Aunque no lo parezca, vivimos en un estado pre-revolucionario. Los resortes que mantenían la ética del sistema de explotación hegemónico han saltado. La corrupción ya no sólo es “privilegio†de los de arriba. Se ha generalizado, naturalizado, los de abajo la ejercen masivamente con sus pares: se corrompió el telegrafista del pueblo, como decía Alfredo Maneiro. Todo está en venta. Los precios de los productos básicos son unos mañana, y luego se multiplican. La palabra del Presidente tampoco vale. Nadie le para bolas. Desde el gobierno se reconoce la pérdida de la gobernabilidad. Cuando habla un vocero nadie siente confianza. Gobierna el individualismo, el sálvese quien pueda. La solidaridad y la compasión han sido sustituidas por el comercio.
Domina la pulsión de la muerte. ¿Existe una vanguardia o nacerá una que invierta esa energía de pulsión de muerte a pulsión de vida? Es la pregunta del insomnio, no la de los Tanques de Pensamiento ni de los asesores.
Algunos apuestan al IV Congreso del PSUV, otros a la ANC. ¿Ilusiones? Hasta ahora estos espacios no dan muestra de esa voluntad política necesaria para conducir una revolución de los de abajo.
Surgen desde la sombras siluetas extrañas cercanas al Poder. Peligrosas. Extrañamente voraces. Empresarios inescrupulosos, como caimanes, aguardan el instante de brincar desde el caño.
Hay ostentación de la corrupción. El look de “los de arriba†y sus palabras fallidas son sofocantes. Los Claps son indignos. Como caimanes, agentes de la derecha aguardan el instante de brincar desde el caño. La Fuerza Armada hace silencio.
Estamos en las puertas de una revolución que nos puede conducir a un estado soberano y popular comprometido con el trabajo y menos con el capital, o a un estado fascista que restablezca el orden social a sangre y fuego.
Estamos en emergencia.
Chávez Vive!