El lenguaje bélico acosa por doquier a venezolanos y venezolanas. Desde unos medios que se supone deberían informar, pero que funcionan más bien como aparatos de propaganda que sólo esparcen campañas de guerra psicológica al servicio de intereses bastardos. A través de las redes sociales, creadas —nos han dicho— para acercarnos, pero que ahora más bien dividen. De boca de dirigentes que quieren enmendar a Clausewitz para que la política sea la continuación de la guerra por otros medios.
Venezolanos y venezolanas parecieran acostumbrados a esta situación de guerra en que se vive. Y no es sólo el lenguaje bélico. Es también la «resiliencia», como se ha dado en llamar —modas y redes sociales mediante— a la capacidad de superar los efectos de las medidas de agresión económica y financiera que desde los EEUU han implementado para tratar de derrocar al gobierno del presidente Maduro. Medidas que ciertamente han disminuido la capacidad del Estado, pero que han afectado principalmente a los sectores más vulnerables de la población, como los niños que esperan en Italia o Argentina para ser operados.
Con todo, la situación en Venezuela no se termina de perfilar. Mucho menos de definir. Pero se pueden construir unos escenarios a la luz de ciertos factores que explican mucho de lo que sucede actualmente en el país. Acá vamos a presentar un análisis usando dos de las principales variables que están incidiendo en la situación venezolana. Estas variables son 1.- EEUU; y 2.- Violencia armada. El cruce de estas variables nos da la siguiente matriz, que se explica por sí sola. Pero más abajo abundamos en el análisis de cada uno de los escenarios.
Participación de EEUU | Sin participación de EEUU | |
Uso de violencia armada | Invasión militar multinacional | Guerra civil y/o insurgencia paramilitar |
Sin uso de violencia armada | Guerra económica | Paz |
Escenario 1: invasión militar multinacional
Este es el escenario preferido por el sector opositor, al cual fían casi todas sus esperanzas y posibilidades de acabar con la Revolución Bolivariana. Desde el pasado 23 de enero, sus impulsores y los medios que les son afines lo enmascaran con el eufemismo de «todas las opciones» que están sobre la mesa. No ha encontrado mucho consenso, ni en la América amazónica, andina y caribeña —gracias H. Madera, por el concepto— ni allende el continente, razón por la cual son cada día menos los partidarios —y los países dispuestos a participar directamente— de una coalición militar internacional para invadir Venezuela. A medida que la estrategia de la presidencia encargada (o interina, como usted quiera; en todo caso, ficticia) de Guaidó pierde fuerza, la desesperación llena los medios con declaraciones y amenazas destempladas de Pompeo/Bolton/Abrams/Rubio/Guaidó.
Como hemos señalado en otras ocasiones, aunque en algunos momentos una invasión militar liderada por EEUU se ha presentado y ha sido percibida como inminente, las probabilidades de que realmente ocurra son, a día de hoy, escasas: 1.- no hay consenso regional; 2.- muchos de los países que inicialmente reconocieron a Guaidó hoy no se cuidan de expresar sus reservas ante los fallos que ha cometido; 3.- la UE está claramente posicionada contra la intervención militar; 4.- Rusia y China siguen respaldando a Maduro; 5.- a juzgar por recientes declaraciones de Trump, hay posiciones divergentes en el seno de la élite gobernante en los EEUU; 6.- congresistas y senadores, principalmente del Partido Demócrata, se han expresado contra esta opción, al tiempo que señalan el papel que debe jugar el Congreso de los EEUU.
Escenario 2: guerra civil y/o insurgencia paramilitar
Es el segundo en orden de preferencia para algunos sectores de la oposición, tanto nacional como internacional. Se ha hablado de la conformación de grupos mercenarios organizados por el jefe de Blackwater. Sería la única posibilidad, ya que no hay unidades del ejército venezolano que desconozcan al gobierno legítimo y se levanten contra Maduro para intentar controlar parte del territorio. Los pocos militares que han desertado del ejército venezolano se encuentran actualmente en una lamentable situación de abandono en Colombia, aunque los medios que tanta promoción dieron a su deserción ahora no pongan en parrilla sus reclamos al «gobierno de Guaidó».
No parece probable que sectores radicalizados de las clases medias que apoyan a la oposición se armen y organicen grupos de milicias para enfrentarse al gobierno bajo la también improbable conducción de dirigentes de la oposición. El esperpéntico espectáculo del 30 de abril y días siguientes, cuando varios de los dirigentes que participaron en el intento de golpe militar de Guaidó y López corrieron a esconderse en embajadas, demuestra que a la hora de la verdad ni están preparados para este escenario (no cuentan con milicias o eventuales tropas para armarla) ni están dispuestos a asumir este escenario sin algún apoyo exterior.
Escenario 3: guerra económica
Este escenario es el que ha estado viviendo Venezuela desde hace algunos años. Implica el uso de las medidas de agresión económica y financiera implementadas por EEUU para tratar de producir un cambio de gobierno, pero sin llegar al uso explícito de las armas. La profesora Pasqualina Curcio ha documentado y analizado ampliamente esta situación de guerra económica, caracterizada por ataques a la moneda, hiperinflación inducida, fomento del contrabando de extracción, retención y embargo de activos, sanciones a terceras partes que negocien con Venezuela y más recientemente el ataque a las políticas de importación de alimentos que suministran el CLAP.
A juzgar por los resultados, estas medidas no pueden calificarse de exitosas. Han deteriorado enormemente la capacidad económica de venezolanos y venezolanas, obligando incluso a cambios en el patrón de relacionamiento social (cuánto, en qué y dónde invierten el tiempo y el escaso dinero los venezolanos), pero no ha producido el quiebre de las lealtades políticas o el estallido social que sus promotores y ejecutores esperaban que ocurrieran para dar al traste con el gobierno de Maduro. Por el contrario, el pueblo ha asumido cambios, por ejemplo, en sus costumbres y patrones de alimentación, mientras que las movilizaciones de apoyo al gobierno en cada coyuntura sólo son invisibles para los mainstream media (medios de comunicación dominantes, ahora escribo como H. Dieterich, lo siento), aunque de seguro no son invisibles para las agencias de inteligencia del norte.
Escenario 4: paz
Desde hace tiempo y desde diversos escenarios se han hecho llamados al diálogo como la vía más rápida, eficiente, económica y menos dolorosa para acercar una solución a la situación de crisis que vive Venezuela. Sólo quienes han creído que por la vía de la guerra económica o la amenaza militar podían acceder al poder han descartado esta opción. El desarrollo de los acontecimientos ha probado una y otra vez que se ha subestimado la capacidad del gobierno y del pueblo venezolano, amén del rosario de errores de cálculo, mentiras, inexperiencia, trampas, enfrentamientos internos, traiciones y demás aliños que caracterizan a la oposición venezolana.
Desde hace un par de semanas se conoce de acercamientos entre emisarios del gobierno y la oposición, por iniciativa del gobierno de Noruega. Temerosa de decepcionar y enfadar, una vez más, a sus bases radicalizadas, la oposición en principio ha negado estos encuentros, aunque el peso de la evidencia la ha hecho rectificar. Se entiende la dramática situación que causa tal desespero de la oposición: por un lado, ninguno de sus esfuerzos rinde los frutos esperados; Guaidó, lo reconoce hasta el NY Times, se desinfla; por otro lado, ¿qué puede ofrecer la oposición como incentivo para sentar al gobierno en la mesa de negociaciones? ¿El levantamiento de las «sanciones», el retiro de la amenaza del uso de la fuerza militar? Eso depende es del gobierno de los EEUU, por lo que es con quien hay que sentarse a dialogar.
Sí le queda algo a la oposición para ofrecer: la renuncia a todo tipo de violencia como forma de hacer política y la aceptación del camino democrático como única vía para solucionar los problemas del país. De otra manera, su insistencia en vías extraconstitucionales la conducirá inexorablemente a la derrota definitiva.
Análisis
Me atrevo a sugerir el siguiente orden, de mayor a menor probabilidad de ocurrencia de cada uno de estos escenarios:
- Guerra económica
- Paz
- Intervención militar multinacional
- Guerra civil y/o insurgencia paramilitar
Paso a explicar por qué:
EEUU no va a renunciar por las buenas a su papel de potencia, por lo que su política injerencista en Venezuela no va a cesar. Es ingenuo creer que los acercamientos de Oslo no contaron con la autorización de Pompeo/Bolton/Abrams, al menos en cuanto a la oposición; allí no hay una política autónoma a este respecto. Tampoco es casual que los encuentros en Noruega se hayan producido luego de las reuniones entre Lavrov y Pompeo; ha sido evidente el estrepitoso fracaso del Secretario de Estado de convencer al Canciller ruso de dejar caer al gobierno bolivariano.
Oslo tal vez sea lo máximo a lo que se atreva a consentir el gobierno de Trump. Nadie se haga ilusiones de que de esas conversaciones pueda salir el fin del bloqueo y el expolio económico de Venezuela. EEUU no va a levantar las «sanciones» hasta que no se haya verificado el cambio de gobierno. Cualquier otro acuerdo —nuevo CNE, elecciones presidenciales o de la AN o referéndum revocatorio, nuevo TSJ, etcétera— no contará con el visto bueno de EEUU hasta que dichos acuerdos no hayan consumado el ascenso de los factores de la derecha al poder. Si, como hemos dicho antes, con quien hay que sentarse a dialogar y negociar es con el gobierno de los EEUU, se pondrá a prueba la capacidad diplomática y geopolítica de Venezuela para arrancar a EEUU unos acuerdos que pongan fin a la agresión económica, pero sin que ello signifique entregar en bandeja de plata el poder a los peones de los gringos.
Por ello creemos que, ante el fracaso de cualquier opción militar (interna o externa), los EEUU van a mantener su política de agresión y reducción de las capacidades del gobierno y el pueblo de Venezuela por la vía del ataque económico. Está en el pueblo y el gobierno de Venezuela encontrar los modos para sortear esta tipo de guerra.
La paz, como escenario viable, requiere de una oposición autónoma, con capacidad para tomar decisiones en función del bienestar del pueblo de Venezuela y no de intereses tutelados por los gringos. Habrá que ver si hay dirigentes que estén dispuestos a tanto. Si los hay, no parecen muy dispuestos a dejarse ver. El año pasado Henri Falcón renunció a asumir ese papel luego de cruzar la meta en segundo lugar.