Capitalismo, pobreza y delincuencia


El empobrecimiento de seres humanos y territorios se intensifica y expande, mientras la gansterización del sistema crece tanto como su capacidad de simulación. Estos males se tornan crónicos.

Las sociedades no son pobres de por sí: las empobrecen los que se enriquecen explotándolas, saqueándolas, envenenándolas, enfermándolas, enajenándolas y negándoles derechos vitales.

Los empobrecidos, material y espiritualmente, que optan por la delincuencia como medio de vida, no lo hacen porque quieran hacerlo, sino por necesidad de sobrevivir, por efectos de la cultura dominante y negación de valores educativos.

· Degradación neoliberal.

El capitalismo neoliberal ha llevado esto a un extremo dramático: precarizando el salario, privatizando servicios sociales, reduciendo extraordinariamente el empleo estable, multiplicando el «buhonerismo» y el «chiripeo» («economía informal»), y expulsando del consumo a miles de millones de seres humanos.

La cuarta ola tecnológica (microelectrónica, informática, robótica, ingeniería genética…) ha sido usada por el gran capital para suprimir masivamente el trabajo remunerado, multiplicar ganancias, empobrecer a los/as de abajo y del medio, y potenciar la especulación y las prácticas delincuenciales desde el Estado y las elites sociales. Todo esto sin reducir las jornadas de trabajo

Los ideólogos de la privatización prometieron aumentar la productividad para aumentar riquezas arriba y «derramarlas» hacia abajo; pero ésta se quedaron en el «cohollo» opulento, que solo derrama un empobrecimiento masificado, cada vez más degradado y descompuesto, amenazante y agresivo en tanto en su seno crecen las prácticas delincuenciales de sobrevivencia, alimentadas por una dominación sistémica violenta y mafiosa, constantemente reproducida y potenciada por los medios masivos de comunicación controlados por el gran capital.

Una loca carrera especulativa, la persistente identificación del éxito con el amasamiento de fortunas fabulosas, el disfrute del lujo y el consumismo banal, arropan las elites empresariales, partidocráticas, militares, policiales y tecnocráticas, y contagia partes de la sociedad.

El despojo, el crimen, el saqueo -propios del periodo de la acumulación originaria capitalista- reaparecen en dimensiones colosales y con nuevas modalidades.

· Un capitalismo mafioso y genocida.

El gangsterismo político, la narco-corrupción, la expansión del lavado de dinero sucio se ejercen tanto desde los Estados y sus instituciones civiles y militares, como desde cúpulas empresariales afines, imbuidas de neo-malthusianismo frente a la masa creciente de pobreza e indigencia creadas por ellas..

Por eso la llaman población «superflua» o «sobrante», la identifican como sinónimo de delincuencia, le hacen la guerra, la reprimen cruelmente en nombre de la democracia y se empeñan en exterminarla por múltiples vías, comenzando por expulsarla de las áreas visibles aptas para los grandes negocios inmobiliario del mega-capitalismo.

Estigmatizar, acosar, atropellar, fusilar, extorsionar… es tarea de policías delincuentes que dicen luchar contra la delincuencia y defender la democracia.

Nada más falaz que ese discurso anti-delincuente pronunciado por delincuentes mayores disfrazados de alcaldes, diputados, senadores, presidentes, candidatos, jefes de policías y cuerpos castrenses, grandes empresarios y «emprendedores» de nuevo cuño.

La cruzada del gran capital delincuente contra la delincuencia es otra de las grandes falacias de los dominadores.

Hablan de acabar con la delincuencia matando a los pobres con balas, bombas, veneno…De hambre, de enfermedades evitables, por falta de atención y medicinas, hacinamiento, insalubridad…

No importa. Para ello cualquier método es válido en esta bendecida y financierizada era neoliberal.

Se trata de gente para ellos despreciable por «fea», «mal vestida», «hedionda», de «color». No importa cuántas sean, aun representen la tres cuarta parte de la humanidad o más: a su entender es población «innecesaria» en esta luminosa post modernidad capitalista con su microelectrónica, robótica, informática, biogenética y física quántica, secuestradas por los centros de investigación al servicio del capital y sus ganancias fabulosas.

Realmente es población expulsada del empleo, la propiedad, la escolaridad y el consumo, la mayoría jóvenes.

Gente -según su interesada percepción- «resentida» y «peligrosa», que «envidia a las ricos emprendedores», que se dedican a robar, matar y afear. Especie animal «delincuente» alejada de toda condición humana. Engendro de Satanás, al que el sistema le ordena consumir sin tener con qué.

Jóvenes «culpables» por no conseguir ni trabajo ni escuelas. Niñas y niños de las calles. Ancianos exprimidos por el capital y sin pensiones. Adultos/as, que por carecer de salarios o ingresos fijos con que llevarles comida a sus hijos, deambulan con sus harapos y «cuchitriles».

· Un poder canalla y totalmente deshumanizado.

En fin, al entender de los dominadores, viveros de seres «malvados», «intrusos», ocupantes de potenciales paraísos asignados por El Señor para el disfrute de los ricos, para sus negocios inmobiliarios y zonas de esparcimiento. Semilleros de «maldad» condenados al exterminio por la canalla neoliberal vestida de seda y perfumada con esencias exóticas.

Canalla que porta licencia para robar costas, riveras de ríos, ensenadas impresionantes, bosques esplendidos, fuentes de agua, minas de oro, uranio, titanio, litio…, puertos, aeropuertos, carreteras, tesoros históricos…

Con permiso para atracar, estafar, comprar policías y ejércitos y organizar sus guardias personales y sus acciones punitivas.

Con derecho a explotar, a sobre-explotar, a empobrecer, a discriminar, a excluir, a desalojar, a especular…

Con la exclusividad del ejercicio de la gran delincuencia: guerras de conquistas, desfalco de fondos públicos, contratos sobrevaluados, mercancías subvaluadas, evasiones de impuestos, tráfico de influencias, comisiones, sobornos mayores, apropiación de recursos naturales ajenos, narco-negocios…

Con derecho exclusivo a la impunidad terrenal y a la salvación eterna en el reino del Dios Dinero.

Con derecho a exterminar la población para ellos «subnormal» e «innecesaria» que los «intranquiliza» y «amenaza» desde su pobreza y necesidades imperiosas.

Don Malthus le quedó chiquitito. Solo que no es verdad que los pueblos habrán de cruzarse de brazos o suicidarse.

Por «suerte» la indignación está en marcha y habrá de estallar en mayores dimensiones.

Pero mientras, para ellos son válidos todos los absurdos en su ambición de que la sociedad humana funcione a su manera, a favor de su grotesca opulencia y supremacía insolente.

El gran capital y sus centros imperialistas sobreviven engordando y actuando contra la humanidad, volcando su crisis crónica y multilateral contra seis mil millones de seres humanos. Y por senil se ha tornado tozudo, militarizado y agresivo hasta la demencia. (noticiassin.com, última semana de marzo)