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¿Será el pasado la única Utopía de la derecha? ¿Por eso miente un historiador que Venezuela Colonial era rica y unida? ¿Antaño era unión la esclavitud y riqueza la miseria? ¿Será que confunden nostalgia con amnesia? ¿Habrá que salir a la búsqueda de esa utopía perdida?
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¿Encontraremos la dicha en las últimas décadas del siglo pasado? ¿Se puede imaginar mayor felicidad que la de un país donde 80% de los venezolanos vivía en pobreza y 43,35% en pobreza crítica? ¿Donde 40% habitaba en ranchos u otras viviendas insalubres? ¿Era posible mayor ventura que una tasa de mortalidad por desnutrición que creció de 1,6 por cien mil habitantes en 1983, a 3,1 en 1987 y a 4,6 en 1990? ¿Qué las muertes por desnutrición en menores de un año aumentaran de 13,8 por cien mil nacidos vivos en 1983, a 40 en 1989 y a 60 en 1990? ¿Cómo no disfrutar de un alza del índice de precios al consumidor de 1.262,9 % entre 1984 y 1993; de un dispararse del costo de los bienes más necesarios, como alimentos y bebidas, en un 2.240,5%? ¿Hubo alguna vez mayor júbilo que morir de mengua porque no existían módulos de Barrio adentro? ¿Mayor beatitud que ver morir niños como moscas por ausencia de un Cardiológico Infantil? ¿Qué vivir en tiniebla eterna por falta de una Misión Milagro?
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¿Concibió alguien mayor alborozo que levantarse el Viernes Negro el 18 de febrero de 1983, y enterarse de que el bipartidismo había quebrado al país más rico de América Latina? ¿Que, tras haberse cuadruplicado el ingreso petrolero, el gobierno había contraído a escondidas deudas por 27.000 millones de dólares, que consumían el 40% del gasto público y debíamos pagar los ciudadanos que no habíamos robado nada? ¿Podemos imaginar mayor jolgorio que ver pasar el dólar de 4,30 bolívares a más de mil? ¿Qué el de entregar todas las industrias básicas en pago de deudas ilegalmente contraídas? ¿Cómo olvidar la euforia de la inflación anual de tres dígitos y la euforia de los intereses bancarios de otro tanto, financiados con bonos cero cupón del Tesoro que pagábamos todos? ¿Cómo echar al olvido los infartos de gozo y los suicidios de felicidad al saber en 1994 que los banqueros habían huido llevándose la mitad del circulante del país, después de que Caldera le otorgara auxilios financieros por 700.000 millones de bolívares?
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¿Cómo explicar a las nuevas generaciones el éxtasis de suspensiones de garantías constitucionales que duraban más de tres años? ¿O el método jubiloso de recuperar la mayoría parlamentaria ilegalizando a la oposición? ¿O la delicia de sufragar bajo el principio de “Acta mata Votoâ€? ¿Hubo mayor gozadera que manifestar cuando Betancourt ordenaba: “Disparen primero y averigüen despuésâ€? ¿Qué escribir para la prensa cuando clausuraban periódicos y el hijo de Andrés Eloy Blanco los censuraba? ¿Que saber a Venezuela sembrada de Teatros de Operaciones, campos de concentración donde se torturaba y desaparecía a cuanto ciudadano exigiera un cambio? ¿Donde diez mil compatriotas fueron asesinados en dos décadas por los cuerpos represivos? ¿Donde varios millares fueron inmolados el 27 de febrero de 1987 por protestar contra el Fondo Monetario Internacional? ¿Dónde hasta el Presidente tuvo que ser encarcelado por ratero?
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¿Será que la memoria es ingrata? ¿Pasará que no evocamos lo bueno? ¿Olvidamos el goce de cuando nos negaban el acceso a un club, un restaurante o una discoteca por ser morenos? ¿Añoraremos los buenos tiempos, cuando en los medios sólo se aceptaban mulatos en papeles de cachifos, brujos, policías o malandros? ¿Cómo describir el júbilo en un país con más de millón y medio de analfabetos, donde sólo tres de cada cien niños ingresados a primaria llegaba a Educación Superior? ¿Hubo regodeo mayor que el de una deserción escolar que entre 1990 y 1992 alcanzaba a 1.173.058 estudiantes, con repitencia acumulada que llegaba a 997.853? ¿Brillaron más la Moral y las Luces que cuando Caldera allanó a la Universidad Central con tanquetas, le quitó la autonomía y la ocupó por años? ¿Que cuando retiró la Historia, la Geografía y la Educación Cívica de los programas de Primaria por mandato de Estados Unidos? ¿Es imaginable mayor dicha que saber que a fines de los noventa se iba a aplicar un proyecto del Banco Mundial para acabar con la gratuidad de la educación universitaria?
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¿Quiénes añoran esos tiempos, merecen vivirlos de nuevo? ¿Eran felices, y no lo sabían? ¿O eran felices, porque no sabían?
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En tiempos que un muro de Berlín invisible dividía los cerros de los más pudientes, donde la chusma no tenía ninguna clase de derechos y eran pisoteados de manera continua. Solo basta recordar los días antes del Caracazo, donde desfilaban de manera continua por televisión los empresarios poderosos, para comentar el paquetazo neoliberal aplicado por Carlos Andrés, en donde se negaban a ningún tipo de aumento para la clase obrera.
Para después cuando el estallido social explotó, salían otra vez a los canales televisivos para prometer (ahora sí) aumentos “justos para todosâ€.
Ellos quieren regresar al pasado, rezan a diario para que todo sea como antes, por eso aquello de: Éramos felices y no lo sabíamos…
Eso en verdad nos tiene sin cuidado…
La cosa esta, en que si el pueblo desea regresar a las penurias del ayer, y si son tan bolsas de olvidar dichos sufrimientos.
La escasez no existía (es verdad), como tampoco existían los reales para comprar la leche, la carne o cualquier alimento de la dieta básica…
Las muertes, las torturas, las desapariciones, para los que osaban protestar tanto atropello.
El hambre en los cerros, el desastre del viernes negro de Luis Herrera, que terminaba para siempre la Venezuela Saudita del gocho Pérez.
El detalle (como bien nos decía Cantinflas) no está en lo que decidan ellos, ¡Y ellos lo saben!, la cosa esta, en lo que decida el pueblo, por tanto ellos como nosotros sabemos que él pueblo es mayoría, y él, solo él, decidirá si regresan o no vuelven más nunca…
“Éramos felices y no lo sabíamos…o…Éramos los miserables y estamos deseosos de regresar a elloâ€
Decía mi abuelo: “Muchacho los hambreadores serán siempre los mismos, pinten como te la pinten, el resultado no vareará, la cosa está en que el pueblo quiera seguir siendo esclavo, o decir bastaâ€
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1.- Señores opositores, miren este relato de todo lo que hasta ahora ha hecho don Juan Guaidó, por rescatar todos aquellos hechos de los gobiernos de AD y Copei, que en su momento NOS HICIERON TAN FELICES, y que por ser nosotros tan estúpidos, locos y cobardes dejamos perder, SIN SABERLO. Ustedes, señores opositores, entonces, deben en esta hora, sentirse y estar en Jauja, ustedes deben gritar cada vez que se levantan: “Gracias a Dios que hemos vuelto a rescatar aquellos valores por los que fuimos TAN FELICES y no lo supimosâ€. Entonces, aquí se los recordamos para sean conscientes de ellos, en este momento cuando Juan Guaidó hace “esfuerzos sublimes por volver a rescatar LO QUE TUVIMOS Y ESTÚPIDAMENTE DEJAMOS PERDER 
2.- El Presidente Auto-Interino Juan Guaidó, para que volvamos a ser felices, cuando aquí todos lo éramos sin saberlo, en su ministerio de Relaciones Exteriores volvió a imponer funcionarios de la más alta categoría, nada más y nada menos que los de la LÍNEA REVLON, los que tienen el privilegio de ubicarse como diplomáticos de ALTO RANGO en Estados Unidos, Reino Unido, Italia, Francia, España, Holanda, Argentina o Chile. DE MODO, SEÑORES DE LA OPOSICIÓN QUE HAN RESCATADO USTEDES ALGO POR LO QUE TANTO HAN ESTADO LLORANDO DESDE QUE EL CHAVISMO LLEGÓ AL PODER: “LA LÍNEA REVELONâ€â€¦
3.- CUANDO TODOS ÉRAMOS FELICES Y NO LO SABÍAMOS: aquí PDVSA dependía exclusivamente de la política norteamericana para sus negocios petroleros y le vendíamos nuestros barriles con grandes descuentos (bien especiales), pues bien, el gran Juan Guaidó, hombre de carácter y determinación al nivel de los de Betancourt, Leoni, Caldera Carlos Andrés Pérez o Lusinchi, le ha entregado CITGO, Monómeros y empresas filiales en Costa Rica a Estados Unidos, y alcanzar aquel PRESTIGIO que nos hacía tan dignos y tan pendejos. Qué felicidad tan grande Dios mío lo que estamos logrando…
4.- En medio de aquel exquisito caos de finos alcahuetes y simpáticos echones, los embajadores de la LÍNEA REVLON, eran portentosos contrahechos, mutados y como extraterrestres, excrecencias dejadas a un lado por la máquina trituradora de los partidos: obesos de cuerpo y de alma. Tóxicos floridos, reproducidos en los espacios oscuros y húmedos, de tal modo que todos morían rebosantes de salud, gozando cada uno de un sicoanalista en Francia y otro en Estados Unidos, siempre amortajados en las delicadezas de lo fino y de lo caro…, a la moda, pendientes del buen gusto y de lo más sofisticado en la cultura. Esos vuelven a ser todos los que han colocado Juan Guiadó, y QUÉ FELICIDAD TAN GRANDE ES, QUERIDOS OPOSITORES, volver a aquella época.
5.- Cuando aquí éramos felices y no lo sabíamos todos nos queríamos ir a comprar nuestras fruslerías a Miami, y ahora no sólo las compramos allí sino que vivimos en este maravilloso estado norteamericano por cientos de miles, “dechado de virtudes y grandezas humanas aliñadas por los cubanos…â€.
6.- Llegamos a ser tan felices y no lo sabíamos que olvidamos durante cuarenta años que el Esequibo era nuestro, y hasta pedimos eliminarlo de nuestro mapa. Y fuimos en ese sentido tan felices que aceptamos en este diferendo todas las sugerencias que nos hacían los imperios británicos y gringos. Pero hoy, Juan Guaidó, a través de su embajadora bellísima, norteamericana y de primera línea de las mismísima LÍNEA REVLON, doña Vanessa Neuman, ha dado pasos decisivos para entregar el Esequibo a los ingleses sin muchos protocolos: “DROP DE ISSUE…â€. Qué felices, deben sentirse todos esos opositores que fueron tan felices y nunca lo supieron, ¡CARAJO!
7.- Todas nuestras finanzas, nuestros activos, principalmente desde el Banco Central de Venezuela, estaban atadas, administradas, confiscadas y controladas por los poderosos centros financieros de Estados Unidos, y Juan Guaidó ha logrado que volvamos a aquellos idílicos tiempos en que el dólar se disparaba todos los días, con VIERNES NEGROS diarios cada vez que los adecos o copeyanos querían forrarse con el disparo de esta moneda verde. Pero él, Juan Guaidó, ha conseguido que esto sea de la manera más perfecta, insistente y cruda. Qué felices, CARAJO, debemos sentirnos, con este genio que ésta haciendo esfuerzos hercúleos para colocarnos a las patas del FMI y del Banco Mundial como antes estábamos.
8.- Nosotros siempre estuvimos sometido a los dicterios de los negociantes de partidos de Colombia: nos despojaron de parte de la Goajira, todo el progreso del Norte de Santander se hizo a expensas de cuanto le robaban y extraían a Venezuela. Nosotros soportábamos el crimen sin decir ÑE en la frontera, el robo de vehículos, el contrabando eterno, el sicariato, el narcotráfico, de manera tan evidente que el mafioso Rodríguez Ochoa por sus excelentes servicios le regaló un caballo de raza a Carlos Andrés Pérez. Todos los altos dirigentes adecos y copeyanos estaban relacionados con narcotraficantes. Hasta a Eduardo Fernández lo fotografiaron amarteladito con el famoso narco Genaro Scaletta. Y para reparar todo el daño que le ha hecho el chavismo a las relaciones con el narco-estado colombianos tenemos allá de embajador al portento de la democracia, al copeyano Humberto Calderón Berti. ¡Qué felices, caramba, volvemos a ser!
9.- Entonces, ¿RECUERDAN?, la oligarquía colombiana amenazó a nuestros gobiernos con perseguir en CALIENTE a los guerrilleros que entraran a nuestro territorio, y con ser tan vil nuestros presidente, así y todo, siendo tan felices, se NEGARON, pero ahora Guaidó ruega a Dios porque entren en nuestro territorio como Pedro por su casa para supuestamente perseguir a miembros de las FARC o ELN… Señor, tantos esfuerzos que ha hecho este hombre para que VOLVAMOS A SER FELICES COMO ÉRAMOS…
10.- ¡Cómo desearía Juan Guaidó que Colombia nos metiera no uno sino cien fragatas como aquella Caldas que entro por el Golfo de Maracaibo! Eso sería para todos los opositores el sumun de la felicidad jamás alcanzada.
Ojo!: Lean esto, jóvenes venezolanos, para que nunca vayan a ser felices sin saberlo…
1.-Los cursis e ignorantes como Laureano Márquez y Aníbal Nazoa, acuñaron esa frase: “Cuando fuimos felices y no lo sabíamosâ€â€¦, un cuento en el que ellos, durante la cuarta república, fueron felices porque jalaron bastante caña de la buena y de la cara, viajaron a costa de los gobiernos como reyezuelos, amados y celebrados como muy cómicos y sesudos por los ridículos adecos y copeyanos. Una época, en la que fueron muy requeridos por sus bazofias “culturalesâ€, en medio de un mundo de politiqueros cobardes, idiotas y vendidos. “Éramos felices –dicen- porque existía RCTV y sus telenovelas, y los Cisneros, con Venevisión, agasajando con largueza a los políticos de partidos como si fuesen misses o payasos…â€. Vayan tomando nota, jovenes venezolanos que hoy tienen entre quince y diociocho años…
2.- Yo recuerdo muy bien aquel país de Narnia, nítidamente, y me viene a la memoria el día en que destituyeron a Carlos Andrés Pérez, CAP. Ocurrió en 18 de mayo de 1994. Yo me encontraba en el Taller de Literatura de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Los Andes, dando una charla. Se vivía una euforia extraña, confusa y en ocasiones bochornosa, y en ese momento Laureano Márquez y Aníbal Nazoa estaban de juerga en un bar de Sabana Grande, celebrando, como siempre. Celebraban porque venía un GRAN CAMBIO y se dejaría de trabajar por varios días, de nuevo, y porque la borrachera de ignominia seguiría su curso así como venía desde que Juan Vicente Gómez gobernaba a Venezuela, a carta cabal. Había un ambiente de bochorno, de lánguidas e indefinidas estupideces con los permanentes shows con los políticos de partido recorriendo los canales de televisión para hablar de la terrible crisis en la que nos pudríamos. Todo el mundo soltaba como una gran vaina la palabrita “REFLEXIÓNâ€. Había que reflexionar como los metales a los que les llega algo de luz. En la que la luz choca y se va para el carajo. Vayan tomando nota, jovenes venezolanos que hoy tienen entre quince y diociocho años…
3.- La gente en general, recibió el fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre el Ante-juicio al presidente de la república como si hubiese sido el triunfo de la Vinotinto contra Argentina. Todo el mundo salió a celebrarlo, jóvenes de Venezuela que hoy tienen entre quince y diociocho años. La celebración era en parte totalmente artificial pues en el fondo mucha gente que detestaba a CAP era idéntica a él: El hijo predilecto de Rómulo Betancourt había sido «depuesto» por ladrón. En el fondo CAP llevaba una vida de capo mayor con conexiones con narcotraficantes. El narco Rodríguez Ochoa le había regalado, entre otras lindezas un caballo de pura raza. Vayan tomando nota, jovenes venezolanos que hoy tienen entre quince y diociocho años…
4.- Doblaban las campanas y no se sabía exactamente por quién… Muchos adecos pronosticaron que doblaban, en consecuencia, por el CAUDILLO, Luis Alfaro Ucero, padre de don Henry Ramos Allup, y quien era el escogido para suceder en el poder a Carlos Andrés Pérez. Porque Ramos Allup, que toda la vida fue grandísimo traidor de su propia gente, salió a celebrar la caída de CAP, sépase, porque éste aspiraba a ser ministro de Alfaro Ucero, pero… cuando Alfaro Ucero se fue a un foso, por el repunte de la candidatura de Chávez, vino don Henry y le dio una puñalada trapera al último caudillo de AD…. Vayan tomando nota, jovenes venezolanos que hoy tienen entre quince y diociocho años…
5.- El país procuraba entender la sorpresa de la decisión de la CSJ, pues habían sido treinta y cinco años viviendo bajo el engaño, los acuerdos secretos, la prepotencia de los «dirigentes» adecos y copeyanos, la desidia y la indiferencia ante el caos de la mayoría de la población. Treinta y cinco años donde un presidente había sido una especie de semidios; con sus abusos incontrolables, sus decisiones indiscutiblemente infalibles, delincuenciales, criminales. Era tan elevado su poder que muchos expertos constitucionalistas llegaron a carecer de elementos jurídicos para condenarlo. Hasta el último minuto antes de tomar la Corte Suprema de Justicia su decisión, la gente seguía creyendo en el fondo que todo era una farsa, como… en efecto habría de suceder. Demasiado pesaba sobre nosotros la lápida del pasado. Hasta el último minuto antes de producirse aquella decisión, se pensó en un autogolpe, en recurrir al manido efecto de la suspensión de las garantías constitucionales, en un toque de queda, en los inventos sobre una subversión en marcha, en saqueos, argumentos tan usados entonces por el poder para reprimir. Se esperaba cualquier trampa, pues, que en urdiéndose a espaldas del pueblo se pudiese seguir con las trácalas de siempre, porque así habían gobernado Rómulo Betancourt (el mago de los rumores y el ejecutor implacable de las mentiras creadas por su gobierno) y el otro, el jesuíta harto hipócrita de Rafael Caldera.
6.- Con la determinación de la Corte, nos quitamos una pequeña carga de encima, pero seguía gravitando sobre nosotros lo peor: la torpeza y las estafas diarias de los carcamanes, y por ello, como seres mutilados, poco a poco, seguiríamos a la deriva, ciegos y miserables en manos de la ruín esrtructura político-militar montada por los adecos y copeyanos.. Vayan tomando nota, jovenes venezolanos que hoy tienen entre quince y diociocho años….
7.- Para entonces el Congreso de la República se había convertido en un mercado persa: A pocas horas del fallo, el Congreso se erigió en la sombra de CAP. Algunos señores elegidos por ese sistema, para ciegos e ignorantes, implantado por las normas del mismo Congreso, seres anodinos, flojos, pedantes, intolerantes e incultos, pasaron a ejercer las presiones para dictaminar que el presidente no podía ejecutar ningun mandanto desde su palacio. Todos los puñales adecos y copeyanos corrían de una bando a otro. Todos querían gobernar aplastando el cadaver aterido ya de traiciones del Gocho. La primera medida fue la de procurar impedir que los medios de comunicación trasmitieran en vivo la «histórica sesión». Era la sombra de CAP que se había negado (por decisión de los cogollos) a ofrecer la salida de un referéndum, el cual habría evitado este trauma. Era la sombra de CAP, que había impedido la reunión de una Constituyente; la sombra, que en todo momento se negó a que el presidente renunciara.
8.- Y por ello pudimos ver por televisión, con esa concha inalterable, el momento en que el diputado Pedro París Montesinos, ausente del debate, sacaba unas cuentas, en su calculadora; vimos al senador David Morales Bello, el de la Tribu de David, fresco, sereno, engulliendo cacahuetes; vimos a Ramos Allup, sonriente y bromista, ironizando porque la reunión se estaba haciendo demasiado larga. La gente no había cambiado nada. Era mentira que entrabamos en otra etapa pues el Congreso altamente penetrado por la figura y el estilo de Lusinchi y CAP era quien estaba recibiendo la misma banda presidencial. Había un ambiente de feria. Un aire de despreocupación brutal. Risas, chistes, aplausos infamantes a palabras idiotas, voces por doquier mientras los parlamentarios se dirigían a las Cámaras. Por la impresión que se obtuvo de las palabras de Octavio Lepage todos nos llenamos el corazón de un helado desconsuelo. Aquel hombre débil, dando manotones al aire para justificar sus ideas en el bullicio de aquel mercado persa (después tienen la audacia de hablarnos de la «magestad del hemiciclo»)…; su inseguridad, su vaga risotada forzada; desconcertado, gris, lleno de dudas y procurando hacerse ingenioso al estilo de las zancadillas retóricas del viejo Rómulo; el cuadro de la Venezuela que aún pesaba horriblemente sobre todos nosotros, y que el Congreso había comenzado a ejercer. Hubo un momento de desvergüenza colectiva, no sólo por las palabras de Lepage, sino también por una locuaz y ordinaria respuesta de la senadora Lolita Aniyar de Castro. Esa mención de «Cuéntame un Chiste» como dijo ella, fue algo más horrible que los dislates del triste Lepage. Pésimo fue su discurso, lleno de retruécanos y ditirambos poéticos, malamente estructurados, sin fuerza, insincero, vago y cansón. La decepción que produjeron las palabras de Lepage se confundieron desvergonzadamente con las de Lolita Aniyar de Castro.
9.- ¿Por qué le costaba tanto al venezolano empinarse sobre sí mismo y ser de veras grande? ¿Por qué la vulgaridad ejercía sobre nuestros partidos un dominio tan formidable? Pues, sencillamente porque hacía falta un hombre como Hugo Chávez, y todavía no había aparecido. Era, pues, la sombra de CAP pesando sobre la senadora, porque el discurso de la señora Lolita Aniyar de Castro fue un discurso profundamente pedestre y adeco. ¡Qué falta de imaginación en un momento crucial de nuestra historia! Pero es inútil, no se puede dotar a nadie de lo que por naturaleza carece. Y Caldera que no había estado presente en la sesión del 4 de febrero de 1992, cogió el toro por los cachos para hacer su papel de candidato presidencial eterno, y habló con su típica mezcla de ansiedad y dureza partidista. Como un Napoleón recién salido de la isla de Elba, como un caimán en boca de caño, mostró sus fauces e hizo temblar a sus enemigos. Había que decir cosas muy por encima de la aciaga diatriba de los partidos. Pero es que no se puede ser grande cuando pesa sobre ese ser sombras criminales que datan de hace treinta y cinco años… No se le puede pedir a un gobierno unidad nacional, porque el ya preclaro sucesor de CAP, don Rafael Caldera, era peor; era el adeco más verde de todos, de los adecos preferidos por Lusinchi (el sultán de uno de los gobiernos más infames e infamantes que había padecido Venezuela). Allí estaba una gran tranca. Una nación rodeada de elementos negativos como Marcel Granier, por ejemplo, que a pocas de haberse encargado Lepage como presidente, decía que ya se comenzaban a sentir los ESTRAGOS por haber sacado del poder a CAP, y que todo parecía haber sido efecto de venganzas políticas. Que nada había cambiado ni nada cambiaría. Estos son los señores que envenenan el ambiente con alarmas artificiales; que viven jugando a la desconfianza, al horror de los enfrentamientos, al caos, a las mentiras, porque pareciera ser allí donde prosperan sus negocios. Este señor, artífice y director desde una planta de televisión con una perniciosa penetración en la familia de este país, tuvo el coraje de pretender dar consejos a la «sociedad civil», de quejarse por lo que aquí estaba ocurriendo, y procurar convertirse en un médico afamado, sereno y genial sobre el cáncer que devoraba el Estado. Al entrevistar al presidente destituido dijo que había un deseo (en los adversarios de CAP), de ver correr sangre; cuando de sangre, señor Granier, estaba el pueblo ahogado, enfermo, por cuanto difundían esos programas televisivos clamando por muertes y guerra civil, y de los cuales él era el mayor responsable.
10.- Era, pues, la sombra de CAP, pesada como una lápida sobre todos nosotros. Y para todos estos señores, de repente, se hizo necesario hacer de CAP un héroe, porque les hacía falta volver a la época de los abusos, de las disposiciones que se dictan desde los oscuros cenáculos del poder. Era necesario desprestigiar a la justicia porque ésta le hacía un mal inmenso a los magnates, eso lee uno entre líneas de la actitud de esos seres para los cuales es urgente que Venezuela sea lo que fue siempre en el pasado. La sombra de CAP pesaba sobre el Congreso, pesaba sobre los medios de producción del país, sobre la educación, sobre los colores de todos los partidos. No era la nación ahogada en la complejidad de un pasado nefasto, como seguiría el señor Marcel Granier, la que comenzaba a lamentarse de la ausencia de CAP; eran ellos con la tradición de un Estado apoplético, al que era preferible obedecer, porque de él se conocen las reglas bajo las cuales los «poderosos» han funcionado haciendo cuanto les apetece; poniendo contra la pared al gobierno cuando les conviniese, imponiendo sus reglas, sus pareceres, que permitan el nacimiento de un Ejecutivo fuerte, decidido a regirse enteramente por el imperio de la justicia y de la razón.
11.- El país, entonces tratando de dar unos leves pasos republicanos, no tanto por nosotros mismos, como por la presión que estaba comenzado a nacer en la base del pueblo. Esa incipiente consciencia en el fondo fue quien de veras depuso a CAP. Porque el poder de los mastodontes politiqueros de esta nación seguía siendo tan formidable que para sacarlo de cuajo hacía falta un cataclismo neto y total; así tal vez, podíamos entonces columbrar verdaderas cambios positivos, y en aquella hora muy pocos pensaban en el Comandante Chávez, en su luz, en su liderazgo formidable, en su visión y en su auténtica formación bolivariana… así pues, Vayan tomando nota, jovenes venezolanos que hoy tienen entre quince y diociocho años…