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“Yo no le digo tío, don Samuel
porque hermano de mi patria usted no es
y cuando en la mesa del pueblo falta el pan
recuerdo que en la historia claro está
que usted lleva gorilas al poderâ€
Alí Primera
El ataque magnicida contra el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, es una alerta roja para nosotros “la gente de a pieâ€, y para el resto de los venezolanos integrados como Nación, a la dinámica social determinada por las contradicciones de clase: materia en la que nadie, pero nadie, nadie es; lo que quiere, sino lo que puede. Diga lo que diga la artificiosa hipótesis de movilidad social.
En ese sentido, el ataque magnicida evidencia una de esas contradicciones irreconciliables de las que nadie quiere hablar, cuando se está ensayando el más utópico de los intentos: dialogar con el enemigo mortal; transar treguas hasta hacerle entender que tiene que pacificar sus genes hambreadores, disimular su profesión usuraria, revisar sus leyes de máxima ganancia: ampliando su ámbito caritativo, apostando a la misericordia, incrementando sus limosnas para los pobres; en fin; que tiene que meterle con todo a la rancia filantropía de orfanatos, ropas viejas, ayuda humanitaria, verbenas sabatinas. Enseñarle a pescar a los pobres, con la pedagógica avaricia del buen burgués que hoy no fía, mañana sí.
El socialismo difundido como “etapa transicionalâ€, es un aporte libérrimo del liberalismo positivista para dejar pasar lo que no le interesa, para dejar hacer cuanto le conviene. La historia no supone etapas. La historia es un continuo, un proceso, un movimiento concatenado a las transformaciones que el devenir humano le imprime en el tiempo, a su espacio social. Las transiciones que predica la derecha relatándolas como períodos, son trajes de alta costura hechos a la medida de sus elitistas usuarios. No tienen prét-a-porter para el común, las masas, los muchos, los todos; la base horizontal de abajo, de muy abajo; los vulnerables sistemáticamente vulnerados por la depredación capitalista.
La etapa transicional promovida por los neoliberales emergentes en Nuestramérica -Macri, Temer, Lenín Moreno; Borges, Capriles, Maricori, y compañía-, busca blindar, ante el avance libertario de los pueblos del Sur, las ventajas competitivas y comparativas de los monopolios, las mafias, las narco empresas; tras el escudo democrático made in USA y su libertad, sobre todo “la libertad de matar carajitos negros en Atlantaâ€, de drogar carajitos enjaulados en Texas, de enjuiciar carajitos migrantes ilegales de cinco años de edad. Y además, la libertad de sancionar económicamente, de bloquear a quien se le antoje al Tío Sam de ellos.
No hay transición que valga. En socialismo o inventamos o erramos. O lo hacemos a la manera proletaria del campo y de la ciudad, o no lo hacemos, le decretamos guerra a muerte al capitalismo y su lastre cultural, o nos dejamos joder.
Querido compañero Maduro: no abandones la tierra compañero, que la historia te lo agradecerá.