Hablar de racismo en cualquier parte del mundo genera, por amplio consenso, el rechazo de la opinión pública. Pero hablar de racismo en Alemania conduce inevitablemente a pensar en el tercer Reich, la expansión del nazismo y la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes arrastran consigo uno de los mayores estigmas de segregación racial y de eliminación sistemática de sus migrantes, y aunque las sociedades y los tiempos son otros, el fantasma del nazismo siempre asoma sus narices. Y estos días son de apariciones preocupantes en tierras germanas.
El pasado 19 de febrero fue un día gris para la historia de Alemania, cuando la noticia de un ataque terrorista contra dos bares frecuentados por extranjeros de origen kurdo, conmocionó a la sociedad en pleno. Tras los ataques murieron nueve personas, a las que se sumaron los cuerpos del autor del atentado y su madre, cuyos cadáveres se encontraron en su residencia de la ciudad de Hanau, cercana a Fráncfort, donde sucedieron los terribles hechos.
El suceso, trágico y alarmante, cobra especial notoriedad por el carácter xenófobo del ataque, vinculado a grupos de ultraderecha que vienen tomando más fuerza de la deseada en Alemania. El atacante, identificado como Tobías R. de 43 años, era un hombre solitario que solía subir videos de alto contenido racial en la red social youtube y a su muerte dejó un manuscrito de 24 páginas donde describió los motivos, basados en la superioridad racial aria, que le llevaron a cometer el ataque contra los locales visitados por migrantes. El atentado en Hanau destapa al mundo una realidad contenida que está a punto de estallar en Alemania: el lento ascenso al poder del neonazismo.
Como en tiempos del Führer
Pensar que el atentado de Hanau es un caso aislado en Alemania, es pecar de mucha inocencia. El paso silencioso con el que están avanzando los movimientos nazis en el país europeo, encienden las alarmas debido a su firme inspiración en la doctrina de Adolf Hitler. El arribo al poder de los nazis en la década de los 30 del siglo pasado, tiene peligroso parecido a lo que algunos grupos de extrema derecha vienen haciendo desde que entró el siglo XXI. Entre 2000 y 2006 el grupo neonazi Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU) se adjudicó el asesinato de nueve extranjeros; en 2019 el político Walter Lubcke perdió la vida en un atentado a tiros perpetrado por grupos de ultraderecha; ataques a sinagogas, amenazas a barrios de extranjeros y la intimidación a políticos que han tenido que renunciar a sus cargos, forman parte de estas acciones.
La historia cuenta que el ascenso al poder de Hitler ocurrió luego del empleo de estrategias muy parecidas a las que se vienen ejecutando durante años recientes en Alemania, por lo que estas acciones no pasan desapercibidas a pesar del silencio de algunos medios que intentan desestimar la gravedad de las acciones terroristas. El incendio del Reichstag en 1933 tiene mucha información que aportar sobre este tipo de incidentes a la historia alemana.
Conflictos partidistas abren paso a ultraderecha
Y tal como en tiempos del ascenso de Hitler al poder, las pugnas entre los partidos democráticos fue la que abrió el camino al movimiento nacional socialista que devino en el partido nazi. Semanas atrás el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) se alió con la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU) para elegir como primer ministro de Turingia a Thomas Kemmerich, quien al darse cuenta de la jugada para arribar al poder de los extremistas, decidió renunciar abriendo el paso a nuevas elecciones. Estas acciones arrastraron la dimisión de la sucesora designada de Ángela Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer y un callejón sin salida en la realización de nuevos comicios.
Por otra parte, la izquierda alemana pidió a los democristianos la convocatoria a elecciones, pero éstos temen su realización en los próximos meses ya que esperan un retroceso en sus resultados. Las jugadas políticas y el comportamiento de los ultraderechistas neonazis, traen a la memoria el juego de las retiradas del Parlamento por parte de los diputados del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, que con esa acción forzaban nuevas elecciones hasta apoderarse casi por completo de la mayoría parlamentaria en 1933.
Condena y preocupación gubernamental
La canciller Ángela Merkel, pese a ser de tendencia conservadora, viene alertando al país sobre el fortalecimiento de la ultraderecha. Rechazó el ataque terrorista de Hanau con la frase: “el racismo es veneno, el odio es veneno y este veneno existe en la sociedad”. Con su declaración parece reconocer algo que ya es inocultable en Alemania y es la existencia y beligerancia de partidos de tendencia nazi.
Para asombro de muchos, estos partidos no están prohibidos por la legislación alemana mientras “respeten las libertades democráticas, la Constitución, la resolución pacífica de conflictos y los derechos humanos”. Actualmente el Partido Nacionaldemócrata de Alemania, herederos del partido nazi, tienen pleno reconocimiento de las instituciones del país, pese a estar vinculado con violaciones a la participación política y con acciones xenofóbicas.
Randolph Borges/VTactual.com