Mi amigo Pepe Steinsleger ha publicado en el periódico mexicano La Jornada una serie de artículos dedicados a la VIII Cumbre de las Américas que tendrá lugar este mes en Perú con el tema Gobernabilidad democrática frente a la corrupción
. En el último de sus artículos, Pepe revela una interesante estadística: 28 de los 84 presidentes que pasaron por las Cumbres de las Américas desde 1994 gozan de impunidad, ocho recibieron leves penas de prisión, cinco están presos, tres esperan sentencia en tribunales de Estados Unidos, dos andan prófugos, y uno regresó a su país luego de proscribir su causa.
En esos mismos países es donde existe división de poderes, elecciones directas de su Presidente, mayoría absoluta de medios de comunicación privados y una economía donde las empresas gestionadas por el estado son exigua minoría sino inexistentes. Cosas todas que, según esa misma prensa privada de la cual ya tenemos algunos representantes en Cuba, la mayor Isla del Caribe debería imitar para entonces, como los países donde suceden esas cosas que Pepe tiene el buen gusto de enumerar puntillosamente, poder ser reconocida por esa misma prensa privada como que posee Estado de derecho y democracia.
Alguien podría alegar, pasando por alto la mayoritaria impunidad, que la minoría que ha recibido alguna sanción entre tantos corruptos es una prueba de que al menos en esos casos funciona la división de poderes y el Estado Derecho. Pero sólo se trata de mediaciones en las contradicciones de la clase dominante como la Corte Suprema que dio la victoria fraudulenta a W. Bush en el año 2000, mientras para quien se pone del lado de los más están los golpes de estado parlamentarios como ha sucedido en Paraguay y Brasil, la legitimación del fraude escandaloso que ha sucedido en Honduras, y la judicialización de la persecución política que sufren líderes como Lula, Cristina Fernández o Jorge Glass. Viendo lo que está sucediendo con Lula en Brasil, “la mayor democracia de Latinaméricaâ€, si alguien sigue insistiendo en que Cuba aplique la supuesta división de poderes del estado burgués, como puede leerse en la prensa privada que dejó Obama en la Isla, o es un tonto o un cínico. Es que en el capitalismo el poder no se reparte, la clase que lo detenta organiza el ejercicio de funciones según le ajuste a sus intereses, mientras el poder real está en la economía y los medios que intervienen y violentan impunemente las instituciones del sistema, casi siempre solopadamente, y otras de manera violenta cuando ven en peligro sus intereses.
Vietnam quedó arrasado por la guerra imperialista y es admirable su inteligente y colosal salto en la la ecnomía. Pero no debe ocultarse que a diferencia de Cuba tiene petróleo hasta para exportar por más 7000 millones de dólares al año (cifras de 2014), después de satisfacer sus necesidades internas, y está ubicado en la región del mundo donde más crecieron las inversiones y el comercio en las últimas décadas. Tampoco, que como explicó Fidel, precisamente en una conversación con Lula, en la Isla caribeña:
“no existe la mano de obra requerida para aplicarla intensivamente en la producción de granos, como hacen los vietnamitas y chinos cultivando mata a mata el arroz y extrayendo a veces dos y hasta tres cosechas. Corresponde a la ubicación y tradición histórica de la tierra y sus pobladores. No pasaron antes por la mecanización en gran escala de modernas cosechadoras. En Cuba hace mucho rato que abandonaron el campo los cortadores de caña y los trabajadores de los cafetales de las montañas, como era lógicoâ€
También se oculta por los que plantean que Cuba debe copiar de allí, que pesar de su esfuerzo y transformación económica colosal, en el socialismo vietnamita el 25% de la población no tiene asegurada la atención médica, el 10% es analfabeto, la mortalidad infantil es cuatro veces superior a la de Cuba y más del 50% del empleo urbano es informal, o sea sin contratos ni jubilación garantizada, mientras que la muy imperfecta economía cubana permite que los nacidos en la Isla vivan como promedio ocho años más que su congéneres del hermano país asiático. Como he planteado antes, pero parece que lo evidente necesita ser repetido: ¿Guardaría eso relación con los recursos que el estado cubano destina a presupuestos de salud, educación y seguridad social? Si se recortaran esos recursos, con indiscutible repercusión negativa en los indicadores antes citados, tal vez se podrían alcanzar los niveles de crecimiento económico del 7% anual que se señalan como necesarios para la economía cubana pero… de ser así, ¿percibirían los cubanos como socialismo y prosperidad vivir menos años y que sus familiares enfermen y mueran más aunque una parte de ellos tenga mayor acceso a bienes de consumo?¿Un gobierno que hiciera eso se sostendría en el poder en Cuba?