Soldados israelíes de pie cerca de la frontera entre Israel y Gaza durante las protestas de la «Marcha del Retorno» (Fuente: Alecs)
Digamos que los soldados en ese videoclip no aplaudieron ni vitorearon, usando lenguaje grosero. Digamos que recitaron el poema de Yehuda Amichai «Dios tiene compasión de los niños de jardín de infantes» antes de arrodillarse para apuntar a los manifestantes, y que después de usar fuego real para dispararle a un manifestante desarmado recitaron el “Malei Rachamim», la oración judía por el alma del muerto, suponiendo que el manifestante había sido asesinado como docenas de otros. Digamos que los soldados quedaron conmocionados y se reunieron más tarde en la noche para hablar a calzón quitado sobre el alma y los valores.
Imaginemos que algunos de ellos requirieron ayuda psicológica por trauma o síntomas postraumáticos y algunos decidieron unirse a Breaking the Silence (Rompiendo el Silencio, N. de T.), confesaron sus hazañas y se arrepintieron. Y luego, un cineasta de izquierda haría una película sobre ellos, mostrando cuán profundo era su sacrificio, cuán angustioso era su sufrimiento, como en «Vals con Bashir» o «Foxtrot«. Qué hermoso podría haber sido. Y luego vino este video y arruinó todo.
Digamos que los francotiradores eran soldados motivados por el valor, que tenían que cumplir su deber mientras sufrían un terrible malestar por los sentimientos de culpa. ¿Eso los haría mejores seres humanos? ¿Más humanos? ¿Más morales? Tocarían nuestras fibras del corazón mucho más que esas bajezas en el video. No surgiría ningún escándalo y los bellos soldados continuarían apuntando y disparando a los manifestantes.
Por un momento, la mitad del país se sorprendió por el video. Ocurrió dos viernes después de que los francotiradores del ejército mataran e hirieran a cientos de personas desarmadas que no ponían en peligro a nadie, mientras Israel permanecía en silencio. El país vivió en paz con la masacre, justificándola en un coro unificado. Luego vino el video y detuvo las celebraciones por un momento. ¿Es así como uno habla? ¿Es así como uno toma fotos? No está bien, soldados. Incluso el comandante de la campaña, Avigdor Lieberman, dijo que el soldado que tomó las fotos debería ser degradado. Un escándalo en miniatura por la forma de comportarse. Los soldados pueden matar y herir a civiles apuntando a sus corazones, pero uno no habla así y no lo filma.
Deberían aprender de los pilotos. Esto no les habría pasado a ellos. Cuando arrojaron una bomba de una tonelada sobre un edificio residencial en Gaza no vitorearon en la cabina y no maldijeron. Su lenguaje es tan puro como la nieve. No los oirán decir «El hijo de puta». Qué video. «Gau, dimos a alguien en la cabeza, su pierna voló por el aire. Vamos, hijos de puta». Ese no es su estilo. Algunos de ellos realmente se retuercen durante la sesión informativa, a pesar de que nunca ven el blanco de los ojos de sus víctimas, como hacen sus hermanos de armas los francotiradores. Quizás es por eso que los pilotos están más motivados por los valores.
Deberíamos agradecer a los soldados detrás del video por las emociones genuinas que expresaron con tanta precisión y por decidir compartir sus sentimientos, poniendo fin a la hipocresía y santurronería. Esta fue una alegría genuina para ellos, ver la pierna de un árabe volando por el aire. Fue un motivo de celebración, disparar a un árabe a la cabeza. ¿Qué hemos pensado, que un soldado apuntando a civiles e impactando en uno no sería feliz? ¿Que los vería como seres humanos? No hay manera de que cumpliera su misión con ese pensamiento. Tiene que creer que frente a él hay un montón de insectos corriendo que tiene que exterminar o posiblemente terroristas a quienes solo una cosa les limporta. De lo contrario, ¿quién dispararía? Ese trabajo no puede dejarse en manos de ineptos con orejas perforadas.
Y cuando uno logra golpear a una cucaracha que también es peligrosa, es obvio que estalla la alegría. Después de todo, es por eso que fueron llevados a las colinas arenosas cerca de la valla, para disparar, matar y herir. Si ese no fuera el caso, uno podría haber usado métodos no letales.
Los soldados en este video no «dispararon y lloraron» [como afirmaron algunos soldados en la guerra de 1967]. ¿Por qué deberían llorar exactamente? Israel quiere que disparen a civiles inocentes, el ministro de Defensa les da una cita por cada muerte y lesión, sus comandantes les dicen que usen fuego real contra los manifestantes y nuestros corresponsales y comentaristas militares nos dicen cuán heroicos son. Entonces, ¿qué es exactamente lo que queremos? Todo lo que queríamos era que hablaran cortésmente, que no perturbaran nuestra paz con insultos como «hijo de puta».
Fuente: https://www.haaretz.com/opinion/.premium-son-of-a-bitch-what-a-video-1.5992610
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