La Mesa del Diálogo patrocinada por la ONU en Ecuador y La Conferencia Episcopal logró reunir a representantes del gobierno y de las comunidades indígenas después de diez días de lucha contra el “Paquetazo†en todo el Ecuador. El diálogo duró una horas y fue suficiente como para conseguir que se derogara el decreto ejecutivo 883, el término de las manifestaciones populares, el levantamiento del estado de excepción en todo el país y el toque de queda y militarización en Quito. Después de terminada esta jornada de discusión, trasmitida por cadena nacional a petición de los dirigentes indígenas, se publica un comunicado sin fotos, sin abrazos, sin despedidas de mano. Ninguna de las dos partes negociadoras muestra estar satisfecha con los resultados alcanzados. La brecha de desconfianza entre ambas partes no es menor después de firmar estos acuerdos. ¿Será posible que un políticamente debilitado Lenin Moreno con sus cuestionados ministros puedan renegociar el decreto 883 y otras las condiciones impuestas por el FMI? ¿Será posible que los barones de la finanza ecuatoriana, los verdaderos ganadores de las políticas del FMI, sigan apoyando a Lenin Moreno, ahora que el movimiento popular puso al gobierno contra la espada y la pared? La represión desmesurada y asesina contra el pueblo ecuatoriano no tiene parangón en la historia moderna de este país, diez muertos, miles de heridos, miles de encarcelados y un número no determinado de desaparecidos lo demuestran. La ministro María Paula Romo, al igual que el presidente, atacaron las protestas populares basado en mentiras y escondidos detrás del silencio cómplice y vergonzoso de los grandes medios de comunicación ecuatorianos. La innecesaria brutalidad mostrada por el Comando Conjunto de Militares y la Policía ecuatoriana contra una población que ejercía su justo derecho a manifestar sus opiniones es una clara violación a los derechos fundamentales de sus ciudadanos. Estos “valientes soldados de la patria†se declararon en guerra contra su propio pueblo y lo que es lamentable no respetaron ni siquiera las leyes y normas de una guerra, atacaron indiscriminadamente a niños, mujeres, periodistas desarmados, médicos que daban atención a los heridos y atacaron a zonas de paz con todo el poder de fuego que tenían a disposición. ¿A quién se responsabilizará por estos excesos de violencia y sus lamentables resultados? Ya no vale ni siquiera la pena preguntar por el silencio de la Sra Bachelet o Almagro, el encargado de la OEA. Entiendo la frustración de los líderes indígenas quiénes piden la destitución de los ministros Romo y Jarrin, pues presienten que no serán escuchados. La herida quedará abierta. La soberbia del poder, en cambio, se siente con energías para juzgar y condenar por terrorismo a varios dirigentes detenidos. O cambiar la táctica e iniciar una represión individualizada contra dirigentes de la resistencia indígena o de la revolución ciudadana. Lenin Moreno sale de esta batalla política y moralmente desacreditado. No sólo se reduce su base de apoyo popular sino que también deja de tener crédito entre los ricos de Ecuador. El comportamiento del gobierno deja en claro que detrás de Moreno hay poderoso hilos políticos moviéndose y boicoteando las medidas del presidente. ¿O cómo se entiende que cuando Lenin Moreno anuncia cadena nacional no cuente con un libreto para leer públicamente? ¿Cómo se entiende que haga un llamado a dialogar (cadena nacional de menos de un minuto) y después anuncie el toque de queda en Quito con sólo una hora de antelación? ¿Que en ambos casos le sigue una fuerte represión a un gran conglomerado de personas que esperaban pacíficamente afuera de la Asamblea Nacional? Creo que existía un nerviosismo dentro y fuera de Ecuador. Muchos se preguntaban si una vez más la historia ecuatoriana se repetiría: que los colectivos indígenas tumbarían al impopular Lenin Moreno. Ya lo habían logrado antes, podían lograrlo esta vez también. El elemento subjetivo estuvo siempre presente, la voluntad de combate. Hasta sus líderes mostraron asombro por la tremenda creatividad combativa de los manifestantes, la solidaridad que surgió al calor de la lucha, la valentía mostrada por las mujeres para enfrentar a la policía. Queda en el aire y sin respuesta, ¿quién era el candidato favorito a llenar este posible vacío de poder? Cabe señalar que los colectivos indígenas son un conglomerado multiétnico y pluricultural, que gozan de autonomía y cuentan con una buena organización interna y de coordinación (CONAIE, FEIME, FENOCINI etc). Tienen líderes con altas capacidades políticas y de convocatoria, pero no están aliados a ningún partido político en especial. Sus reivindicaciones fueron creciendo al calor de la lucha, desde inicialmente la férrea oposición al “Paquetazo†hasta pedir la salida de Lenin Moreno y dos de sus ministros. Pero, no se debe olvidar que junto a esta resistencia indígena actuaban otros actores sociales, como la central de trabajadores ecuatorianos, el gremio de los transportistas y los estudiantes. Finalmente, algunas conclusiones preliminares del período: La resistencia indígena no otorgó ningún cheque en blanco al gobierno de Moreno. Están en estado de alerta contra posibles engaños y traiciones a los acuerdos tomados, especialmente la derogación del decreto que elimina el subsidio a los combustibles. Resulta de igual importancia exigir que se definan las responsabilidades sobre y la cantidad de los asesinados, los heridos, los detenidos y los desaparecidos.
Raul Reyes Estocolmo 2019-10-14