Entrevista a Elías Jaua: «No puede ser esta una confrontación sin límites»

Por: Panorama / M. Delgado Marcucci / H. Morales 

13 de octubre de 2019.-

Elías Jaua hace rato no ocupa un cargo en el Poder Ejecutivo y asegura: «Eso me permite un mayor accionar político». De hecho visitó al Zulia y en PANORAMA aseguró: «No hay ninguna decisión deliberada de castigar a Maracaibo, eso se puede descartar. Ahora que hay debilidades en la respuesta, seguramente sí».

El excanciller, ex vicepresidente, exministro de Agricultura, de Comunas y un largo etcétera que pasa por los más altos cargos del Poder Ejecutivo, aboga por «un acuerdo político que permita una administración democrática del conflicto».

Jaua se define como un crítico dentro del chavismo, pero prefiere no personalizar en Maduro la inédita crisis que atraviesa el país. «Nosotros como fuerza política somos responsables de lo muy bueno que se hizo, que se ha hecho durante estos 20 años y también somos responsables de los errores y omisiones que se hayan cometido», agregó.

De cara a la oposición cuestiona la falta de autonomía en sus decisiones. «Lamentablemente hay un sector de la oposición que no tiene autonomía para decidir sino que responde a las instrucciones desde Washington, desde Bogotá».

— ¿Cómo se encuentra usted en la reserva del chavismo o en el chavismo crítico?

— En la reserva jamás. Más activo que nunca, estoy desplegado por todo el país, acompañando los procesos de organización popular, comunas, movimientos sociales, campesinos, de trabajadores, acompañando las luchas de todos esos sectores. Escribo un artículo semanal, tengo un programa de radio en Yvke Mundial, los miércoles a las siete, estoy en la dirección nacional del Psuv, estoy más activo que nunca en la política.

No estoy en cargos de responsabilidad de gobierno, pero eso me permite un mayor accionar político.

— Hasta ahora ninguna de las fuerzas políticas ha podido cantar victoria, pero la crisis escala, en ese contexto, ¿cuál es la salida?

— Es necesario un acuerdo político de reconocimiento de los dos grandes actores que estamos confrontados: la revolución bolivariana y la oposición en sus distintas expresiones. Un acuerdo político que permita una administración democrática del conflicto. El conflicto no va a desaparecer porque somos dos fuerzas antagónicas, pero estamos obligados, en función de la vida de nuestra gente, de la familia venezolana, a darle una administración democrática al conflicto. ¿Qué significa eso? Tenemos que renunciar a toda forma de violencia o fuera de la Constitución Bolivariana de 1999, tenemos que normalizar la vida institucional del país, necesitamos un Poder Legislativo que cumpla sus funciones constitucionales y que renuncie a la idea de derrocar al Presidente. Un Poder Legislativo que sea reconocido por el resto de los poderes, todo eso lo necesitamos para en conjunto desarrollar una política de gobernabilidad económica que le devuelva la tranquilidad a la familia venezolana.

— Sectores de la sociedad civil le han exigido a los actores políticos acuerdos mínimos porque el deterioro del país cada vez complejiza más la gobernabilidad, ¿el chavismo está ganado a esa idea en casos como el del Zulia, por ejemplo?

— Hay que reconocer en el presidente Maduro la voluntad para llegar a algunos acuerdos mínimos. Eso no ha sido posible debido a que una parte de la oposición está muy influenciada por el Gobierno de EE UU u otros gobiernos de la región, como el de Colombia. Eso dificulta la posibilidad de llegar a acuerdos que son absolutamente necesarios. Dentro del chavismo he sido un defensor de la necesidad de acuerdos mínimos que permitan la recuperación de la vida cotidiana de la gente, como el acceso a los bienes y servicios fundamentales, la garantía de la prestación de esos servicios, la vida mínima a la que tiene derecho una sociedad, no puede ser esta una confrontación sin límites, sin ningún tipo de reglas de juego que al final lo que termina es impactando a la gente.

La política y los políticos, sobre todo los revolucionarios, queremos que la gente tenga una vida humanamente gratificante, creo que en este momento debemos reconocer que no estamos logrando eso y tiene que haber una profunda revisión de todos los actores políticos para parar, regularizar el conflicto y ocuparnos de lo que tiene que ocuparse la política, y es que la gente pueda vivir con unas condiciones mínimas de vida.

— Por ejemplo, ¿la vuelta del chavismo a la AN puede ayudar a que se produzcan esos acuerdos?

— Sí. Esa ha sido la decisión política del Presidente y del partido, volver a la Asamblea para intentar, mientras se produce la elección parlamentaria que corresponde en el año 2020 para iniciar el nuevo período legislativo el 5 de enero del 2021; un espacio ideal para el debate y el acuerdo político. Para intentar la recuperación de la vida institucional del Poder Legislativo hasta que se produzcan las nuevas elecciones.

Porque con el Poder Legislativo activado y en el uso de sus funciones constitucionales, renunciando a utilizar el Parlamento como una mecanismo de desestabilización y de ruptura del orden constitucional por la mayoría opositora, podemos abordar temas como la reestructuración y financiamiento de la deuda externa que es vital para conseguir las inversiones necesarias que nos permitan levantar la producción petrolera que nos está afectando y produce largas colas de Maracaibo y otras ciudades del país que viven actualmente. Que nos permita levantar la producción agroindustrial del país y con ello la disponibilidad de bienes para la generación de empleos y la recuperación paulatina del poder adquisitivo de los trabajadores.

El segundo elemento de nuestra presencia ahí es lograr los acuerdos, irnos ganando la confianza para ir a unas elecciones parlamentarias, donde ojalá la oposición no vuelva a jugar al margen de la democracia y participe y podamos ir todos los actores. Hay un elemento interesante, entre los acuerdos con un sector de la oposición; y es la aprobación de una ley de proporción de minorías para el Parlamento, la cual le daría mayor pluralidad al Parlamento que se elija en el 2020, es indispensable que en esas elecciones participemos todos los actores políticos, todos los partidos y que toda la sociedad pueda ser expresada a través de un nuevo Parlamento más amplio, más plural que despolarice el escenario político-legislativo y lo convierta en un escenario de debate y acuerdos.

— Esta semana Guaidó cambió el mantra al plantear ya no el cese de usurpación, sino una separación de cargos de los dos (él y Maduro) para buscar una salida con miras a una elección presidencial…

— Esa declaración responde al fracaso, como tenía que ocurrir, de intentar imponerle a los venezolanos una presidencia que nadie había elegido, la de Guaidó. Que rompía además con un principio básico de la independencia de un país, que es la autodeterminación nacional, darse la propia forma de Gobierno. A principios de año se nos intentó imponer desde el extranjero, bajo la coacción, la amenaza, la intimidación a un Gobierno que no habíamos elegido, eso fracasó. A nosotros no nos van a imponer un Gobierno porque eso sería la pérdida de nuestra independencia.

La declaración del señor Guaidó corresponde a lo que ya es evidente para el mundo, incluso para sus aliados; y es que Venezuela no va a aceptar un Gobierno impuesto al margen de la Constitución como el que se nos pretendió imponer el 23 de enero.

El presidente Nicolás Maduro fue electo el 20 de mayo (2018) en elecciones directas, secretas y universales, tiene un mandato y no puede ser condicionado bajo ninguna forma a renunciar a ese mandato, la renuncia siempre será un acto absolutamente voluntario, no puede ser bajo una coacción, bajo una amenaza extranjera. Creo que si de verdad hay una intención de este sector extremista de la oposición, que expresa Guaidó y que lideriza Leopoldo López, es permitir que la vida institucional del país se vaya recuperando.

Un primer paso es ir a las elecciones parlamentarias con la participación de todos los actores políticos, con las garantías plenas, una ley de proporciones de minorías que permita un Parlamento plural donde todas las fuerzas, incluso las minoritarias, estén expresadas y, a partir de ahí, crear las condiciones para que los mecanismos constitucionales se vayan dando en las mejores condiciones posibles y que, finalmente; con un país estabilizado, con recuperación económica, donde la gente haya recuperado la tranquilidad de la vida cotidiana a la cual tiene derecho la familia venezolana, cuando corresponda, el pueblo emita su decisión de cuál opción quiere.

— Pero realmente hay una desesperanza de que eso, la recuperación económica, se vaya a dar porque no se dio tantas veces que lo prometieron y porque hay una desconfianza mutua de las fuerzas del poder, mientras tanto no se toman las decisiones y económicamente el peso lo tiene la gente…

— Para que se produzca una recuperación económica tiene que haber un acuerdo político y reconocimiento que permita la estabilidad. En un marco de confrontación permanente de desconocimiento de todos contra todos, amenazados, bloqueados, con una intimidación permanente de una intervención militar extranjera ningún país del mundo tiene posibilidad de una recuperación económica.

— Y cree que puedan levantarse esas sanciones…?

— Más allá de las sanciones los primeros pasos tenemos que darlos nosotros, los venezolanos. Hay que restituir la corresponsabilidad entre los poderes públicos, debe haber una tregua que permita una administración democrática de este conflicto.

— ¿Y por qué ahora sí hay voluntad para restituir ese Parlamento?

— La voluntad siempre ha estado. Yo fui miembro de la comisión del presidente Nicolás Maduro en República Dominicana y uno de los temas centrales era la recuperación del funcionamiento del Poder Legislativo. La oposición renunciaba a usar el Parlamento como un mecanismo para derrocar al presidente Nicolás Maduro y el Poder Ejecutivo y el resto de los poderes reconocían el funcionamiento del Parlamento. Ese acuerdo no fue posible por las razones que ya conocemos. Lamentablemente hay un sector de la oposición que no tiene autonomía para decidir sino que responde a las instrucciones desde Washington, desde Bogotá y eso fue lo que ocurrió.

Yo fui testigo de eso (en Dominicana) cuando Julio Borges, cuando estábamos previos a firmar un acuerdo que iba a permitir unas elecciones con un nuevo CNE, con la restitución del Poder Legislativo, la participación de todos los actores, las elecciones presidenciales, liberación de algunos presos, de hecho ya se habían producido algunas liberaciones de personas privadas de libertad por delitos en el marco de la conspiración; entonces al regreso Julio Borges dijo: «No lo puedo firmar» y no se firmó y aquí está la situación a la que nos ha traído.

— ¿Y en Oslo qué pasó?

— No le puedo dar tantos detalles porque no estaba, pero en el momento en que se avanzaba en un papel de trabajo consensuado, EE UU incrementó las sanciones. La oposición tiene que renunciar al tutelaje internacional y entre venezolanos, por el bien de nuestro pueblo que es la que está sufriendo las consecuencias de esta confrontación, estamos obligados a un acuerdo político. Este no es solo un tema de fe, es un problema de voluntad política, de conciencia y hay que trabajarlo, no hay que frustrarse, si nuestra vuelta al Parlamento no contribuye para eso habrá que buscar otro mecanismo, pero insistirlo e insistirlo hasta que lo logremos. Estos acuerdos han evitado la guerra, no han logrado resolver el conflicto, pero han evitado que escale hasta una confrontación armada que sería el peor escenario que le ocurriera a esta generación de venezolanos.

— En este contexto, de recrudecimiento de la crisis, usted que conoce muy bien al chavismo, ¿cuánto margen le queda?

— El chavismo es una fuerza que llegó para quedarse. Ese es el primer elemento que deben reconocer los gobiernos extranjeros que intervienen indebidamente en Venezuela y los sectores más extremistas de la oposición, aunque yo creo que hay sectores de la oposición que ya lo han comprendido.

El chavismo es una realidad y en cualquier escenario político, a menos que venga una dictadura como la de Pinochet, o de Videla e intente arrasarnos como fuerza política, nosotros vamos a existir en el Gobierno o fuera del Gobierno, el chavismo va a existir, es una realidad política. Yo no diría cuál es el margen para el chavismo, mi mayor preocupación es cuál es el margen para nuestro pueblo, cuáles son los límites de tolerancia de un pueblo que aquí está agravado con las colas de la gasolina, la suspensión del servicio eléctrico, de eso es de lo que más debemos preocuparnos, no la salvación personal o política de cada quien, sino la vida de un pueblo.

— En ese sentido tenemos la percepción de que el poder central no hace lo suficiente para atender nuestra crisis, la del Zulia, que es distinta a la que vive el centro del país. No hay sintonía entre el poder central y estos problemas, especialmente después de ver cómo se aprueban 66 millones de euros para Caracas…

— Sé que ese es el sentimiento de ustedes (…) la situación de aquí es mucho más grave, pero no es que el resto del país no tenga una situación tan grave.

— Pero la sensación es que hay un esfuerzo porque Caracas no pase lo que está pasando Maracaibo…

— Hay que reconocer, aunque no estoy en el Gabinete Ejecutivo; que no hay ninguna decisión deliberada de castigar a Maracaibo, eso se puede descartar. Ahora que hay debilidades en la respuesta, seguramente sí, pero he visto la presencia permanente del ministro Reverol para intentar ir solventando el tema de la electricidad, que requiere de un tiempo; ahora se ha agravado la coyuntura del combustible, podemos reconocer que hay debilidades en las respuestas, pero en ningún caso es una política deliberada de obviar, de abandonar a Maracaibo o al Zulia. Para la revolución bolivariana y lo demostró el comandante Hugo Chávez; el Zulia es importante en el desarrollo del país.

— Como el peronismo, el chavismo tiene distintas corrientes internas, cuántos chavismos existen, ¿la disidencia actual crece por las diferencias hacia quienes dirigen el Gobierno, o crece hacia un proyecto?

— El chavismo es una sola fuerza. No hay distintos chavismos. El chavismo es un cuerpo de valores que se sustenta en pilares como la independencia política del país, la soberanía, la democracia popular protagónica, el ejercicio del poder popular, la construcción de igualdad social, una ética política y un modelo económico en el que el Estado tiene una participación y un papel regulador, pero que reconoce el sector privado, esos digamos son los grandes cimientos de nuestro movimiento.

Ahora, el chavismo se conformó como una gran alianza nacional, especialmente entre los años 96 y 98, nutrido de corrientes provenientes de la izquierda, de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, provenientes de sectores conservadores de la sociedad, de las bases de Acción Democrática y Copei, de los que votaron e hicieron que Chávez llegara a la presidencia de la República en 1998 de manera que el chavismo es una pluralidad.

Lo importante es no perder los espacios para que todas esas corrientes puedan expresarse en los espacios de dirección y de liderazgo. He sido un crítico de cerrar los espacios de la discusión y de la consulta y es un debate que permanentemente damos en el seno de la organización y en el seno de la sociedad por impedir que se cierren los espacios de democracia interna porque la fuerza del chavismo es su gran capacidad de ejercer la crítica, la autocrítica, la interpelación al poder, Chávez era quien más estimulaba que el pueblo que le acompañaba le demandara a su Gobierno, criticara a su Gobierno y ese espíritu no lo podemos perder.

— Pero eso no está sucediendo, cada vez que sale una voz crítica es cuestionada y parece que al chavista disidente le va peor que al propio opositor…

— Cuando te conviertes en un disidente es porque rompes con el proyecto y eso es un derecho de cada quien, pero yo, perdonen que personalice, soy la expresión de posturas críticas hacia mi partido y del rumbo de la actual situación y la expreso en la medida que lo puedo hacer públicamente; y la expreso dentro del partido, pero manteniéndome dentro del proyecto porque uno no puede ser crítico del proyecto siendo parte del juego de intervenir al país por parte de EE UU o sentarme y reconocer a Guaidó cuando no tiene ninguna legitimidad para ejercer la Presidencia de la República. Hay que diferenciar lo que son las necesarias posturas críticas de una organización política, no cuestiono ni juzgo a nadie, pero cuando ya dicen: «Estoy con Guaidó» y van y se sientan en la Casa Blanca y comienzan a desdecir de lo que hicimos, entonces no eres parte de esto.

— Hay como un limbo con los presos del chavismo, como Rodríguez Torres, Baduel, Eulogio Del Pino a quienes no defiende nadie, más allá de los procesos de amnistía o perdón que algunas vez lideró Chávez?

— Quien comete delitos tiene que ser procesado. Lamentablemente, la polarización que hemos vivido hace que mucha gente que comete delitos se ampara en el papel de la disidencia o de opositor para justificar los delitos que cometió, sean de carácter penal o de terrorismo, de desestabilización o de corrupción.

Uno de los elementos para avanzar a la normalización política del país es lograr el mayor número de liberación de las personas que han sido detenidas y procesadas como producto de los eventos políticos.

Una vez lo conversábamos con el comandante Chávez y él nos consultaba sobre una decisión que iba a tomar el Poder Judicial de liberar a gente que había participado en los hechos del 2002 y él finalmente saldó el debate diciendo: «Las sociedades tienen que avanzar, no pueden vivir ancladas en los rencores» y lo dijo con auténtica humildad: «Nosotros somos el resultado de una amnistía», emitida por el doctor Caldera.

Entonces yo mirando hacia el futuro y ojalá sea el futuro más cercano posible, veo la necesidad de procesos de amnistía que permitan el reencuentro entre todos los venezolanos.

— En un escenario prospectivo, ¿al chavismo le va a costar muchísimo la factura de Nicolás Maduro?

— No podemos personalizar sobre el compañero Nicolás Maduro todo lo que ha ocurrido. Nosotros como fuerza política somos responsables de lo muy bueno que se hizo, que se ha hecho durante estos 20 años y también somos responsables de los errores y omisiones que se hayan cometido.

Soy cristiano católico, soy heredero de todas las virtudes de lo que Cristo predicó y practicó, pero también cargamos las cosas malas que en nombre del cristianismo se han hecho.

Uno no puede estar en un proyecto y decir que soy responsable de esto, pero no de aquello; en mi caso, yo no personalizo entre la responsabilidad de lo que hemos hecho tenemos que asumirla en cualquier circunstancia y debemos hacerlo priorizando el interés nacional, el interés de la mayoría. Esa gente que dice que si viene la derecha, Voluntad Popular; vienen por mí, por ti y por todos; bueno ya veremos, pero lo más importante es que avancemos en un acuerdo de reconocimiento que importe más la vida de un país que la suerte personal de Elías Jaua, de hecho yo asumiré mi responsabilidad en cualquier circunstancia.

— En qué momento hubo el quiebre económico del país, el Presidente se ha centrado en la caída de los precios del petróleo y las sanciones, pero previo a eso ya la crisis necesitaba de medidas que no se tomaron, ¿qué ocurrió?

— Hasta el 2012 Venezuela traía un crecimiento sostenido, solo impactado por la crisis financiera de los años 2008 y 2009 y el país para 2012 y comienzos del 2013 tenía una estabilidad económica y había una gobernabilidad económica.

La muerte de un líder del peso del comandante Hugo Chávez, de un líder fundacional de una nueva etapa del país trastocó la vida política del país e impactó la economía, desde el 8 de diciembre (2012) cuando el Presidente hace el anuncio y deja clara la posibilidad de no estar ya comenzó un proceso de devaluación creciente, de disparo en los precios. Luego vino un conjunto de eventos políticos de desestabilización, como la llamada «Salida» del 2014, que impidieron tomar los ajustes necesarios que eran necesarios en ese momento y que ya, incluso, lo habíamos previsto desde el año 2012, que ya había que actualizar el régimen cambiario para actualizarlo, cambiarlo, pero ya el régimen cambiario estaba afectado, había que prever una caída de los precios del petróleo, había que ajustar subsidios, había que tomar un conjunto de acciones y medidas que nos previnieran frente a una posible caída de los precios del petróleo.

Eso no fue posible, en 2014 por la inestabilidad política. Hubo momentos en que podíamos hacerlo y no se tomaron las decisiones, pero fueron muy cortos los períodos en que se pudo hacer eso antes de que finalmente la economía colapsara, que desde mi punto de vista se produjo en el 2015, coincidente con el decreto de amenaza inusual y extraordinaria del presidente Obama.

Ya ahí el país perdió las reglas del juego mínimo de la democracia de la economía y, tanto en la política, como en lo económico, hemos venido actuando sin ningún tipo de reglas por parte de los actores involucrados y se ha producido este gran deterioro, ahora agravado por lo que nadie puede negar que son las sanciones y el bloqueo efectivo que sufre Venezuela.

— ¿Y qué va a pasar por la Asamblea Nacional Constituyente en caso de un acuerdo?

— Ese es un tema que la oposición ha planteado, creo que es indispensable la reactivación del Poder Legislativo, bien sea de este que ya le queda un año o bien sea del nuevo Parlamento electo en las elecciones que corresponden en el 2020. Una vez legitimado y en ejercicio de sus funciones constitucionales este, o el nuevo Parlamento, la Constituyente habrá cumplido su papel de administrar institucionalmente esta crisis. La ANC es la que ha permitido que los procesos electorales que correspondían: alcaldías, gobernaciones, presidencia se hayan desarrollado y el gran logro de la Asamblea Nacional Constituyente fue haber detenido la guerra en el año 2017, una escalada de violencia que nos iba a llevar a una guerra