Cristóbal Peña, autor del libro Los Fusileros: “Hernández Norambuena no sabe hacer otra cosa que ser un guerrillero”

Autor: Javiera Matus

Según el periodista, escritor de un libro del FPMR, en los 90 el “comandante Ramiro” “desarrolla una personalidad megalómana”.

¿Cómo ganó el poder para terminar siendo el jefe operativo del FPMR?

Desde mediados de los 80 participaba de un grupo de operativos al que se le encargan las principales tareas o muy emblemáticas, como, por ejemplo, toma de radios donde la dirigencia del Frente entrega proclamas, como los secuestros simbólicos que hay el 85 de un carabinero y un militar. A cargo de este grupo de tareas especiales se va legitimando y ganando respeto y ya tempranamente es una persona que está muy cerca también del líder del Frente, Raúl Pellegrín. Cuando viene la división del Frente, él dirige la principal acción que marca el comienzo del Frente Autónomo, que se traduce en el secuestro del coronel Carlos Carreño.

¿Cómo era su relación con sus pares y después con sus subalternos?

Los testimonios que he recogido son principalmente de respeto y admiración hacia “Ramiro”. Por el poder que tiene, también algunos militantes acusan abuso de parte de él o lo que se puede entender como un trato autoritario. Es una persona que generaba en ese tiempo, entre fines de los 80 y comienzos de los 90, sentimientos encontrados, por un lado la lealtad muy férrea hacia él, una admiración, pero también provocaba cierto temor, autoritarismo.

¿Por qué eligió la chapa de “Ramiro”?

Uno podría suponer que es por Ramiro Valdés, uno de los héroes de la Revolución Cubana y es una chapa que ya usa para el atentado de Pinochet, es la chapa con que se le conoce en ese entonces.

Después de fugarse, “Ramiro” participó del secuestro de Washington Olivetto. ¿Por qué cree que Hernández, a diferencia de otros compañeros del FPMR, continúa involucrado en hechos delictuales?

“Ramiro” representa esta imagen del soldado japonés perdido en una isla, que varios años después no se ha enterado de que ha terminado la guerra y sigue dispuesto a darla. Tengo la impresión de que no sabe hacer otra cosa que ser un guerrillero, es alguien que toda la vida hizo eso y no sabría reinventarse. Seguramente él tenía convicción y justificaba la acción apoyando las últimas experiencias guerrilleras de la región, particularmente de Colombia, y ese era el argumento que se esgrimió para participar de la acción de Olivetto. Tiene que ver con una porfía y con no saber hacer otra cosa.

¿Cuál es la importancia de la figura de Hernández?

Me parece importante reforzar lo que es la mística que representó en su momento “Ramiro”, sobre todo en los años 80. Es un tipo muy hábil para lo que hacia, efectivo, riguroso y disciplinado, lo que explica que nunca cayera detenido en los años 80 y que recién el 94 fuera detenido a partir de una delación de uno de sus propios compañeros, de los más cercanos a él, Agdalín Valenzuela. Esta admiración, habilidad forjada en las acciones más connotadas y en detalles como haber tenido la ocurrencia de usar balizas en los autos con que escaparon una vez realizado el atentado de Pinochet. Ese tipo de detalles va marcando una diferencia y una admiración en él, pero también una suerte de aire de grandeza. Ya entrados los 90, desarrolla una personalidad megalómana, un cierto culto a la personalidad. Ramiro, en ese sentido, termina siendo el Frente y aunque no es el jefe, en la práctica es quien más influencia tiene.