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Informa el Presidente Nicolás Maduro sobre la inminencia de una agresión a Venezuela. Lo confirman documentadas advertencias de Carlos Lanz y Juan Martorano. El enemigo nos escruta con miles de instrumentos de espionaje y tanques de pensamiento. ¿Qué sabemos sobre nosotros mismos? Debemos investigar nuestras debilidades y fortalezas. Conocernos es defendernos.
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Refirámonos primero a nuestras fronteras. Venezuela durante su existencia republicana perdió una tercera parte de su territorio. ¿Por cuáles causas? A veces, por laudos arbitrales influidos por potencias extranjeras ni amigas ni partidarias nuestras. A veces, por falta de iniciativa en poblar regiones fronterizas con venezolanos autóctonos, facilitando así que nos fueran arrebatadas, como sucedió con la Guayana Esequiba.
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Tenemos fronteras muy extensas, casi todas difíciles de controlar. Debemos investigar cómo imponer un efectivo dominio del desplazamiento de personas y bienes a través de ellas. Debemos identificar los objetivos estratégicos que podrían tener potencias extrañas en nuestro país, y los objetivos tácticos que deben ocupar para dominar los primeros. Pues las fronteras no se toman únicamente con irrupciones militares. Hay formas demográficas, económicas, jurídicas, políticas y culturales de ir ocupando una zona limítrofe, para facilitar su desgajamiento del cuerpo de la Nación.
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Refiriéndose a incidentes en nuestra Amazonia, denuncia Juan Martorano que «Es evidente la infiltración dentro de esas comunidades indígenas, de factores externos a las mismas, interesadas en el desmembramiento de la República. Declaraciones dadas en su momento por el General de Brigada en situación de reserva activa, Roberto González Cárdenas, sobre la constitución de una nación independiente pemona en los estados Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro». Llevo décadas advirtiendo que el régimen constitucional que pareciera admitir la existencia dentro de Venezuela de «pueblos», «territorios» y «autoridades» supuestamente distintos de los nacionales puede ser maliciosamente utilizado para secesionar nuestro país, pues esas tres categorías son las condiciones existenciales para la creación de Estados. De tantos estados como «pueblos» que alegaran ser distintos del venezolano; que pretendieran tener control exclusivo y excluyente sobre partes del territorio nacional y sus recursos, y que pretendieran tener autoridades propias, distintas de las designadas democráticamente en nuestro país. Cualquier pequeño grupo de personas podría así alegar derechos para constituir una «nación independiente» en las porciones más ricas y codiciables del territorio nacional, y llamar en su apoyo, como parece que efectivamente ha sucedido, a potencias extranjeras dispuestas a dominar y explotar el territorio secesionado. A defender esa frontera con disposiciones categóricas, claras y contundentes, señores de la Asamblea Nacional Constituyente. De ustedes depende que sigamos teniendo una Venezuela, o que nuestra patria se convierta, como Libia, en colección de fragmentos antagónicos dominados y explotados por imperios foráneos.