¿Qué tienen en común los bloqueos a Cuba y Venezuela?

Los Gobiernos de Cuba y Venezuela viven en carne propia la hostilidad de la administración del presidente de EEUU, Donald Trump. La política de sanciones hacia estas dos naciones, una más desarrollada en el tiempo y otra más reciente, invita a preguntarse si se trata del mismo perro con diferente collar.

El embargo a Cuba impuesto por EEUU desde la década de 1960 y las sanciones aprobadas este 5 de agosto contra Venezuela comparten varias similitudes, a pesar de la distancia de estos dos hechos en la historia.

Durante más de medio siglo, EEUU ha prohibido a sus socios comerciales entablar negociaciones con Cuba y hasta ha dictado leyes para consolidar esta política, como la Ley Helms- Burton. El Congreso estadounidense aún defiende la vigencia de esta política como una medida que podría obligar al Gobierno cubano a respetar los derechos humanos.

En 2015, el entonces presidente Barack Obama instó al Congreso a suspender el bloqueo comercial contra Cuba y dijo, en su discurso anual del Estado de la Nación, que «la fecha de caducidad de esta política había vencido hacía tiempo», una forma metafórica de reconocer el fracaso de la estrategia.

Pero desde que asumió el cargo en 2017, Trump dejó claro que piensa todo lo contrario a su antecesor. Por ello, este 5 de agosto apostó por repetir la fórmula de sanciones con la firma de un decreto que bloquea los activos de las autoridades de Venezuela en EEUU.

Unos días después, en Lima, el consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, utilizó la expresión «sanciones a terceros», o sea, cuando otros países también son impedidos de comercializar con la nación sancionada, una retórica que calca bastante la estrategia aplicada a Cuba. Pero, ¿en qué más se asemejan?

Ni embargo, ni bloqueo: ¡sanciones!

En diálogo con Sputnik, el politólogo cubano Arturo López-Levy explicó que tanto el término » embargo» como «bloqueo» suelen ser mal utilizados.  En realidad, responden a una propaganda política que, según el interés, trata de disminuir el impacto de las sanciones (embargo) o reforzarlo (bloqueo).

«No se trata de un bloqueo en el sentido militar, como el Derecho Internacional describe, y tampoco se trata de un embargo, porque esto implicaría el cese de transacciones entre los dos países solamente, y en ambos casos hay sanciones a terceros. Entonces hablamos de una política de sanciones», aclaró López-Levy, catedrático de Holy Names University en Oakland, California.

Pero más que sanciones, violaciones

Para el experto, más allá de esta aclaración conceptual, la principal similitud que comparten ambas políticas «es que estamos ante dos violaciones del Derecho Internacional».

«Ninguna nación tiene el derecho a plantearse el derrocamiento del Gobierno de otro país, ni tiene derecho a la aplicación unilateral de sanciones, sin la aprobación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, o al menos, del organismo regional competente», comentó.

López-Levy recordó que en este escenario se sabe que al menos dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, China y Rusia se oponen abiertamente a las sanciones contra Venezuela y a las de Cuba se oponen cuatro.

Pero en el caso de Cuba, la situación está mucho más clara, indicó el experto. Y es que con el paso de los años, leyes como la Helms-Burton han contribuido a cimentar la política de sanciones, lo que ha hecho más difícil eliminarla, incluso cuando el presidente Obama tuvo la voluntad de hacerlo.

«En el caso de Venezuela, hasta el 5 de agosto algunos países europeos dieron su apoyo a la sanciones, pero dudo que a partir de ahora Gran Bretaña, independientemente del nuevo Gobierno, y Francia, mantengan ese respaldo», indicó el analista, ya que la tradición europea siempre ha sido oponerse a las sanciones de EEUU que involucran terceros países.

El pueblo, siempre el más perjudicado

López-Levy señaló como otra semejanza en ambas políticas la ausencia de un respaldo a la población de los países sancionados que al fin de cuentas es la más perjudicada. A su juicio es difícil decir hoy, como se decía en 2017 cuando comenzaron las sanciones de la administración Trump contra el Gobierno de Nicolás Maduro, que se trata de castigar al Gobierno venezolano y no a la sociedad en general.

«Ahora solo queda alguna exclusión para los alimentos y las medicinas entre los cuales se establecen incluso hasta sistemas de licencia, pero el golpe a la economía en general es innegable. Ya no se trata solo de transacciones de personas pretendidamente corruptas asociadas al Gobierno», remarcó.

También recordó cómo «esto ha sido todavía más dramático» en el caso de Cuba. La aplicación de este tipo de sanciones nunca ha garantizado la protección de los más necesitados.

La propia comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, quien había sido bastante crítica en un reciente reporte sobre la situación en Venezuela, se manifestó sobre las sanciones de EEUU como poco constructivas.

Sobre hacer frente a estas sanciones, el catedrático advirtió que «sería un error deducir que se puede reproducir en la Venezuela de Maduro la experiencia de Cuba bajo la dirección del Partido Comunista y de Fidel Castro».

«Aunque sí puede pasar que este empuje a sanciones unilaterales cree un efecto de aglutinamiento en torno a la bandera, al menos entre los chavistas», concluyó. Es decir, el resultado podría fortalecer el propio chavismo.