Enviado por Timochenko a apaciguar la insubordinación del suroriente del país, terminó con USD 1.3 millones en el bolsillo y aliado de Iván Mordisco y John 40.
En la X Conferencia de las Farc celebrada en septiembre del 2016 en los Llanos del Yarí, Miguel Botanche Santillana, mejor conocido por su alias Gentil Duarte, desplegó todo su encanto con los periodistas asistentes al evento. Se trataba del último pleno de las Farc como guerrilla armada en el que se buscaba refrendar el texto del Acuerdo de paz negociado en La Habana. El camino de un plebiscito triunfante parecía entonces claro. El comandante Gentil Duarte estuvo, como todos, de fiesta. Bailó las canciones de los Hermanos Escamilla, Alfredo Gutierrez y Aries Vigoth.
Aunque los brotes de insubordinación habían estado siempre presentes durante la negociación, el Secretariado de las Farc había logrado controlarlos siempre. En junio del 2016 el legendario Frente Primero del Guaviare que había quedado al mando de alias Mordisco en reemplazo de César y alias Gafas, capturados por el ejército el 2 de julio del 2008 en la Operación Jaque que permitió la liberación de Ingrid Betancur y los demás secuestrados. Este se apartó de los lineamientos de los Acuerdos que avanzaban en La Habana. Mordisco, un guerrillero con cerca de 30 años en las filas había sobresalido por sus destrezas como francotirador dentro del Bloque Oriental al mando del Mono Jojoy.
La situación se tornaba complicada y Timochenko escogió a un veterano comandante conocedor de la región y con influencia en la tropa para viajar a aplacar los ánimos: Gentil Duarte. Nacido en Florencia, Caquetá el 15 de octubre de 1963, ingresó al Frente 14 en 1985 y fue ascendiendo gracias a su locuacidad, el verbo distendido y su carisma. Se ganó la confianza de jefes legendarios como el Mono Jojoy y Alfonso Cano. Hábil en el reclutamiento de campesinos pero también en los negocios. Le cobraba el impuesto a los narcos que asentaban sus laboratorios de coca en los límites con el Brasil, extorsionaba las compañías mineras y petroleras en el Meta, hasta donde llegó su rango de influencia. Desaparecidos Cano y Jojoy, el comandante Gentil Duarte entró en el radar del Ejército y a finales del 2012 lo trasladaron del suroriente colombiano a La Habana a formar parte de la mesa de negociación. Tres años después pasó a integrar el Estado Mayor Central.
Con instrucciones claras de Timochenko una vez concluida la X Conferencia en los Llanos del Yari, inició la búsqueda de Iván Mordisco en la selva del Guaviare. La sorpresa fue grande al encontrar en el campamento a Géner García, alias Francisco Javier Builes o John 40, su discípulo, quien estaba como segundo al mando del Frente Primero.
Nieto de Roque Molina, alias El Diablo, uno de los campesinos que se alzaron en armas con Manuel Marulanda Vélez en Marquetalia en 1962, John 40 tenía en su sangre el ADN del guerrillero. Pero sus gustos no tenían nada que ver con la ideología del abuelo. Coleccionaba caballos de paso fino en plena selva y su fanatismo por la música norteña lo llevó a grabar un disco en el 2013 con el que selló su imagen de narco extraviado en la guerrilla.
Nacido el 23 de agosto de 1963 en San Martín Meta, ingresó al Frente 31 de las FARC al mando de alias el Negro Acacio, quien terminó siendo su mentor. Su alianza con el narcotraficante Daniel El loco Barrera le generó millones de dólares a las Farc. El encuentro fue de abrazo y con la confianza que surgió de inmediato, Gentil Duarte supo que con en el grupo de subordinados estaban también Giovanny Chuspas, Julian Chollo y Euclides Mora, quienes tenían al mando un grupo de ochenta hombres que iba en aumento con el correr de los meses. La inconformidad con la negociación era evidente y anticipaban un fracaso que preferían asumirlo sin entregar las armas y manteniendo el rentable negocio del narcotráfico.
Rápidamente Gentil Duarte paso de orador a escucha y se sentó en un tronco a atender a John 40. Iván Mordisco se veía disminuido atrapado por una extraña enfermedad degenerativa que lo tenía postrado en un catre. La experiencia y las condiciones del recién llegado eran las indicadas para asumir las riendas de la naciente disidencia, y la locuacidad de Duarte seguramente la multiplicaría. Le colocaron sobre la mesa USD$1.300.000 en efectivo.
John 40 garantizaba la eficacia económica por cuenta de sus contactos con el Cartel de Sinaloa y con narcos brasileros tan poderosos como el Comando Vermelho, una organización de 50 mil hombres. De entrada le hablaron de otros mandos insubordinados como alias Guacho, quien operaba en Tumaco y aseguraba la salida el Pacífico, para consolidar el corredor de coca desde el Amazonas brasilero hacia el mercado de México y Centroamérica. Nadie los detendría.
En noviembre del 2016, víspera de la firma del Acuerdo final, la dirección de las FARC oficializó la expulsión de Gentil Duarte. Una decisión irrelevante para un hombre que ya estaba en otra cosa, formando un nuevo y poderoso ejército del cual era su cabeza. La disidencia del Guaviare se hizo pública a finales del mismo año en que el aplaudía la entrega de armas de 7.000 combatientes que sembraba el sueño de una Colombia en paz. Pero en el suroriente el asunto era distinto.
Se consolidaba un nuevo ejercito con 1.500 hombres armados con el narcotráfico como eje central de su actividad, con una estructura similar a la de la guerrilla, en la que todos se habían formado, con áreas de influencia no solo en el Frente 1 sino en los atiguos frentes 7, 27, 16, 47 y 53 del suroriente. Gentil Duarte y John 40 estaban al mando de las acciones armadas y controlaban cultivos de coca, critalizaderos para el procesamiento de cocaína y la extorsión en el sur del departamento del Meta. La vacuna a pequeños ganaderos asciende a los $7 millones anuales y las transacciones rurales tienen un peaje del 10% sobre su valor. La presencia territorial va en aumento con una población campesina bajo su influencia.
Reaparecieron los comunicados con permisos de tala de bosques no mayores a las 15 hectáreas para la siembra de coca e instrucciones de comportamiento social para las comunidades. El antiguo poder de las Farc simplemente viste un nuevo traje de camuflado bajo el mando de Gentil Duarte quien avanza hacia convertirse en uno narcos más poderosos desde la época de Pablo Escobar. Solo que vestido de camuflado.