Aunque la Cumbre de las Américas fue un fracaso para sus organizadores y para las expectativas del oposicionismo criminal venezolano, ese que extorsiona por salidas no democráticas al país exigiendo recrudecer el bloqueo financiero comercial y fantasea con una intervención extranjera, no es menos cierto que dicho bloqueo no solo se mantiene, sino que no necesita de la cumbre para recrudecerse.
Y es que, a propósito de lo de Panamá, otros países de la región y del mundo se han planteado hacer lo mismo: anunciar medidas unilaterales contra Venezuela con la excusa de defender la democracia.
Así las cosas, por esta vía, además de los anuncios de países como Argentina y Suiza , tenemos el endurecimiento de las sanciones promovidas directamente por el Departamento del Tesoro o que son resultado de estas. Recientemente, en los Estados Unidos, fue detenido un banquero iraní acusado de evadir las medidas coercitivas del Departamento del Tesoro. Nicaragua, por ejemplo, país políticamente aliado de Venezuela, “enfrió†sus ventas hacia Venezuela, lo que si bien es no es una medida oficial del gobierno de Ortega sino de gremios empresariales privados, tampoco ha contado con un desmentido claro por parte de éste.
Del lado colombiano, ya es bastante evidente desde hace tiempo que sin haberlo declarado formalmente el gobierno de ese país se sumó al bloqueo, algo incluso denunciado por el gobierno venezolano, si bien inexplicablemente éste sostiene la política de compras a Colombia que nunca llegan, llegan tarde y/o las autorizan cuando ya no son necesarias (e incluso cuando, en el caso de la comida, están dañadas). El gobierno de Brasil, por su parte, hace anuncios ambiguos en torno al tema, pero bien sabemos que es uno de los más entusiastas enemigos actuales del país.
A todo esto, hay que sumarle lo de El Petro. Como se recordará, está “criptomoneda†fue anunciada como una vía expedita para evadir el bloqueo, apostando al carácter “democrático†del mundo de las criptomonedas, pues supuestamente escapan del control del sistema financiero mundial convencional y, en última instancia, son una alternativa a la “hegemonía†del dólar.
Recurrentemente en este espacio hemos alertado que tales aseveraciones pueden pecar de ingenuas. Y es que por más momentos de verdad que puedan haber en ellas, suponen unos poderes globales estáticos, que simplemente se sientan a ver cómo los evaden por vías “no tradicionales†surgidas “entre los poros del sistemaâ€, como dijo algún apologeta de las criptos. La contraprueba como bien es sabido, es que ya el Departamento del Tesoro aprobó medidas unilaterales contra las operaciones en petros, algo que en lo formal solo aplica para residentes en los Estados Unidos, pero que por la vía del hecho tiene alcance planetario.
¿Es realmente El Petro una alternativa suficiente?
A propósito de esto último, algunos han sugerido que alcanza para escapar de ello desarrollar una suerte de “ecosistema†alternativo de intercambio digital entre nuestro país y las diferentes empresas que acepten transar en petros. Sin embargo, creemos que esto también es ingenuo al menos por dos razones.
La primera y más obvia, porque sigue subestimando el alcance y posibilidad de chantaje de las instancias de poder global. En la práctica, toda aquella persona, empresa o país con intereses comerciales con los Estados Unidos o algún aliado que se sume, que tenga cuentas en alguno de sus bancos, use instrumentos financieros perfectamente rastreable por estos o sus servidores de internet pasen por sus ojos cuando no territorio, es objeto de sanciones, lo cual debe ponderar a la hora de comerciar con Venezuela o prestarse para ello. Esto fue de hecho lo que pasó por Bitfinex, la mayor plataforma de intercambio digital de Bitcoin y cuya sede queda en Hong Kong, quien ya anunció que no comerciará con petros para no exponerse a sanciones del gobierno norteamericano.
Pero incluso suponiendo que esto último pueda ser posible, el problema con este argumento es que se queda en la superficie del problema. Es decir: supone que como el bloqueo es comercial y financiero, se soluciona solo con ofrecerle a los agentes económicos vías “alternativas†para comerciar con Venezuela a escondidas de los Estados Unidos y el Departamento del Tesoro. Y eso es un craso error, pues ignora la naturaleza y origen de los agentes económicos de los que actualmente depende nuestro país y del tipo de comercio implicado. En resumen: El Petro puede que sea necesario, pero está muy lejos de ser suficiente.
La clave del bloqueo: la naturaleza del comercio exterior venezolano
El nivel de afectación del actual bloqueo comercial-financiero contra nuestro país, no pasa por la hegemonía del dólar ni por el uso o no de los sistemas financieros tradicionales. Desde luego, estas dos cuestiones son muy importantes, pero no son las determinantes. La clave determinante es la naturaleza políticamente dependiente del comercio exterior venezolano con respecto a países actualmente hostiles, por lo cual el bloque, además de afectar las vías de pago, en el fondo afecta la matriz productivo-económica interna dependiente.
A este respecto, veamos los siguientes dos cuadros, extraídos del Atlas de Complejidad Económica Mundial de la Universidad de Harvard. Dicho Atlas, recopila las cifras mundiales y la naturaleza del comercio entre países, lo que nos permite tener una visión bastante completa caso por caso. Hubiésemos preferido utilizar datos oficiales venezolanos, pero como no se publican es imposible hacerlo, por lo que optamos por usar estas cuentas espejo.
El primer cuadro da cuenta del tipo de importaciones venezolanas y sus volúmenes:
Si nos concentramos en los cinco primeros rubros de importaciones, ya tendremos una aproximación importante de las magnitudes del problema: en primer lugar, tenemos una matriz de importación no solo de alimentos, sino de materias primas para el procesamiento de alimentos, que acapara un porcentaje bastante grande de las importaciones totales. El segundo lugar se lo llevan materiales y resinas necesarias para procesos industriales que se desarrollan en el país. El tercero, medicamentos e insumos para la fabricación local de los mismos. El cuarto, productos derivados del petróleo. Mientras que el quinto partes y auto-partes (repuestos, etc.) En todos estos rubros, valga decir, el control y concentración de transnacionales (en su mayoría norteamericanas) es notorio. Y valga decir también que son sectores donde especialmente se siente los efectos del bloqueo.
Pero veamos ahora el segundo cuadro, que da cuenta del lugar de origen de nuestras importaciones:
Exceptuando el caso de China (el gran logro comercial y geo-económico del presidente Chávez), lo que nos muestra este cuadro es que a efectos de nuestras importaciones, no solo somos dependientes de transnacionales, sino de países hostiles. De hecho, de los cinco primeros en el ranking, tres pertenecen al llamado Grupo de Lima, más los Estados Unidos. Y de los 20 primeros, al menos 17 se han sumado a las acciones de bloqueo u hostigamiento contra nuestro país.
Fíjese igualmente como dato curioso, cómo más bien el nivel de importaciones provenientes de Colombia es bastante menos del que habitualmente se piensa. Lo decimos porque una de las razones esgrimidas por quienes se oponen a la aplicación de medidas comerciales y fronterizas duras contra el hostil país vecino, es que nos afecta en el flujo de importaciones y genera desabastecimiento. Las cifras disponibles no validan dicho razonamiento.
Conclusiones
Si bien es un tema que merece un desarrollo mucho más extenso del que aquí le hemos dispensado, podemos concluir preliminarmente al menos lo siguiente:
- Es ingenuo pensar que el bloqueo es estrictamente un asunto comercial financiero. Por más importante que sea el problema de los medios y vías de pago, en el fondo, es un problema de nuestra matriz productiva -comercial mayoritariamente dependiente de las transnacionales y de países cuyos gobiernos son mayoritariamente hostiles.
- De prolongarse por mucho tiempo más esta situación, por más medios alternativos de pago que inventemos y encontremos, se seguirá profundizando la paralización del aparato productivo local (y a la larga del país), lo que incluye las flotas de transportes de carga, personas y hasta de particulares, que actualmente enfrentan una severa escasez y especulación en materia de repuestos.
- Por más medidas coyunturales que puedan ayudar a solventar el actual cuadro, la sostenibilidad de la revolución bolivariana pasa por un cambio radical de su matriz productiva-importadora, lo que no solo es un problema económico sino también cultural. Esto supone de entrada dos cosas: sustituir el nivel de importaciones claves tanto en productos finales como en bienes de capital e insumos por producción nacional; como cambiar el origen de las importaciones que no se puedan sustituir hacia países aliados, tales como China y Rusia. Pero estas dos cosas, en especial la segunda, suponen una reestructuración del aparato productivo local e inclusive de los patrones de consumo interno. Con los actuales oligopolios y monopolios esto es virtualmente imposible de hacer.
- Por más que no es una solución estructural, pensamos que el gobierno venezolano debería transcender la actual política de denuncias del bloqueo y sus efectos a través de comunicados. A este respecto, pensamos que podría tomarse como referencia el caso del conflicto argentino con los Fondos Buitres durante el gobierno de Cristina Fernandez, el cual fue transformado por éste último como una causa mundial en el seno de la ONU. Recientemente, de hecho, un enviado de la ONU recomendó algo similar. Podría contra-argumentarse que no existen garantías de que por esta vía se solucione algo, lo cual es cierto, dado el carácter de un organismo como la ONU y las instancias multilaterales en general. Pero en todo caso existen más posibilidades que solo publicando comunicados rápidamente olvidados dentro de la vorágine informativa diaria.