Uno de los desafíos que nos impone el contexto internacional es continuar la batalla contra el capitalismo y vencer al imperialismo
Uno de los desafíos que nos impone el contexto internacional en que vivimos es continuar la batalla contra el capitalismo, es vencer al imperialismo. Para alcanzar una sociedad nueva, más justa y equitativa es preciso fomentar en los jóvenes el sentimiento antimperialista y asirnos a lo mejor del pensamiento emancipador, anticapitalista y garante de la justicia social.
En Cuba tenemos a José Martí, cuyo antimperialismo fundador lo hizo combatir las pretensiones anexionistas que durante los casi 15 años que vivió en el monstruo, como le llamó a Estados Unidos en carta a Manuel Mercado, percibió.
Fue un desvelo martiano el peligro que representaba para la América la política expansionista del imperialismo. El Apóstol comprendió la esencia de esa política y alertó a los pueblos del Sur desde su estancia reveladora en Nueva York. He ahí sus escenas norteamericanas, que devienen obligada lectura para entender por qué, a la altura del siglo XXI, sigue siendo el imperio una real amenaza a la seguridad, la armonía y el equilibrio de nuestros pueblos.
Es la clave del antimperialismo martiano, ya que él vivió en Estados Unidos cuando emergía la formación de los monopolios industriales y dejó constancia de los peligros que correría la América si no hacía frente a la propuesta del Norte, cuya esencia no era otra que la de incorporar nuestra región a su dominación imperial.
Y esta idea del peligro que representaba (y representa hoy) el imperialismo es cardinal en uno de sus medulares textos. Desde el comienzo del ensayo martiano Nuestra América, el Apóstol alerta, indirectamente, del peligro expansionista que acuñaba —«y le pueden poner la bota encima»â€” el imperio del Norte a la aldea americana.
Esta alerta martiana lleva implícita una crítica a los pueblerinos que, por avivar su apetito vanidoso y egocéntrico, descuidan la guarda y custodia de su aldea y no saben del peligro anunciado. Ya exhorta Martí, en el comienzo ensayístico, al combate en defensa de nuestra América; este con las armas del juicio, con las ideas, pues en lenguaje metafórico califica las armas del gigante de las siete leguas como de piedras: «Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras».
Estamos en un momento de vigilia perpetua, en que la pupila insomne de Villena tiene que estar más cerca de nosotros para salvar a la patria de la impaciencia de algunos, del deslumbramiento de otros, de la ignorancia de unos cuantos que se dejan confundir con palabras engañosas y nocivas. Hoy más que nunca debemos divulgar, en una constante relectura, el texto martiano La verdad sobre los Estados Unidos.
Mucho tenemos que hacer los jóvenes desde esa motivación martiana, porque Martí nos ayuda a entender las pretensiones históricas de los círculos de poder de Estados Unidos contra Cuba; su interés expansionista y de dominación. Y en tal sentido, de los que quieren para Cuba la anexión, como se ve en la actualidad.
La visión antimperialista de Martí lo llevó a rechazar todo vestigio de propuesta indigna para Cuba, todo vestigio de anexionismo, por ejemplo. Nos alerta Martí: «Y una vez en Cuba los Estados Unidos ¿quién los saca de ella? Ni ¿por qué ha de quedar Cuba en América, como según este precedente quedaría, a manera —no del pueblo que es, propio y capaz—, sino como una nacionalidad artificial, creada por razones estratégicas? Base más segura quiero para mi pueblo. Ese plan, en sus resultados, sería un modo directo de anexión. Y su simple presentación lo es».1
¡Cuánta vigencia en las palabras de Martí! Volver sobre estas es deber de todo joven revolucionario, como en su día hicieron hombres como Mella, el Che y Fidel, en cuyos pensamientos y acciones encontró el antimperialismo martiano acicate para su continuidad. Como señalara Armando Hart Dávalos, «hay que seguir luchando contra el imperialismo. Si queremos ser prósperos, vivir en una sociedad que garantice la conquista de sus derechos, que se fortalezca económicamente y mantenga siempre sus páginas de gloria histórica, no podemos olvidar nuestra historia, la lucha heroica del pueblo por la independencia, por su soberanía».2
1 Ver en: José Martí: Epistolario, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1993; en Ángel Augier: La tesis antimperialista de José Martí en las raíces de la Revolución Cubana, Editora Política, La Habana, 2006, p.14.
2 Armando Hart Dávalos: Y mi honda es la de David, publicado en Juventud Rebelde 2016.