Luis Britto García.- La vida no puede resolver su propio enigma, pero es la única capaz de plantearlo. En catorce mil millones de años, la docena de partículas elementales que constituyen los 127 elementos de la Tabla Periódica forman algunas combinaciones estables; en un cosmos que tiende al desorden de la entropía se articulan combinaciones que autoregulan su orden, en un mundo donde todo es efímero algunas combinaciones tienden a propagarse.
Misterio mayor que el de la mezcla interactiva de los elementos que componen la vida es su instinto de conservación. Las combinaciones que propenden a permanecer estables perduran, las que no, desaparecen. Las que tienden a propagarse subsisten, las que no, se desvanecen.¿Quién explicará el reloj biológico? ¿Por qué ese suicidio que llamamos vejez ocurre en cada especie en un tiempo determinado y según una agenda? ¿Depende el reloj biológico, como tantas cosas, de una mutación? ¿Por qué no se ha producido la mutación de la eternidad? Nada más inviable que una criatura inmortal. El cambio incesante del entorno terminaría por descartarla. Sólo la transformación sostiene la vida; la renovación continua procede al precio de la muerte constante de esos ropajes que llamamos cuerpos. Quizá no somos más que ramificaciones perecederas de un único organismo inmortal, el árbol filogenético, que se multiplica, muta, se entredevora y parcialmente se extingue a lo largo del tiempo en un proceso que no sabemos si tendrá fin. Sin embargo, la combinatoria incansable parecería preparar seres inmunes al envejecimiento. Langostas, elefantes, cotorras sobrepasan largamente el siglo. Erizos rojos del Pacífico y galápagos exceden los doscientos años. La ballena de Groenlandia puede sobrevivir dos centurias; el tiburón de la misma zona, el doble. La almeja Ming llega al medio milenio. Los pinos longevos superan los 5.000 años. La esponja del Antártico excede el milenio y medio de vida. Las hidras permanecen jóvenes por siempre. Las medusas Turritopsis Nutrícola revierten el envejecimiento y reconvierten los adultos maduros en pólipos jóvenes indefinidamente. Mientras la naturaleza juega a la inmortalidad, se afilan cuchillos para hacer pasar por las puertas de la muerte a nuestro efímero ser, nuestro vulnerable país, nuestra perdurable especie. Defendamos la vida que es, según Gabriel García Márquez, lo mejor que se ha inventado.
Luis Britto García
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