Iván Márquez (izq.) y Timochenko (der.) encabezan dos líneas de pensamiento muy distintas al interior del partido Farc, que hace rato vienen chocando.
Luis Acosta / AFP
De un lado, Timochenko y la línea que apostó por la institucionalidad y de otro, Iván Márquez.
Cada vez resulta más difícil para la Farc ocultar su fractura interna.
A las dos ausencias que se daban prácticamente por descontadas en la cumbre de la dirección del partido –que comenzó el viernes y termina este domingo–, la de Iván Márquez y el ‘Paisa’, se sumó la de ‘Romaña’, quien hasta hace muy poco lideraba en la vereda El Diamante, del municipio de Uribe,Meta, la reincorporación de 350 excombatientes.
Es decir, por lo menos hasta ahora, tres exjefes guerrilleros que se acogieron al proceso de paz y que son emblemáticos por el papel que jugaron durante la guerra han tomado distancia del partido político en el que se convirtieron las Farc tras entregar las armas, en agosto del 2017.
Si bien apenas el viernes se conoció que los integrantes de la escolta de ‘Romaña’ estaban regresando a Bogotá porque él había renunciado a su esquema de seguridad, fuentes que hacen seguimiento a las zonas de reincorporación de los excombatientes le confirmaron a este diario que desde hace un mes no ven al exguerrillero.
“Se sabe que salió del Meta (donde hacía su reincorporación) hacia Araucaâ€, dijeron. Y no hay evidencia de que haya regresado.
El paradero de ‘Romaña’ es ahora una incógnita, como lo es el de Márquez y el ‘Paisa’, a quienes no ven desde hace dos meses en la zona de reincorporación de Miravalle, en San Vicente del Caguán, Caquetá.
‘Romaña’ no solo había sido crítico de los dirigentes del partido que se quedaron en Bogotá y que, según él, no estaban enterados de lo que sucedía en las zonas con los exguerrilleros en el proceso de reintegración a la vida civil, sino que también había manifestado su descontento con la captura de Jesús Santrich.
Fue precisamente a raíz de la detención de Santrich, pedido en extradición por Estados Unidos por supuesta conspiración para enviar cocaína a ese país, que Márquez dejó su trabajo político en Bogotá como futuro senador de la Farc y se internó en la vereda Miravalle, donde hasta finales del año pasado el ‘Paisa’ coordinaba la reincorporación de 147 excombatientes y tenía cultivos de cachama.
El traslado de Márquez al Caquetá, a mediados de abril, fue una señal inquietante de que, ante la posibilidad de una extradición de Santrich a Estados Unidos, él no estaba dispuesto a mantenerse en el proceso de paz. De hecho, argumentó “falta de garantíasâ€.
Es sabido que Marlon Marín, sobrino del exjefe insurgente y quien aparecía con Santrich en videos que dieron pie a su captura, era un infiltrado de la DEA que entregó a la justicia de Estados Unidos material que comprometería a su tío y al ‘Paisa’ con una red de narcotráfico.
Fisuras desde el comienzo
Márquez, segundo en la dirección del partido Farc, siempre representó al ala más radical y fundamentalista de la exguerrilla.
Las diferencias entre él y Timochenko sobre las líneas estratégicas del partido fueron evidentes desde el mismo día en que comenzó en el Centro de Convenciones de Bogotá el congreso para crear la nueva organización política, el 27 de agosto del 2017.
Ese día, mientras Timochenko habló de que la exguerrilla debía dirigirse al país “sin dogmas ni sectarismos, sin ostentación ideológica y con propuestas claras y sencillasâ€, Márquez, en su discurso, hizo énfasis en “un partido revolucionarioâ€, que al tiempo representara “una opción política para los problemas cotidianos de la poblaciónâ€.
Y a juzgar por la votación interna que hubo en los días siguientes para elegir la dirección de la colectividad, el discurso de Márquez caló más que el de Timochenko entre los exguerrilleros. Quedó en el primer lugar, con 888 votos, mientras que el jefe máximo de la Farc ocupó el quinto puesto, con 820 votos.
Las cosas volvieron a su lugar cuando los 111 miembros elegidos para la Dirección Nacional del partido votaron luego para la conformación del Consejo Político. Timochenko fue nombrado director, y Márquez, segundo.
Pero Márquez, en la práctica, mantuvo su línea dura y las diferencias entre él y Timochenko fueron evidenciadas por el mismo director de la Farc.
En una carta abierta a los exguerrilleros, Timochenko denunció una “campaña sistemática†dentro de la naciente organización política para cuestionar su liderazgo.
“Lo que no me trama es que usen métodos arteros, desleales, y nada en el marco del espíritu de partido que nos debe caracterizarâ€, afirmó.
Aunque públicamente Márquez y Santrich nunca se dieron por aludidos, era claro que el mensaje de Timochenko estaba dirigido principalmente a ellos dos.
La segunda señal de la división
Si bien al principio la Farc no aceptó que hubiera diferencias en la dirigencia, la captura de Santrich las volvió a poner sobre la mesa.
Es nuestro deber actuar ajustados a ellas. Quien no lo haga debe atenerse a las consecuencias, y ahí difícilmente puede pedírsele solidaridad al partido
Timochenko llamó a los exguerrilleros a la calma y les recordó que al firmar la paz se habían comprometido a respetar la Constitución y las leyes. “Es nuestro deber actuar ajustados a ellas. Quien no lo haga debe atenerse a las consecuencias, y ahí difícilmente puede pedírsele solidaridad al partidoâ€, les dijo.
Márquez, en cambio, convocó a las zonas de reincorporación a exigir la “liberación inmediata†de Santrich, su amigo cercano y asesor político de mayor confianza, y a defender el “cumplimiento de los acuerdos de La Habanaâ€.
Finalmente, el 15 de julio Márquez anunció que no asumiría su curul como senador designado de la Farc. Lo hizo en una carta en la que planteó: “Siento que la paz de Colombia está atrapada en las redes de la traiciónâ€.
Esa fue la señal definitiva de su distanciamiento del ala del partido encabezada por Timochenko, que se mantiene en la institucionalidad democrática a pesar de las dificultades en la implementación de los acuerdos de paz.
¿Y la base?
La fractura en la dirigencia de la Farc no ha provocado, hasta el momento, una desbandada en la base exguerrillera. Según fuentes de la Misión de la ONU que verifica la reincorporación, en las distintas zonas los excombatientes están trabajando en sus proyectos económicos con entusiasmo.
Hasta julio, de acuerdo con el reporte que esa misión hizo al Consejo de Seguridad de la ONU, había cerca de 4.000 excombatientes en las zonas de reincorporación y otros 2.000 se habían reagrupado en decenas de nuevos puntos. El resto, de los más de 12.000 que dejaron las armas, lleva a cabo su reintegración de manera individual.
La gran pregunta es si, hacia adelante, entre los excombatientes de las Farc se impondrá la línea Timochenko o la línea Márquez.
No deja de ser preocupante que el ‘Paisa’ y ‘Romaña’, dos exguerrilleros que durante los años del conflicto armado encabezaron violentos ataques contra la población civil, estén hoy más cerca de Márquez que del partido político que preside Timochenko.
La oficialización de que hoy existen dos bandos en la Farc con posturas aparentemente irreconciliables es la ausencia este fin de semana de Márquez, el ‘Paisa’ y ‘Romaña’ en la cumbre de la Dirección Nacional del partido.
De lleno en la política
En medio de las dificultades, es una buena noticia que Timochenko y los congresistas de la Farc se insertan cada vez más en la política democrática.
Así lo demuestra la presencia de Timochenko esta semana en la Casa de Nariño, que fue convocado por el presidente Iván Duque, como el resto de directores de partidos, para sellar un pacto nacional contra la corrupción.
Otro hecho significativo fue el acuerdo de la Farc y el presidente Iván Duque para solicitarle al Consejo de Seguridad de la ONU que renueve por un año más el mandato de la Misión que verifica la reincorporación de los excombatientes.
Es claro que la consolidación de la paz con la exguerrilla de las Farc depende de delicados equilibrios y de la voluntad de todos los actores involucrados en ese proceso.
MARISOL GÓMEZ GIRALDO
Editora de EL TIEMPO
En Twitter: @MarisolGmezG