Hace algunos meses escribí lo lamentable que resultó el cambio del corajudo Correa por un anciano que habla de la política como si fuera una pastoral. Y decía esto en un contexto de restauración de la derecha en Latinoamérica: el blandengue Lula sustituido por la arrogante señora que terminó compungida; la pasionaria Cristina, que no encontró un sustituto de su talla; el Mujica apoltronado en sus charlas de viejo sabio, que no supo que hacer con Tabaré y Almagro; o el caso chileno donde cada vez que gobierna ese supuesto frente de izquierda, le sigue un gobierno de pinochetistas. Sobre Maduro ya he dicho suficiente. En fin, dejaron solo a Evo. No les bastó ver lo sucedido en Europa con el maridaje del socialismo con el capital. Un izquierdismo eunuco no puede sostener maridaje alguno, en ninguna parte. En China no hay, y tampoco en USA, miriñaques con maridajes.
Pero volvamos a Correa, que es en realidad el sujeto de este artículo. Luego de su reciente, corta y golpeada incursión por el Ecuador, afirmó con mucha irritación: la izquierda siempre ha luchado contra corriente, al menos en el mundo occidental… señalando a continuación que en una fortaleza asediada, cualquier disidencia es traición… Entendí que Correa, escaldado por un sucesor que sin duda lo traicionó, asocia la disidencia a eso. Pero, el señor Moreno no es un disidente, es un dato de la brumosa revolución ciudadana. A partir de ese fallido regreso político se produjo un cambio significativo en la personalidad del antes corajudo Correa.
Se metió a conductor de un programa de entrevistas llamado “Conversaciones Profundasâ€. Lo hizo sin que nadie lo alertara sobre la gran dificultad que tiene, para un ex-presidente, polemizar con actores importantes del acontecer mundial. Y no me refiero sólo a la notoria falta de garra que evidencia, esa que le sobraba cuando el entrevistado era él. Algo peor, siente que debe guardar respetuosos silencios frente a señalamientos polémicos del invitado. Así lo hizo con el colombiano Santos cuando este afirmó que en Venezuela la constituyente rompió la democracia. En vez de repreguntar, le dio un abrazo de afecto y respeto. Los revolucionarios venezolanos nos sentimos ofendidos.