El jueves 7 pasado, casi a las 5 de la tarde, se fue la luz. Desconecté la computadora, me fui al saloncito de la televisión para continuar leyendo el libro, Latifundio de Miguel Acosta Saigne, reflexionando el tema de la tierra y la descolonización. Cerca de las 7, ya oscurecía, Zoila me trae una vela, “toma porque te vas quedar ciegoâ€, me dijo. Esto parece que va pa’ largo. No creo, le respondo, lo más probable es que regrese a la hora de las novelas, de forma que no te preocupes porque vas a ver los capítulos de hoy. Si yo no veo mis novelas, tampoco tú veras al famoso Ertugrul. Sonrío y sigo leyendo. Pasó el tiempo y ni novelitas ni Ertugrul. Ya las redes decían y especulaban sobre el “super apagón†en todo el País.
Llegó la información sobre el sabotaje y toda la argumentación que lo explicaba y por supuesto, la oposición fascista, acusando al gobierno por ineficaz. En fin, comenzamos a entender que la cosa iba para largo. Silencio total, todas las comunicaciones desaparecieron. Comenzamos, como supongo ocurrió con todas las familias del país, a hacer planes, previsiones y buscando soluciones a los problemas que se desprenden de la falta de energía eléctrica. Y los que no podíamos resolver. Los teléfonos atiborrados de mensajes.
Rescatar la memoria
Creo, no exagerar, si afirmo que, no hay quien no opinó sobre el apagón. Los más sofisticados análisis y por supuesto, en nuestra Venezuela, todo tipo de jodedera. En cada llamada, antes de preguntar por el abuelo enfermo, por el trabajo, por cualquier vaina, la primera pregunta era, que te pareció el apagón….las conversaciones entre amigos o no amigos, al principio o al final, tocaban el bendito tema de la electricidad. Opiniones sofisticadas, las derivadas del sentido común y las más locas, se pudieron oír.
Lo cierto es que los y las venezolanas, le dieron respuestas, unas más geniales que otras al problema o a los múltiples problemas mostrando una vez más la genialidad de nuestro pueblo.
Muchas situaciones o conversaciones pudieran rescatarse. Pero hay una que me parece relevante destacarla. Me acerque a un grupo de personas que laboran en el edificio donde trabajo. Había un fuerte debate, algunos a favor del gobierno, otros en contra. Uno de ellos dijo, o preguntó: ¿en la casa de quien de Ustedes no se fue la electricidad? Casi, al unísono, todos respondieron, en todas nuestras casas se fue la electricidad. A lo que la persona dijo: se dan cuenta, que el apagón no distinguió ni la casa del opositor, ni la del Chavista. Así son las guerras, para los que se la pasan invocando invasiones a nuestro país y guerras. Las bombas y las balas no distinguen donde caen, todos nos jodemos. El apagón debe servir como enseñanza nacional. No podemos aceptar, y menos promover lo que nos puede afectar a todos y todas.
Si alguna cosa buena puede atribuírsele al sabotaje eléctrico es que les permitió comprender a todos y todas, pero especialmente a los escualidiformes, que una guerra nos afecta a todos y todas, que no se salva nadie. Y que con una guerra habría que componer una canción…María, cuídate de las balas. O sea PARA LA GUERRA, NADA.