¿Por qué Estados Unidos, aparentemente, sin pensarlo ni dudarlo, apoyó a un personaje deslustrado y anónimo como Juan Guaidó?
¿Fue solo en razón a que este, aunque procedía de un partido minoritario y le hacía un reemplazo de urgencia a Leopoldo López, el rico y revoltoso jefe encarcelado, fungía como presidente de una Asamblea Nacional colateral y cuyos objetivos de casualidad coincidieron?
¿O, acaso, Guaidó no era tan anónimo como creímos, o no lo era tanto para los veteranos halcones de Washington, quienes vieron en el currículum sus andanzas por la Universidad George Washington, en la capital estadounidense, desde hace 12 años, y por el Centro de Acción No Violenta Aplicada y de Estrategias (Centre for Applied Nonviolent Action and Strategies, Canvas), en Belgrado? (Grayzone, 2019).
¿De cuál manera encaja que los profesores de este kindergarten encubierto financiado por la NED y la Usaid, los laureados serbios Srdja Popovic y Slobodan Djinovic, que pregonan una paz de doble filo desde que tumbaron a mazazos a Slobodan Milosevic, a la vez aseveren que la ferocidad de los exalumnos en Venezuela es apenas un estancamiento en el camino al cambio cercano? (Popovic y Djinovic, 2017).
¿Estancamiento no se relaciona con suspender o detener el curso de algo y no, por el contrario, con alentarlo y darle rienda suelta a punta de barbaridades, pedreas, y la quema de instalaciones y personas?
¿La acción no violenta aplicada, entonces, no es la paz? ¿Las estrategias de las que se habla no son, por tanto, para lograr la democracia? ¿Les quedó gustando esa búsqueda del debilitamiento regional de los contrarios a Washington, lo que en su entraña fueron las malllamadas “primaveras árabes†a las que se consagraron, y que terminaron siendo unos remedios peores que la enfermedad?
¿Qué tan global y qué tanto de local?
¿Las maniobras de boicot y destrucción de Venezuela son otro rebuscado, pero juicioso, método de ataque a China, a Rusia y a Irán? ¿Quién se atreve a sostener, a estas alturas, que no hacen parte de la estrategia global contra las mayores resistencias que tiene la hegemonía estadounidense hoy en día?
¿El magnicidio planificado contra el presidente Maduro con drones cargados con C4 no habría de dar al desmadre? ¿Qué materias incendiarias pasaría Guaidó con honores en la CIA y cuáles las de valores y ética que cruzó raspando en la UCB?
¿Sería que en el afán por tener a buen recaudo las reservas petroleras más grandes del planeta, unas de las más grandes despensas auríferas, de gas y de bosque artificial maderable del globo, al igual que vastos yacimientos de coltán, sílice, torio, diamantes, bauxita, níquel, hierro, cobre, rocas fosfóricas, basalto, caolín, feldespato, mármol y granito, Estados Unidos estaban prestos a dejarse engatusar por el diablo y lo hicieron por unos jóvenes brutales y mediocres?
¿Le creemos a Bolton en Fox News cuando afirma que las compañías estadounidenses se beneficiarían mucho con el petróleo venezolano (Grayzone, 2019), cuya participación ya se reparten, o nos tragamos la idea de que su país será autosuficiente gracias al fracking, una mentira en la pregonada proyección (Hughes, 2018) y un mecanismo costoso en todo sentido: en inversión, en lo social y en lo ambiental?
¿Cómo es eso de que Estados Unidos mantienen las sanciones contra Venezuela hasta que el país regrese al orden democrático y a fin de prevenir la corrupción, y que para lograrlo recurren precisamente al soborno a militares (una de las peores formas de la corrupción), y se saltan las talanqueras constitucionales del país y de paso las jurisdiccionales del orden internacional?
¿Qué democracia es aquella de la que ellos mismos carecen y que, sin embargo, van desperdigando por el mundo entre excusas y a punta de misiles y masacres? ¿Adónde están los límites de la hipocresía de un país que consigna por doquier, de la Declaración de Independencia a la Constitución y las sucesivas enmiendas, palabras contradichas en su esencia de nación: libertad, y es un país de esclavos; igualdad, y es la ausencia de equidad; justicia, y es el desborde de las iniquidades; pluralismo, y hasta en los ánimos prevalece la uniformidad puritana?
¿Será más dañino el halcón alicaído?
¿Qué ventajas vería Trump, emperador del poco sacro imperio estadounidense, en una oposición cuyo mérito ha sido provocar guarimbas fatales cada dos o tres años y ostentar la cifra récord de perder 18 elecciones en 20 años? ¿Qué reservada perfección distinguieron los consejeros áulicos de la Casa Blanca en Guaidó, que los demás mortales ver, aún no pueden?
¿Y cómo es que un racista por herencia y un supremacista blanco redomado por convicciones como Trump avala al mulato Guaidó? ¿Algo oscuro habrá en el esguince a la fe, además del renegrido petróleo extra pesado de la Franja del Orinoco?
¿Quién engañó a quién en el entramado de engaños que urdían contra el presidente Maduro y su Gobierno? ¿El obsesivo compulsivo consejero de Seguridad Nacional estadounidense John Bolton timó al tirapiedras Guaidó?
¿Pasa que Bolton ya no es el Bolton de 2003, el artífice sepulcral de Irak, y Guaidó nunca será el Guaidó que creyó que podría llegar a ser de grande? ¿Hasta cuándo hará Juan Bollton de John Guaidó? ¿O Guaidó es un tolerable estereotipo blackface (rostro pintado de negro)?
¿Un pupilo inexperto consiguió enredar a un zorro viejo como Elliot Abrams? ¿Había trampas en el coto de caza llamado Venezuela y el viejo predador cayó en ellas? ¿Será que del Elliot de los 80 ha quedado un Abrams tres décadas más viejo y unos palmos menos zorro?
¿Socios en dependencia o aliados dependientes?
¿De cuándo acá a Estados Unidos les dio por confiar en una oposición que es incapaz de confiar en ella misma? ¿No vieron el animal pluricelular que es y pervive gracias a la continua división de células y a las voracidades de poder de unos líderes encarcelados por violentos o exiliados por corruptos?
¿A los estadounidenses no les llamó la atención el hecho de que la Mesa de Unidad Democrática (MUD), la mezcolanza de 35 partidos que obtuvo la mayoría en la Asamblea Nacional de donde salió Guaidó, acabó disuelta y con los cofrades de nuevo transformados en las facciones incompatibles de siempre?
¿Cuánto durarán las alianzas pegadas con babas y qué tanto les servirán a los estadounidenses unos socios que avanzan a codazos en la tarima como si fueran su presidente Trump en una cumbre?
¿Veni, vidi, vici non? (¿Vine, vi, no vencí?)
¿Por qué si todo se iba consumar el pasado 23 de febrero, desde el desvanecimiento de Maduro y la esfumación del PSUV y de las hordas chavistas, maduristas, socialistas, comunistas, y de la totalidad de los de abajo, los más pobres, y los de afuera, los periféricos y excluidos, hasta la adhesión en masa de 200 mil militares a Guaidó y el acatamiento sin chistar de las órdenes del comandante Trump, no aconteció ni jota?
¿Por qué luego de que ni siquiera pasara un saco de harina pan por el puente Simón Bolívar las escasas veces que se menciona el asunto se hace sin convicción ni fuerza, como por salir del paso o cumplir con el mandato superior?
¿Qué fue de Richard Branson, el pirata filántropo? ¿Volvió a lo suyo, la conquista espacial, Space is Virgin territory (el espacio es territorio virgen) (Branson, 2018), de la que no debió desviarse para promover la violación de una frontera y por abrirle negocios a la nada virginal empresa de su propiedad?
¿Cómo es que Cúcuta retornó de improviso a la normalidad de la indiferencia nacional hacia las fronteras, cuando hace unas semanas no se adquiría un tiquete aéreo para visitarla y de un día para otro las aerolíneas no consiguen un pasajero hacia su destino?
¿Cuántas moscas entran en la boca abierta?
¿Por qué Iván Duque va lanza en ristre contra el Gobierno venezolano desde que fue el hombre que dijo Uribe y sigue igual de montaraz contra los vecinos aun cuando su jefe se hace el que recula? ¿Los incondicionales de Duque lo dejaron solo, otra vez, y se arrastran por el piso buscando réditos caídos para las alcancías electorales de 2020 y 2022?
¿El Presidente colombiano se enreda solo, y se deteriora la cabeza en la pasión por el fútbol y la boca en la inexperiencia diplomática? ¿Se empujó sin ayuda de la cómoda butaca del anonimato al ruedo encarnizado del desprestigio, o, inclusive, para ello requirió del empujón de la mano que mece su cuna?
¿Quiénes serán tan hábiles de concretar lo que fueron incapaces de hacer, entre otros, el presidente Duque en Colombia, Moreno en Ecuador, Bolsonaro en Brasil, Macri en Argentina, Trump en Estados Unidos: abrir los sesos y cerrar la boca, para luego poder agradecérselo ellos mismos?
¿Cómo recuperar el petróleo venezolano con los funcionarios de empresas gringas?
¿Para qué nombraría el autonombrado presidente interino Guaidó un Consejo Transitorio de Administración de Petróleos de Venezuela, Pdvsa, y de su refinadora Citgo Petroleum Corp., la octava más grande en Estados Unidos, si carecerá de autoridad y, sobre todo, de acceso a los activos?
¿Será que el anterior analista de posturas desquiciadas de Fox News, John Bolton, está dándole curso a los ilegales anuncios que hizo finalizando enero, a través de Fox Business, cuando en un arrebato de honestidad expresó que la meta de la encerrona contra Venezuela es su petróleo?
¿Cómo es que una Asamblea Nacional en desacato, cuyos actos son jurídicamente nulos, designa una junta directiva integrada por figuras vinculadas de forma directa con las petroleras y financieras estadounidenses, que revolotean alrededor como rapaces? (Guaidó, 2019). ¿La filial Citgo se abrió para el efecto de la casa matriz, y se llenó de expertos petroleros, diestros especuladores, pero ignorantes absolutos en los asuntos reales del país? (Reuters, 2019).
¿Para qué utilizará el señor Guaidó tantos empleados nominales si no le sirven para nada y qué pretenderá si no es abultar las faltriqueras de tantos insectos que llevan dos décadas sin parasitar de Venezuela? ¿En qué nivel es cierto que nombrando burócratas de Harvard Guaidó retribuye simbólicamente a los pudientes que lo financian?
¿Los sueldos que no pague ahora los cancelaría en coimas y con intereses si en alguna época remota tuviera el menor chance de ser Presidente y lo fuera? ¿Cuánto tiempo tardaría en hacérseles el loco a los puntales presentes, así como en negar las deudas con Rusia y China, que ahora reconoce de labios para afuera y sin que nadie se lo pregunte? (Forbes México, 2019).
¿Por qué retorna y pareciera que se va?
¿Guaidó dejó de ser el mandatario viral en redes nombrando funcionarios a diestra y siniestra y vuelve a ser el saboteador callejero de toda la vida? ¿Retorna el presidente virtual o el canciller implícito que visitó sus embajadas imposibles y promete asistir a foros figurados?
¿O se dejó de cónsules y procónsules tan sólo porque se le acabó el listado de los países que aceptan obligados que él es parte de gobierno alguno y que de miedo lo reconocen como tal?
¿Regresó Guaidó a Caracas con los bolsillos cargados de piedras y con el designio de descabezar chavistas o apenas para suicidarse en la fuente de Altamira del mismo modo que lo hizo una vez la señora Woolf en el río Ouse? ¿Alguien exento de los sustos de una represalia estadounidense puede creer que Guaidó ha leído a Virginia Woolf o que ha ojeado cualquier libro en su vida de extremista?
¿En cuánto tiempo regresará a Washington por la debida reprimenda de su réquiem inconcluso, con el agravante de no ser Mozart ni ser músico? ¿O, finalmente, envejecerá en Bogotá sobre el regazo de Carmona, otro golpista frustrado, a la espera de relevarlo en olvidos?
¿Cómo duplicar un problema que no existía?
¿Al fin a los estadounidenses de la cúpula les quedó claro que luego de bombos y amenazas empotraron a Nicolás Maduro Moros en la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela de modo irrestricto, por lo menos hasta la fecha en que culmina su actual período, en 2025, haciéndole la segunda, no a la oposición en el exilio ni a la muy distinguida de Los Palos Grandes, El Rosal, Las Mercedes, El Hatillo o Chacao, como era el propósito, sino al pueblo venezolano puro y raso que votó por él?
¿Entenderían Estados Unidos que ahora, además de lidiar con un Maduro reforzado, tendrán que ver cómo deslavan los grafitis del Guaidó que pintaron por las paredes del Grupo de Lima? ¿Ya son conscientes de que duplicaron su problema?
¿A eso se debió que el vicepresidente Pence le hiciera reproches en Bogotá al presidente “encargado†con el cual quedaron encartados? ¿En qué fugaz instante pasó el imperio de contar con un señor investido como Presidente interino encargado a tener un joven con traje de señor que cansa a todos con el trajín de presidente ímprobo e impostor?
¿Lavarse la cara antes o después del sabotaje?
¿Quién será Trump en el futuro si deja de hacer lo que dice que hace o si sigue haciendo lo que no sabe, y, sobre todo, si no se cansa de las pocas cosas triviales y vanas que de verdad perpetra?
¿Cómo ha conseguido recaudar tanto odio a lo largo del ancho mundo, para su país y para sí mismo, por la manía de mostrarle los dientes a cuanto país no se le arrodilla como empleado de Mar-a-Lago o los casinos?
¿Cómo logra alguien ser lo que no es sin involucrar la más mínima cuestión filosófica? ¿Y qué clase de expresidente será Guaidó cuando deje de ser el presidente que jamás fue?
¿Andarán bien encaminados quienes consideran que esa será una tarea facilísima y que es un asunto del que él solo empezó a encargarse con su correría sin ton ni son por Suramérica, que en los utópicos mundos renacentistas hubiera sido sin su infeliz retorno?
¿Y cómo lavarán la cara Estados Unidos y la dejarán presentable para otro sabotaje, después de abanderar la charada aspaventosa y golpista que resultó ineficaz para cruzar los escudos de plástico de la Guardia Nacional y del Ejército Bolivariano, pero un certero tiro en el pie al momento de descomponer el discurso mentiroso de lo solidario y lo humanitario empacado en las inseguras bolsas con arroz de la Usaid? (RT, 2019).
¿Guay que sí o guay que no?
¿Guaidó regresa a Venezuela frustrado porque la cosecha del “Venezuela Aid Live†se trilló dañada; por el intento frustrado de la ayuda humanitaria; porque no fue secundado ni por los presidentes careadores en la demanda de una cordial intervención militar?
¿O porque en su peregrinaje de menesteroso lo recibieron los mismos países que ya lo habían reconocido con el resumen de lo que ya le habían dicho, o, peor aún, con el borrador sin revisar, como en Paraguay?
¿Y por qué será que Guaidó volvió, antes que a amenazar a los militares que no le paran bolas, a implorar a los suyos que se vuelquen de nuevo hacia las calles para joderse sus propias rutinas de barrios de estratos altos y a suplicarles a las pobres viejecitas del San Ignacio y del Tolón que sacudan con las fuerzas restantes sus alhajas con diamantes?
¿Su regreso es otra moneda lanzada al aire donde apuesta que con cara ganará y con sello o cruz no perderá? ¿Piensa que si la Justicia venezolana osa su captura lo transforma en mártir y si no hace nada él tratará de cobarde al Gobierno de Maduro?
¿Qué tal que Guaidó tenga razón y los Estados Unidos, por sus juegos estratégicos de guerras comerciales, geopolíticas y mediáticas, lo asciendan de Presidente encargado a caporal de planta? ¿O no la tenga y que, de la misma manera que hace unas semanas nadie sabía de él, en unos meses nadie recuerde quién o qué fue?
¿Y qué triste que muy pronto sus seguidores embaucados tengan que parafrasear la entrada de aquel himno colombiano del Sur, La Guaneña, y que en Caracas o Bogotá tararen: “Guay que sí, guay que no / ¡Guaidó nos engañó!â€?