DISCURSO DE MADURO Y GRAN VIRAJE REVOLUCIONARIO -NESTOR FRANCIA

por elelefantebocarriba

¿Es que las revoluciones están llamadas a derrumbarse, o es que los hombres pueden hacer que las revoluciones se derrumben? ¿Pueden o no impedir los hombres, puede o no impedir la sociedad que las revoluciones se derrumben? … Esta Revolución puede destruirse… nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra.

Fidel Castro Ruz, Universidad de la Habana, 2005

Porque hay que recordar, hermanos y hermanas, que el partido Acción Democrática llegó a tener aquí el sesenta por ciento de apoyo electoral y que tuvo líderes que arrastraban gente y movían a las masas, pero creo que este año terminó ese partido, ya es solo un cascarón podrido, no solo vacío, podrido. Ese es nuestro rumbo. Si no cambiamos, ese sería el destino de los partidos nuestros. Porque aquí no hay magia posible: o tenemos el apoyo popular y lo incrementamos con participación y atención a la gente y amor por la gente, no solo de boca sino demostrándolo, o no lo tenemos y nuestro destino será la muerte política ¡Escríbanlo, porque así será!

Hugo Chávez, Academia Militar, 13/11/204

El presente artículo lo he dividido en dos partes. En la primera haré algunos comentarios sobre el discurso del presidente Maduro del pasado jueves 24 de mayo, en ocasión de la presentación de credenciales ante la ANC. En la segunda presentaré algunas ideas que apuntan a contribuir para la definición de caminos hacia el gran viraje revolucionario que creo está planteado, como cosa de vivir o morir.

I: El discurso del Presidente

Todo quedará claro, los escenarios ineludibles, que se alimentan de los hechos concretos, se impondrán, pasará lo que ha de pasar. Lo dije y lo sostengo: las elecciones no resuelven nada. Lo dije y lo sostengo: viene la eclosión de un maremágnum de contradicciones, incluidas las que se dan en el seno del movimiento revolucionario. Lo dije y lo sostengo: lo que viene es joropo, la paz es una ilusión, el socialismo un desiderátum, la economía seguirá navegando en medio de una tormenta incrementada, cada vez más dura, al menos en lo inmediato (Todo ello a menos que…) Esto último lo insinuó el presidente Maduro en su reciente discurso ante la ANC: «No puedo aquí engañar a nadie, (las sanciones) nos van a crear graves dificultades, dolorosas dificultades que vamos a enfrentar paulatinamente y las vamos a superar y las vamos a derrotar».

El predecible agravamiento inmediato de la situación económica, sobre todo de la asfixiante inflación que flagela al pueblo trabajador, obliga a dejar ya -¡ya!- el triunfalismo y someternos a un examen profundo que nos permita abordar lo único que puede salvarnos del naufragio: un viraje radical, de 180 grados, en la gestión de gobierno y en las políticas y el discurso de la vanguardia. Esto requiere que abramos la mente, nos saquemos el casete desgastado que nos paraliza y apliquemos de verdad-verdad la máxima robinsoniana: o inventamos o erramos.

El Presidente asomó en su discurso: «Vengo con el espíritu del futuro, de la construcción de lo nuevo, Venezuela necesita un nuevo comienzo en revolución, con revolución y para hacer revolución, escuchemos bien el clamor de un pueblo y también sus silencios, aprendamos a escuchar los silencios y el clamor del pueblo». Suponemos que con la alusión a los «silencios», se refiere al 54% de venezolanos que no emitieron su voto en las elecciones presidenciales, un record negativo al menos de los últimos 20 años.

También habló el Presidente de una revolución «que no se duerma y que aprenda a hacerse y rehacerse, a crearse y recrearse de manera permanente, esto no es un problema de Maduro, sería muy sencillo si fuera un problema de un hombre y fuera un problema mío, o solo de mi incumbencia». Tiene toda la razón, no es un problema de Maduro. Si la vanguardia chavista no asume este llamado con seriedad, si va a seguir en su burbuja ineficaz y conformista, nada de lo que haga el Presidente servirá de algo. Hubo gente que hasta me insultó por mi artículo «La victoria pírrica». No practico la soberbia intelectual, así que supongo que tengo parte de razón y parte de equivocación, como suele suceder. Pero en el fondo de mis razonamientos reposan las mismas preocupaciones que muestra Maduro. Unos se agarraron del título del artículo, otros del análisis cuantitativo (que sostengo), no todos asumieron la carga autocrítica que quise transmitir, que era lo principal. Bien, no soy tan importante como para que alguien me haga caso, pero espero que todos escuchemos al Presidente, que no nos quedemos solo en lo bueno sino que reparemos también en lo malo y actuemos en consecuencia: «Lo primero que llamo es a la transformación del liderazgo de la Revolución… No estamos haciendo lo suficiente, no lo estamos haciendo bien, hay cosas buenas que hacemos, pero no quiere decir que lo estamos haciendo bien ni que estamos haciendo lo suficiente… No nos caigamos a coba nosotros mismos, ni le caigamos a coba a nadie en este país, hace falta una gran rectificación profunda, un aprendizaje profundo, hacer las cosas de nuevo y mejor más allá de la consigna, del aplauso, no estamos haciendo las cosas bien y tenemos que cambiar este país, pero tenemos que empezar por nosotros». Amén.

En nuestra opinión, las 6 líneas que esbozó el Presidente no configuran un plan, nos parecen más bien un catálogo de intenciones. Un buen comienzo, nada más, para avanzar hacia una propuesta global de transformación. Ahora nos toca a todos dejarnos de pendejadas, de ese chavismo intelectualmente comodón y exultante, y tocarnos el corazón, sacárnoslo si es necesario, lanzarlo contra la pared a ver si se reanima y nos resucita. Cambio radical, no maquillaje es lo que necesitamos. Veamos.

La primera línea era obligada, pero confesamos nuestras dudas, si se aborda el diálogo nacional desde la perspectiva de lo que se dio en Santo Domingo. Diálogo y pacificación, dijo el Presidente, pero eso no es lo que quiere la derecha extremista, no es lo que sugiere Juan Manuel Santos cuando oficializa su ingreso a la OTAN ni Trump cuando emite su más reciente decreto criminal contra nuestro pueblo. Venezuela necesita otro diálogo, en primer lugar un gran diálogo económico, no con los politiqueros que venden la Patria. Con la derecha extremista no hay reconciliación posible, porque eso no está en sus planes. La paz solo puede garantizarse si hay una reconciliación con el pueblo de a pie, con los proletarios y con las clases medias empobrecidas, si crecemos exponencialmente en el apoyo popular. El Presidente solo no puede, el chavismo solo tampoco. Lo principal aquí es que logremos algo a lo que hicimos referencia en un Análisis nuestro que circuló en medios y redes digitales, el 16 de julio de 2014, o sea ¡hace casi cuatro años!: «Nosotros pensamos que este pueblo paciente y noble no está esperando soluciones para mañana. Pero sí que se le muestre con claridad un camino. No el Plan de la Patria, que es un proyecto estratégico, sino elementos tácticos para el mediano plazo que le restauren la esperanza, que anda algo golpeada. Sobre todo, un camino que le haga creer que será posible superar las dificultades económicas actuales, un plan coherente, global, que combine distintas medidas que configuren una perspectiva nítida. Inclusive, no dudamos que este pueblo estaría dispuesto a hacer algunos sacrificios si se le muestra la luz al final del túnel. Ya no bastan las generalidades, las carantoñas al pueblo, las promesas. La gente quiere verle el queso a la tostada». Bien, como nos gusta explicar, en el tiempo histórico estas palabras las dijimos hace apenas un par de horas. Están del todo vigentes.

La segunda línea de acción: «Avanzar hacia un acuerdo económico productivo para lograr la estabilización de la economía… Acuerdo económico con los sectores empresariales y productivos, públicos, mixtos y privados para un proceso de crecimiento y recuperación sostenida de todo el sistema económico venezolano». Muy bien, pero ¿cómo hacerlo y para qué? Hice una propuesta, en torno al tema económico, en otro Análisis que circuló el 22 de noviembre de 2017, y que evoco ahora: «â€¦la solución profunda y estable no se puede lograr con paños calientes, medidas aisladas, operaciones de emergencia ni buenas intenciones. Tampoco puede solo el Gobierno, el daño es demasiado grave… hoy presentamos responsablemente la propuesta de llamar a un Congreso Nacional de Economía (nacional, no del Gobierno ni del PSUV) que aborde de madera integral el tema del sistema económico que debe darse Venezuela para superar el modelo rentista e improductivo en el marco de la realidad venezolana». De manera que en este asunto del «acuerdo económico» tenemos, en lo que a mí respecta, seis meses de atraso. En aquella oportunidad nadie comentó mi propuesta, ni siquiera para rechazarla. Pero como dije, no soy tan importante, así que ahora que el Presidente ha hablado del acuerdo económico, acaso es pertinente echarle al menos una miradita a mi idea del Congreso Nacional de Economía, que algo de útil tendrá. Volveré sobre el tema, con un poco más de detalles, en la segunda parte de este artículo.

La tercera línea de acción: «Una lucha renovada y frontal contra todas las formas de corrupción y por el surgimiento de una nueva ética». Bien, pienso que la corrupción es sobre todo un problema político, más que ético (que también lo es, pero en segunda instancia de cara a las soluciones inmediatas). Con el actual Estado estructuralmente burocrático e individualista va a ser muy difícil erradicar las prácticas administrativas delictivas. El Estado burgués que perdura entre nosotros privilegia la gestión gerencial individual, y los sistemas de control, igualmente burocratizados, son ineficaces y a menudo igualmente corruptos. De manera que para combatir este flagelo se necesita un cambio radical del Estado, que apunte al crecimiento exponencial de las formas de poder colectivas y de participación ciudadana. Pero esto será también materia de la segunda parte.

La cuarta línea de acción se refiere a medidas sociales necesarias, que buscan ayudar al pueblo a sobrellevar la carga de las dificultades, como el Carnet de la Patria y el programa Hogares de la Patria. Aquí no me detendré porque no apuntan, en mi opinión, a la solución estructural y estable de los problemas. En el caso del Carnet de la Patria, es una forma loable y eficaz para la atención social de la ciudadanía y la transferencia más transparente de subsidios directos, por lo cual deberá permanecer en el tiempo.

La quinta línea de acción es la Defensa de Venezuela. Creo que ha debido expresarse como primera línea, bajo el concepto de que la independencia es el bien más preciado de la Nación. Recordemos que en el Plan de la Patria que nos legó Chávez, esto se ubica como el primer objetivo histórico. De algún modo, todas las demás líneas están al servicio de esta. La Defensa de la Patria, y aquí volvemos a lo mismo, es un tema vinculado más a lo político que a lo militar. Se fundamenta, en el largo plazo, en la conciencia patriótica y política del pueblo, que se vincula a su vez a su condición moral, y esta a su bienestar general, que aumenta su sentido de pertenencia. Esta quinta línea debemos asumirla fuera de toda discusión de principios, es un asunto existencial del país.

La sexta línea se refiere a buscar el socialismo para consolidar la paz del pueblo. Es, para mi gusto, la idea más etérea de todas ¿Qué es el socialismo? ¿Estamos realmente en ese camino? En este terreno siempre es conveniente la duda sobre lo que estamos haciendo. Fidel Castro dijo alguna vez, sobre la Revolución Cubana: «Entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo». Hay un dicho que afirma que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno. Yo voy a parafrasearlo: de intentos fallidos ha estado empedrado el camino del socialismo. Quién sabe, digo yo. De todas formas volveremos sobre ello en la segunda parte del artículo. Aquí está, pase Usted adelante.

II: El gran viraje revolucionario

No se trata de algún movimiento táctico o de una pequeña corrección. Lo que se plantea en la Venezuela de hoy es un gran viraje revolucionario de carácter estratégico, en función de los objetivos de la Revolución ¿Y cuáles son esos objetivos, en primer lugar? Se podrían reducir en dos palabras expresas: independencia y socialismo. La primera se tiene solo de manera relativa, el segundo por supuesto que no se tiene. Ambas afirmaciones las hago con base a algo en lo cual los revolucionarios somos morosos: la caracterización precisa, realista, de la sociedad en la cual vivimos. Si esto no lo aclaramos, no seremos capaces de plasmar planes efectivos en ningún sentido. Hemos cometido los pecados del voluntarismo, de la improvisación, de la alucinación política, una y otras vez.

Veamos el asunto de la independencia, en primer lugar. Desde que Hugo Chávez asumió por primera vez la Presidencia, Venezuela ha alcanzado una independencia política bastante amplia. Ha dejado de estar alineada con las decisiones y políticas globales agresivas e injerencistas del imperialismo norteamericano. En una situación mundial como la que vivimos desde hace décadas, con el proceso de decadencia del hegemonismo yanqui, de la primacía de su moneda, tras derrotas militares significativas como Corea y Vietnam, la eclosión de la crisis global y estructural del capitalismo a fines del siglo pasado, y el surgimiento de nuevos centros de poder que le compiten los mercados y la influencia política, Estados Unidos no se podía permitir ningún desorden en el gallinero de su patio trasero. El ejercicio de soberanía nacional que impulso Chávez desde 1999, fue seguido por importantes victorias de la izquierda, y fuerzas progresistas y nacionalistas latinoamericanas, en la mayoría de los países suramericanos, en el Caribe y en Nicaragua. En ese contexto, Venezuela se convirtió en un foco de perturbación que pone en peligro el predominio político imperial en el continente, aun después de algunos importantes éxitos de la contraofensiva de la derecha, que no han significado en modo alguno una derrota definitiva de dichas fuerzas nacionalistas y progresistas, que se mantienen en lucha en medio de los malos gobiernos neoliberales. El «mal ejemplo» de una Venezuela que resiste con éxito en la defensa de su independencia, no puede sino preocupar al Imperio y activarlo contra nuestro Gobierno.

Pero en el ámbito económico, el nuestro sigue siendo un país altamente dependiente del imperialismo y del capitalismo mundial, a pesar de la ayuda de poderosos aliados geopolíticos como Rusia y China, lo cual es fácil comprobar por los estragos que ha causado la agresión económica imperial. Al ser un país que no ha podido garantizar su soberanía alimentaria y depender altamente de un mercado como el petrolero, dominado ampliamente por las fuerzas del capitalismo, es imposible pensar que podemos ser independientes económicamente en las actuales circunstancias. Esto es sumamente peligroso y negativo, y nos obliga a diseñar un camino de recuperación productiva que no va a ser corto pero que tampoco puede ser tan largo.

En cuanto al socialismo, esto no es hasta ahora más que una entelequia, una ficción. Es evidente que estamos lejos de ser un país socialista. En primer lugar, soy de los que piensan que no es posible construir el socialismo en un solo país, menos aun con el dominio global, aun muy fuerte aunque decadente, del imperialismo norteamericano, que además tiene contrapeso en otras dos potencias que también son capitalistas, como Rusia y China (con predominio, al menos en China, del capitalismo de Estado). Estas dos potencias se alinean con las fuerzas antiimperialistas por razones menos ideológicas que geopolíticas. Otros países gobernados por fuerzas antiimperialistas como Cuba y Vietnam, han iniciado la recuperación de formas de la economía capitalista que de todos modos existían de manera solapada, tanto por fenómenos internos como por la inversión extranjera, como el caso del turismo en Cuba, donde la participación del capital privado español es notable desde hace años.

Pero además, en la economía venezolana juegan un papel de primera línea los grandes capitales privados. Para abril de 2010, la banca privada se abrogaba 68,7% de la cuota del mercado y la seguía la banca pública o estatal con 31,91%. Esta proporción ha variado muy poco. De junio de 2016 a junio de 2017, la banca venezolana más que duplicó el monto de sus activos, con un crecimiento de 320,3% con relación al mismo lapso del año anterior. En cuanto a esto, hay que agregar el dato de que de los 10 primeros bancos de Venezuela, de acuerdo a sus activos, 7 son privados, con una participación conjunta en el mercado de alrededor del 70%. Esto significa que, dentro de una absoluta lógica del capital, los banqueros son cada vez más ricos y casi todos los demás cada vez más pobres (se exceptúan, por supuesto, los otros pocos grandes burgueses, incluidos los corruptos del Estado y los mantenidos del imperialismo). Al pensar en cosas como esta, me molesto cuando está a punto de agotárseme el papel toilette, sabiendo que un paquete de cuatro unidades se consigue en el mercado capitalista por el equivalente a diez días de mis ingresos.

Hace poco más de un año fui parte de una delegación venezolana que viajó a República Dominicana para un encuentro continental de movimientos sociales. En ese momento escaseaba la harina de maíz pre cocida en Venezuela. Me sorprendió un tanto ver, en un súper mercado de Santo Domingo, estanterías abarrotadas de harina P.A.N. Por supuesto, a Lorenzo Mendoza le importa muy poco que los venezolanos pasemos trabajo, mientras el vende sus productos alrededor del mundo y percibe ganancias de millones de dólares que engordan cada vez más sus arcas. Muchas personas en Venezuela creen que Polar es sinónimo de cerveza y harina P.A.N. Pero en realidad se trata de un monstruo capitalista que produce múltiples marcas de consumo masivo: cerveza y bebidas no alcohólicas a base de malta; vinos y sangrías; gaseosas (Pepsi y 7up, p/e), bebidas deportivas y energéticas (Gatorade, p/e), arroz, avena, aceite, pastas, margarinas (Mavesa p/e), vinagres, mayonesa, salsas, alimentos del mar, mermeladas, bebidas achocolatadas, helados, alimentos balanceados para animales, jabones, detergentes y suavizantes de ropa; aperitivos (Ruffles, Doritos y Lay’s, p/e). Es decir, cada uno de nosotros, los pendejos empobrecidos, contribuye cada día al enriquecimiento desmedido de Mendoza, consumiendo sus distintos productos. Capitalismo puro, capitalismo salvaje.

Empresas Polar cuenta con la bicoca de 28 plantas y 191 agencias, sucursales y centros de distribución en Venezuela, una planta productora de alimentos en Colombiay otra de malta y Harina Pan en Estados Unidos. Los productos de la organización también se comercializan en otros países de América, el Caribe y Europa.

De modo que no hay que discutir mucho para definir a Venezuela como un país con una economía capitalista y altamente dependiente. Esta es la verdad verdadera y no hay que darle muchas vueltas. Esta definición es imprescindible de cara a cualquier plan económico que se elabore. Por supuesto, también hay tímidos avances en el campo de la economía social, que difícilmente pueden ser la base de las políticas económicas en lo inmediato y en función de la superación de las actuales dificultades o al menos para trazar un plan que nos permita ver la luz al final del túnel.

Uno de los grandes errores del chavismo, desde sus principios como Gobierno en 1999, ha sido la improvisación económica, hecha además con base a ficciones intelectuales de los asesores económicos, Jorge Giordani entre ellos, que hoy anda pontificando contra Nicolás Maduro, como si no hubiera roto un plato. Gallineros verticales, cultivos hidropónicos, cooperativas agrícolas, agricultura urbana, puras fantasías en cuanto a su capacidad para garantizar la soberanía alimentaria. Creo que ha llegado la hora de aceptar la realidad, aunque no nos guste: aquí no se ha construido ningún socialismo. El chavismo siempre ha sido un movimiento patriótico, con importantes logros sociales y vocación de servir al pueblo. Pero en unas cuantas cosas ha fracasado, y es necesario reflotarlo y replantearlo, lo cual es absolutamente necesario para garantizar la permanencia de fuerzas patrióticas en el poder.

¿Qué hacemos, entonces, con esta realidad económica? Una opción del gusto de algunos sería la radicalización absoluta de la gestión económica, nacionalizando la banca y expropiando los grandes capitales, asumiendo el Estado todos los medios de producción y de distribución de mercancías y servicios ¿Es eso conveniente en las actuales condiciones del país? Yo creo que no, eso acentuaría hasta lo máximo los sufrimientos de pueblo y podría acabar con lo poco que hemos logrado en la defensa del presupuesto popular. Es simple: no hemos desarrollado ni remotamente lo suficiente la organización popular ni la economía social como para pensar que podemos sustituir completamente el sistema económico capitalista. Por eso han pasado ya otras revoluciones que cayeron en el error de intentar decretar el socialismo sin que las condiciones estuvieran maduras para ello, como no lo están en el mundo actual.

En la historia del último siglo (1917-2017) hay dos casos emblemáticos de grandes virajes económicos en medio de importantes experiencias de índole socialista. Uno es el de la Nueva Política Económica propuesta por Lenin en la Unión Soviética, decretada el 21 de marzo de 1921. Esta política, adoptada ante los graves problemas económicos en la naciente revolución soviética, que generaban gran descontento en el pueblo, planteaba el viraje hacia formas del capitalismo de Estado y hacia una economía mixta que permitiera el retorno de algunas formas de la economía de mercado que habían sido dogmáticamente suprimidas, y concitó el rechazo de la llamada «oposición de izquierda» en el partido bolchevique. Este sector se pronunciaba a favor del control férreo y absoluto del Estado en la economía y calificaba la propuesta de Lenin como una traición al socialismo. Lo cierto es que para 1928, cuando Stalin puso fin a la NEP y dio inició a la etapa de los «planes quinquenales», la producción industrial y agrícola había sido restablecida a los niveles que alcanzaban antes de la Primera Guerra Mundial. También había disminuido el desempleo, aunque igualmente se amplió la brecha entre las clase sociales. Sobre esto último, vale recordar la famosa frase del líder chino Deng Xiaoping, cuando la «oposición de izquierda» en el Partido Comunista de China criticó su idea de apertura al capital extranjero, aduciendo que entrarían a China los vicios del capitalismo: «Cuando abres las ventanas para que entre aire fresco, no puedes evitar que se metan algunas moscas». Todo tiene sus bemoles. Lo cierto es que la NEP abrió las puertas de la conversión de la URSS en una gran potencia.

El otro caso es precisamente el de China bajo el liderazgo de Deng Xiaoping. Con la conducción de Deng, China emprendió las reformas económicas de liberalización de la economía socialista​ que permitieron a este país alcanzar impresionantes cotas de crecimiento económico. A partir de 1978, el sistema de comunas fue frenado progresivamente y los campesinos empezaron a tener más libertad para administrar las tierras que cultivaban y vender sus productos en los mercados. Al mismo tiempo, la economía china se abrió a la inversión extranjera. Ya a finales de aquel año, la empresa aeronáutica Boeing había anunciado la venta de varios aviones 747 a las líneas aéreas de la República Popular China, y la Coca-Cola había hecho pública su intención de abrir una planta de producción en Shanghái. Por supuesto, este viraje hacia una apertura económica tuvo la oposición de sectores de «izquierda» en el PCCH. Las reformas de Deng permitieron a China acceder a un período de prosperidad y la convirtieron en la gran potencia que es hoy, aunque ciertamente se fortalecieron características del capitalismo y se amplió, al igual que con la NEP, la brecha entre las clases sociales. Digamos de nuevo que todo en la vida tiene sus bemoles. Sin embargo, digamos también de una vez que aquellos virajes económicos no estuvieron acompañados de suficientes cambios políticos en el Estado que nosotros podríamos emprender, para no abandonar el camino de la justicia social y del desarrollo de formas de la economía social. Sin duda, nosotros no somos ni la URSS ni China, tenemos nuestras propias condiciones. Precisamente la propuesta de un Congreso Nacional de Economía apunta a establecer los virajes y elementos convenientes en una economía como la venezolana, y la volvemos a dejar en el tapete a ver si alguien puede recogerla y perfeccionarla.

La otra opción es el reconocimiento de la realidad que he descrito y emprender una amplia política de liberalización económica acordada con el capital ¿Es esto traicionar los ideales del socialismo? En este sentido, es interesante recordar la experiencia de la Revolución China, en 1949, cuando Mao reconoció que China, siendo un país semifeudal y enfrascado en una lucha patriótica, no presentaba las condiciones para el advenimiento inmediato del socialismo. Es claro que China entonces no presentaba la misma situación de la Venezuela actual, pero lo importante es recalcar con este ejemplo cómo el reconocimiento de la realidad puede conducir a formas creativas de enfrentarlas, más allá de los dogmas librescos e intelectuales. Al fundar la República Popular China, Mao definió el proceso que se abría como de Nueva Democracia, y sobre ello decía: «Esta república de Nueva Democracia será diferente, por una parte, de la vieja república capitalista, al estilo europeo y norteamericano, bajo la dictadura de la burguesía, esto es, la república de vieja democracia, ya caduca. Por otra parte, será diferente también de la república socialista, al estilo soviético, bajo la dictadura del proletariado, república que ya florece en la Unión Soviética y que se establecerá también en todos los países capitalistas y llegará a ser indudablemente la forma dominante de estructura del Estado y del Poder en todos los países industrialmente avanzados. Esta forma, sin embargo, no puede ser adoptada, por un determinado período histórico, en la revolución de los países coloniales y semicoloniales. Consecuentemente, en todos estos países, la revolución sólo puede adoptar en dicho período una tercera forma de Estado: la república de Nueva Democracia. Esta es la forma que corresponde a un determinado período histórico y, por lo tanto, es una forma de transición, pero obligatoria y necesaria». El 1° de mayo de 1949, el Partido Comunista de China hizo circular un documento en el que se instruía: «Pueblo trabajador de todo el país, uníos, aliaos con la intelectualidad, burguesía liberal, todos los partidos y grupos democráticos, luminarias sociales y otros elementos patrióticos; consolidad y extended el frente único contra las fuerzas imperialistas, feudales y capitalistas burocráticas; luchad juntos para destruir a los reaccionarios del Kuomintang y construir una nueva China. Todos los partidos y grupos democráticos, organizaciones populares y luminarias sociales, convocad rápidamente una Conferencia Política Consultiva para discutir y llevar a cabo la convocatoria de una Asamblea Popular Representativa y establecer un gobierno de coalición democrático».

En la Venezuela de hoy no está planteado un gobierno de coalición, pero sí, en nuestra opinión, el establecimiento de una gran coalición económica, donde deben participar todas las formas del capital, mientras estén dispuestas a contribuir con la recuperación económica y el avance hacia una Venezuela productiva, y también las formas de economía social que se ha venido instrumentando. Un frente nacional para la recuperación económica que establezca un programa mínimo que atienda diversos intereses y alcance acuerdos equilibrados sobre márgenes de ganancias, costos de producción y precios, sistema cambiario, adjudicación de divisas, política de importaciones, salarios, distribución, inversiones extranjeras, papel de la economía social, etc., en la búsqueda del establecimiento de una economía mixta, más o menos duradero, en las condiciones de un sistema económico capitalista que tienda a la regularización del mercado, la sostenibilidad de políticas sociales, la defensa de la soberanía y la colaboración de clases con acento en los intereses y el bienestar de las clases trabajadoras.

Ciertamente, en casos como el de China, la apertura económica y la recuperación de formas de la economía capitalista no han sido acompañadas de cambios políticos y en el Estado que permitan avanzar en la socialización del poder, el fortalecimiento paulatino de la economía comunal y la descentralización del poder político, y por el establecimiento de nuevas formas de economía comunitaria que compensen, al menos en algo, el avance de los desequilibrios propios del capitalismo, lo cual ha ahondado las brechas entre los ricos y los pobres, y entre el campo y la ciudad. Nosotros tenemos la oportunidad de acompañar la reformas económicas con una reforma a fondo del Estado que apunte a una institucionalización real del Poder Popular, que permita crear el marco para que los trabajadores puedan organizarse a fin de impulsar las formas sociales de la economía (producción y distribución) y ampliar paulatinamente el espacio de la economía social.

Creo que la socialización del Estado puede comenzar con cambios en el poder local municipal. Pongo a la orden mi propuesta a la Constituyente de eliminar la figura del alcalde y de los concejos municipales, y sustituirlos por formas colectivas de gobierno, con candidatos escogidos en asambleas de base y cuerpos colectivos electos en comicios universales y secretos. Todo ello acompañado por una red de órganos colectivos parroquiales articulados entre sí y con instituciones del Estado nacional y regional. Más detalles de esta propuesta pueden ser conocidos en la Web http://www.nestorfranciaconstituyente.com.

Mis propuestas para el gran viraje revolucionario se resumen en el siguiente axioma: capitalización de la economía, socialización de la política. Por supuesto, un esquema tal no evitaría la lucha entre los distintos intereses de clases, pero sí podría contribuir a que esta lucha no nos conduzca a una guerra destructiva y dolorosa, sino que se avance a estratos superiores determinando las necesidades y medidas de cada etapa. Por supuesto, mientras dormimos con el enemigo, deberíamos tener cuidado de que no nos ahorque en medio del sueño.

Probablemente vendrán ataques desde distintos ángulos. Por las propuestas económicas habrá quien diga que soy un neoliberal, un derechista y hasta un traidor. Por las políticas, algunos me considerarán un radical o un populista. Para otros seré, simplemente, un loco más. Son gajes del oficio.

Como siempre, no me creo dueño de la verdad ni de la razón. Solo someto estas ideas al debate que ha convocado el Presidente. De todas formas mis esperanzas de que se me escuche no son exageradas. Estoy picado de culebra.

elelefantebocarriba | 29 mayo, 2018 en 12:36 am | Categorías: AutoresNéstor Francia | URL: https://wp.me/p8yy92-Jv