Peculiaridades del imperialismo estadounidense en América Latina

 

La Haine / Rebelion

 

Entender el imperialismo como un fenómeno general pierde de vista su ‘modus operandi’ en cualquier contexto específico y significativo

Si bien el ejercicio del poder imperialista es una estrategia común, sus motivos, instrumentos, objetivos y participación varían, dependiendo de la naturaleza del gobernante imperial y el país objetivo.

Venezuela, el objetivo actual del presidente de EEUU, Donald Trump, es un caso que ilustra las «peculiaridades» de la política imperialista. Procederemos a delinear los antecedentes, las técnicas y el impacto de la toma de poder imperial.

Antecedentes históricos

EEUU tiene una larga historia de intervención en Venezuela, principalmente para obtener el control de su riqueza petrolera. Durante la década de 1950, Washington respaldó una dictadura militar, dirigida por Pérez Jiménez, hasta que fue derrocada por una alianza masiva de partidos socialistas revolucionarios, nacionalistas y socialdemócratas. Washington no pudo y no intervino; en cambio, se alió con los partidos Acción Democrática (AD) de centro-izquierda y COPEI de centro-derecha, que procedieron a declarar la guerra contra la izquierda radical. Con el tiempo, los EEUU recuperaron la hegemonía hasta que la economía entró en crisis en la década de 1990, lo que condujo a levantamientos populares y masacres estatales.

Los EEUU no intervinieron inicialmente ya que consideraban que podían cooptar a Hugo Chávez porque no estaba afiliado a la izquierda. Además, los EEUU estaban militarmente comprometidos con los Balcanes (Yugoslavia) y el Medio Oriente y se preparaban para las guerras contra Irak y otros países nacionalistas que se oponían a Israel y apoyaban a Palestina.

Usando el pretexto de una amenaza terrorista global, Washington exigió la subordinación a su declaración de una «guerra mundial contra el terrorismo».

El presidente Chávez no se sometió. Declaró que «uno no lucha contra el terrorismo con el terrorismo». Los EEUU decidieron que la declaración de independencia de Chávez era una amenaza para la hegemonía estadounidense en América Latina y más allá. Washington decidió derrocar al presidente electo Chávez, incluso antes de nacionalizar la industria petrolera de propiedad estadounidense.

En abril de 2002, los EEUU organizaron un golpe militar-corporativo, que fue derrotado en cuarenta y ocho horas por un levantamiento popular respaldado por sectores militares. Un segundo intento de derrocar al presidente Chávez fue puesto en marcha por los ejecutivos del petróleo a través de un cierre patronal. Fue derrotado por los trabajadores petroleros y los exportadores de petróleo de ultramar. La revolución nacional-populista de Chávez procedió a nacionalizar las corporaciones petroleras que apoyaron el «cierre patronal».

Los fallidos golpes de estado llevaron a Washington a adoptar temporalmente una estrategia electoral fuertemente financiada a través de fundaciones y ONG controladas por Washington. Las repetidas derrotas electorales llevaron a Washington a cambiar a boicots electorales y campañas de propaganda diseñadas para deslegitimar el éxito electoral del presidente Chávez.

Los fallidos esfuerzos de Washington por restaurar el poder imperialista se desbordaron. Chávez aumentó su apoyo electoral, expandió el control estatal sobre el petróleo y otros recursos y radicalizó su base popular. Además, Chávez aseguró cada vez más el respaldo de sus políticas antiimperialistas entre el gobierno y los movimientos en toda América Latina y aumentó su influencia y vínculos en todo el Caribe al proporcionar petróleo subsidiado.

Si bien los comentaristas atribuyeron el apoyo y la influencia masiva del presidente Chávez a su carisma, las circunstancias objetivas propias de América Latina fueron decisivas. La derrota de la intervención imperialista por el presidente Chávez puede atribuirse a cinco objetivos y condiciones.

1. La profunda participación de EEUU en múltiples guerras prolongadas al mismo tiempo, incluso en Oriente Medio, el sur de Asia y el norte de África, distrajo a Washington. Además, los compromisos militares de EEUU con Israel socavaron los esfuerzos de EEUU para reenfocarse en Venezuela.

2. La política de sanciones de EEUU tuvo lugar durante el auge de las materias primas entre 2003 y 2011, que proporcionó a Venezuela los recursos económicos para financiar programas sociales nacionales y neutralizar los boicots locales por parte de aliados de los EEUU.

3. Venezuela se benefició de las crisis neoliberales de la década de 1990-2001 que llevaron al surgimiento de gobiernos populares nacionales de centro-izquierda en toda la región. Este fue especialmente el caso de Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia y Honduras. Además, los regímenes «centristas» en Perú y Chile se mantuvieron neutrales. Más aun, Venezuela y sus aliados aseguraron que EEUU no controlara las organizaciones regional.

4. El presidente Chávez como ex oficial militar aseguró la lealtad de los militares, socavando los planes de EEUU para organizar golpes de estado.

5. Las crisis financieras mundiales de 2008-2009 obligaron a los EEUU a gastar varios billones de dólares para rescatar a los bancos. Las crisis económicas y la recuperación parcial fortalecieron la mano del Tesoro y debilitaron la influencia relativa del Pentágono.

En otras palabras, si bien las políticas imperiales y los objetivos estratégicos se mantuvieron, la capacidad de los EEUU para perseguir las conquistas se vio limitada por condiciones objetivas.

Circunstancias que favorecen las intervenciones imperiales

Las circunstancias inversas que favorecen al imperialismo se pueden ver en tiempos más recientes. Estos incluyen cuatro condiciones:

1. El fin del auge de las materias primas debilitó las economías de los aliados de centro-izquierda de Venezuela y llevó al surgimiento de regímenes de extrema derecha, peones dirigidos por los EEUU, así como a aumentar las actividades golpistas de los opositores respaldados por los EEUU del recientemente electo Presidente Maduro.

2. La falta de diversificación de las exportaciones, los mercados, los sistemas financieros y distributivos durante el período expansivo condujo a una disminución en el consumo y la producción y permitió que el imperialismo atrajera a los votantes, especialmente consumidores de clase media y media baja, empleados, comerciantes, profesionales y empresarios.

3. El Pentágono transfirió su enfoque militar de Medio Oriente a América Latina, identificando peones militares y políticos entre regímenes clave, a saber, Brasil, Argentina, Ecuador, Perú y Chile.

4. La intervención política de Washington en los procesos electorales de América Latina abrió la puerta a la explotación económica de los recursos y al reclutamiento de aliados militares para aislar y rodear a la Venezuela nacionalista y populista.

Las condiciones externas objetivas favorecieron la búsqueda imperial de dominación de Washington. Las configuraciones de poder oligárquicas domésticas reforzaron la dinámica de la intervención imperial, la dominación política y el control sobre la industria petrolera.

El declive de los ingresos petroleros de Venezuela, la movilización de la base electoral de la élite y su sabotaje sistemático de producción y distribución tuvieron un efecto multiplicador. Los medios de comunicación y la autoproclamada derecha electoral abrazaron el golpe de estado de extrema derecha de EEUU que manipuló la retórica democrática y humanitaria.

Washington incrementó las sanciones económicas para matar de hambre a los partidarios chavistas de bajos ingresos y movilizó a sus peones europeos y latinoamericanos para exigir la rendición de Venezuela mientras planeaba un sangriento golpe militar.

La etapa final del golpe militar planificado y organizado por los EEUU requirió tres condiciones:

1. Una división dentro del ejército proporciona al Pentágono y a los planificadores del golpe de estado una «cabeza de puente» y un pretexto para una invasión «humanitaria» de los EEUU.

2. Un liderazgo político negociador, que persigue diálogos políticos con adversarios que se preparan para la guerra.

3. La congelación de todas las cuentas en el extranjero y el cierre de todos los préstamos y mercados de los que Venezuela sigue dependiendo.

Conclusión

El imperialismo es un aspecto central del capitalismo global estadounidense. Pero no puede lograr sus objetivos y medios cuándo y cómo lo desee. Los cambios globales y de régimen en la correlación de fuerzas pueden frustrar y retrasar el éxito imperial.

Los golpes pueden ser derrotados y convertidos en reformas radicales. Las ambiciones imperialistas pueden ser contrarrestadas por políticas económicas exitosas y una alianza estratégica.

América Latina ha sido propensa a los golpes de Estado y las intervenciones militares. Pero también es capaz de construir alianzas regionales, de clase e internacionales.

A diferencia de otras regiones y objetivos imperiales, América Latina es terreno para las luchas de clase y antiimperialistas. Los ciclos económicos acompañan el ascenso y la caída de las clases y, como consecuencia, el poder imperial avanza y se retira.

La intervención de los EEUU en Venezuela es la guerra más larga de nuestro siglo (dieciocho años), superando la invasión estadounidense de Afganistán e Irak. El conflicto también ilustra cómo los EEUU confían en peones regionales y aliados en el extranjero para brindar cobertura a las tomas de poder imperiales.

Si bien los golpes son frecuentes, sus consecuencias son inestables: los peones son débiles y los regímenes están sujetos a un levantamiento popular.

Los golpes estadounidenses contra los regímenes populares conducen a masacres sangrientas que no logran asegurar una consolidación a gran escala a largo plazo.

Estas son las «peculiaridades» de los golpes de América latina.

Artículo original: https://petras.lahaine.org/peculiarities-of-us-imperialism-in-latin/.

Traducido para La Haine por José Luis Ríos Vera.