algunos autores y veteranos norteamericanos de la Guerra de Vietnam que afirman que los aviones una vez terminadas las operaciones, eran lavados en dicha base y los residuos eran vertidos en aguas servidas que a su vez contaminaban los alrededores de unan región deltana ubicada al sur de la península vietnamita.
Para enero de 1973, el gobierno de Nixon desestimaba toda la presión internacional sobre el uso de la guerra química contra el pueblo vietnamita como lo hicieron durante 10 años y fue la propia dinámica electoral norteamericana, la presión social interna y externa, pero además la firmeza de los rebeldes de Vietnam que con una estrategia de resistencia e inteligencia social y militar, obligaron al gobierno de EEUU retirarse del conflicto.
Al respeto un memorándum del Jefe del Consejo Nacional de Seguridad U. Alexis Johnson dirigido al Presidente Richard Nixon fechada en enero 25 de 1973, señala “No se realizó ninguna adquisición o producción de armas ofensivas durante el período que se examina.(1972) Dentro del marco de la legislación ambiental aplicable, la eliminación o desmilitarización de las existencias innecesarias de armas químicas ha continuado. Esto se verá facilitado por un sistema de eliminación transportable que se está desarrollando. Los esfuerzos actuales de investigación y desarrollo ofensivos incluyen el desarrollo de municiones binarias (que se analizarán más adelante) y la mejora de los agentes incapacitantesâ€[2].
En el informe Johnson explica a Nixon que todas la investigaciones sobre armas químicas continuarán y que en los depósitos se mantiene una cantidad importante de armas químicas solo para uso defensivo. Desde entonces los EEUU no ha parado las investigaciones en armas químicas, no obstante, las regulaciones internacionales, a lo que hacen caso omiso cuando no mienten sobre asuntos de este tipo, como efectivamente acaba de ocurrir en Siria.
Medio siglo después de esos 10 años apocalípticos “una investigación realizada en 2001 en la provincia de Quang Tri (cercana al paralelo 17º, zona particularmente defoliada) demostró que el ingreso per capita de las familias (vietnamitas) que poseen al menos un miembro discapacitado es un 50% más bajo que el de las familias no afectadas, y que sus gastos médicos per capita las superan en un 30%â€[3], según un artículo titulado “La guerra química estadounidense, El agente naranja todavía mata en Vietnam †de Francis Gendreau.
Ciertamente hay una relación simbólica y fatalmente real en el título “los agentes naranjas todavía matanâ€, además de una trágica realidad en algunas poblaciones vietnamitas, la amenaza de su uso es latente, es el riesgo de una catástrofe humana y ambiental que se cierne en el globo terráqueo en razón de un política internacional psicótica que ahora domina el gobierno de Estados Unidos.
Finalmente parafraseando el historiador norteamericano Howard Zinn, el gobierno de Estados Unidos desarrolló todo un sistema de engaños para mentir a sus soldados, en cada una de las guerras donde han sido enviados sino que “la opinión pública desconoce en general (gracias a la complicidad de la mayoría de los medios de comunicación, cine etc) el número de bajas y, sobre todo, de heridos graves. Los políticos los ignoran, porque “la foto†de una visita a ciegos y amputados de todo tipo sería fatal en términos electorales.â€[4].
En 2004 se creó la Asociación de Víctimas del Agente Naranja en Hanói y el 30 de enero de ese mismo año introdujeron ante el Tribunal del Distrito Este de Nueva York una demanda contra las 36 empresas que fabricaron el agente naranja para el ejército estadounidense entre otras la Monsanto. El tribunal rechazó la demanda.
A pesar que el gobierno de EEUU ha descartado indemnizar a las víctimas vietnamitas, las acciones de veteranos de guerra norteamericanos lograron 180 millones de dólares de las compañías fabricantes del agente naranja, como Monsanto y Dow Chemical. Antiguos soldados de Australia, Canadá y Nueva Zelanda llegaron a un acuerdo extrajudicial ese mismo año (2004). Y en enero pasado (2006), el Tribunal de Apelaciones de Corea del Sur ordenó a Monsanto y Dow pagar 62 millones de dólares a 6.800 veteranos localesâ€[5]
Las consecuencias humanas de la guerra química en Vietnam fueron tan catastróficas como en cualquier guerra, para los veteranos de guerra de EEUU la afectación es tanto física como psicológica, muchos de ellos resarcidos años despues por el estado norteamericano mediante demandas, pero para los vietnamitas fue peor, ninguna de sus demandas fueron reconocías, a pesar de ser víctimas directas de la guerra química.
[1] Disponible en http://www.revistaciencias.
[2] Memorandum From the Acting Chairman of the National Security Council Under Secretaries Committee (U Alexis Johnson) to President Nixon. Disponible en: https://history.state.gov/
[3] Palmer, Michael G. (2005) “The legacy of agent orange: empirical evidence from central Vietnamâ€, Social Science and Medicine, N° 60,
[4] Disponible en https://www.insumisos.com/
[5] https://www.