CHÁVEZ DEL DISCURSO PATRIÓTICO A LA PRÁCTICA CONTRAHEGEMÓNICA – ISIDRO CAMACHO

por elelefantebocarriba

Cuando nadie daba medio por la palabra socialismo, cuando los grandes pensadores daban tumbos y se sentían acorralados, cuando América resistía en una diminuta pero heroica isla, aparece un fracasado militar a nombrar lo innombrable. Cuando la sociedad del Norte amenazaba con aplastar y exterminar cualquier vestigio de resistencia del Sur,  un mestizo llanero heredero de Bolívar y Zamora vocifera la necesidad de volver a las raíces históricas; no se conforma con el singular, lo pluraliza. Entiende que no se trata de una verdad unívoca; no, nada de eso, es un encuentro con lo que el Norte quiso borrar: nuestro pasado para prefigurar nuestro futuro.

No se conforma con soliviantar la patria chica, cosa que no es poca cosa en momentos que el Consenso de Whashington marca la pauta; no se entretiene en las menudencias; logra distinguir la paja del grano. Mira hacia la patria grande, la de Pétion, la de Martí, la de Artigas. Y avanza más allá y se adentra en el mismo corazón del enemigo y distingue entre dirigentes y pueblo: los dirigentes les huele a azufre y los señala y los acusa en sus narices, no se lo manda a decir con nadie; por el contrario, el pueblo le sabe a necesidad y les otorga calefacción gratis para que sobrevivan al frío. A los enemigos los enfrenta sin medias verdades, ni medias tintas y les exige respeto; a los pueblos hermanos les entrega todo y a cambio, a cambio no les pide nada.

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Es comprendido por los pueblos y mal interpretados por sus aliados. Es una ruleta que da una vuelta más en la historia. Se Impacienta quiere hacer todo en un día, como si presintiese que el tiempo no le alcanzaría; por ello, empuja afanosamente por construir un nuevo futuro. Estudia, practica, lee, relee, vuelve a practicar, consulta, vuelve a leer, planifica y revisa, no deja los detalles para más tarde; pero no puede estar en todo, eso se lo hace saber Fidel.

Se hace entonces pueblo. Ya no soy yo, predica casi en el desierto y, mal interpretado, otros pretenden ser él y no les alcanza para ni si quiera ser su sombra. Sólo el pueblo lo comprende y empuja, empuja tras sus enseñanzas y lo interpretan a su manera; pero lo interpretan, y no mienten. Y el pueblo recoge sus banderas: la solidaridad, la entrega desinteresada, la verticalidad del pensamiento, el antiimperialismo, la construcción de una sociedad de nuevo tipo, sociedad que trascienda las miserias capitalistas.

La única manera de oponer un poder es otro poder; eso lo aprendió de Gramnsi. Es por ello que a la hegemonía criminal, egoísta y unilateral del imperialismo norteamericano sabe que debe imponer otra hegemonía, o lo que es lo mismo un poder contrahegemónico;  a la hegemonía neoliberal globalista capitalista le contrapone la mirada del Foro Mundial de Sao Paulo. Y se pone en marcha lee y relee a Bolívar, rescata el pensamiento de Samuel Robinson, reestudia las prácticas zamoranas; avanza con Maneiro, con el Che, con Fidel, profundiza con Mészáros, pero no se queda en el escritorio, ejecuta. Pare las Misiones, solventa la deuda social de Venezuela; pero no se queda en la patria chica. Se erige en el horizonte y pare el ALBA, PETROCARIBE, el CARICOM, la UNASUR; es un incasable, un ser humano extraordinario, incomprendido, traicionado, vilipendiado y finalmente crucificado. Toca hoy día acompañarlo en su resucitación, el aprender de los errores, de identificar claramente a los enemigos los de allá y los de acá; el quitarle la piel a los zorros y zorras vestidos de ovejitas y que traicionan sus pensamiento, actuando distinto a lo que pregonan en su nombre. Sí ciertamente, no es tiempo de recular, ni de vivir de leyendas; es tiempo de actuar, actuar en consecuencia a lo que se pregona. Ser chavista significa ser los primeros en el sacrificio, pasando inclusive por el sacrificio de la vida; ser chavista, pasa por ser los últimos en los beneficios, inclusive rechazando los beneficios; ser chavista es estudiar día a día, no aplaudir como focas; es ser puntuales con nuestras obligaciones; implica una dosis infinita de humildad, de perseverancia, de honestidad a toda prueba, de amor; de amor, para acariciar, no para manosear a la patria; ser chavista, es comprender que no todo el que se dice chavista necesariamente lo es. Ser chavista, perdónenme la perogrullada, es ser como Chávez no como sus homúnculos  imitadores.

elelefantebocarriba | 31 marzo, 2018 en 9:45 am | Etiquetas: Isidro Camacho | Categorías: Autores, Chávez entre nosotros, Isidro Camacho | URL: https://wp.me/p8yy92-CV