Leer frente a un reloj parado
una camisa roja rota útil otrora,
leer desgarradura, guerra sin enemigos
a plena luz del día la vela prendida,
la insignia como un gajo, la pendiente
releída por falta de páginas.
Y leer también lo oscuro y desleído
de una esperanza trunca o ciega
pero leer, en fin, un fin sin hilo
detrás del horizonte
cuando en la orilla sólo se desoyen
las piedras que trae el río.