10.05.20 – Las comparaciones no siempre suelen ser odiosas, sobre todo cuando no son en el plano personal. En estos tiempos de pandemia, Venezuela no solo está expuesta a la amenaza que representa el covid-19 sino también a ataques violentos a sus instituciones, tal como fue la incursión armada de mercenarios a las costas del país del pasado 3 de mayo, bautizada como operación Gedeón, a la que líderes de la opinión pública comparan con la invasión de Bahía de Cochinos, ocurrida en Cuba el 15 de abril de 1961. Ambos hechos bélicos fracasados fueron liderados por Estados Unidos, en el primero aún no reconoce su participación y en el segundo tardó más de dos décadas para hacerlo.
«Mike Pompeo (secretario de Estado de EEUU) declaró que ellos no habían tenido participación directa en estos eventos. Bien podría preguntarse un buen periodista si habrán tenido participación indirecta. Lo cierto es que en Estados Unidos comienzan a surgir informes, versiones, entrevistas, artículos, sobre lo que ya conocen como ‘La bahía de cochinos venezolana’. Yo creo que los hechos hablan por sí solos».
Lo dicho corresponde al presidente de la República, Nicolás Maduro, al referirse a la incursión armada fallida por las costas de Chuao, estado Aragua, y Macuto, estado La Guaira, acción que buscaba capturar y asesinar al jefe de Estado y otros altos funcionarios, además de otros objetivos; y en la que resultó muertos ocho irregulares, detenidos decenas de implicados, entre ellos dos mercenarios gringos: Luke Denman (34 años) y Airan Berry (41 años). Y hasta ahora siguen las detenciones.
Precisamente, 16 días después de que el pasado 17 de abril se cumplieran 59 años de esa acción violenta, que los cubanos denominan Playa Girón, se dio la incursión armada contra Venezuela, integrada por mercenarios entrenados por ex militares estadounidenses en tres campamentos localizados en Colombia, con el aparente auspicio del gobierno de Iván Duque.
Operación Pluto. En la madrugada del 17 de abril 1961, unos mercenarios nacidos en Cuba y entrenados por la Central de inteligencia (CIA), agrupados en la llamada Brigada 2.506, invadieron al país por Bahía de Cochinos, en la costa de la hoy extinta provincia de Las Villas, a unos 150 km al sureste de La Habana.
La brigada contaba con un arsenal, cortesía de la CIA, compuesto por: Colt M1911A1, fusiles Garand, carabinas M1 y M2, subfusiles M3, subfusiles Thompson, fusiles automáticos Browning BAR, ametralladoras M1919, ametralladoras M2 y granadas Mk 2; así como armamento pesado, consistente en morteros de 60 mm, 81 mm y 4,2 pulgadas, cañones sin retroceso de 57 mm y 75 mm, y explosivo C-3 y C-4.
Además, se le dotó de ocho aviones de transporte C-46, seis aviones de transporte C-54, 16 bombarderos B-26, cinco tanques M41, así como jeeps, cañones, morteros y camiones, ocho barcos y siete lanchas para desembarco. Estaban armados hasta los dientes.
En 15 de abril de 1961, se inició la operación cuando ocho aviones A-26, con bandera cubana en el fuselaje, bombardearon -con poco éxito- los aeropuertos militares de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y el aeródromo Antonio Maceo de Santiago de Cuba. Mientras, buques estadounidenses, que habían partido de Nicaragua con mercenarios a bordo, se dirigían hacia las costas cubanas.
Tras varios días de navegación, 1.200 mercenarios arriban, en la madrugada del 17 de abril, a Playa Girón y Playa Larga, donde ingresaron, con el apoyo de bombarderos B-26, cinco barcos mercantes, dos unidades de guerra, tres barcazas y cuatro lanchas de carga. En dicho país y Guatemala operaban bases de entrenamiento de los mercenarios, con el visto bueno de los gobiernos de esas naciones.
A la operación, a través de la que se buscó desembarcar, controlar la zona, tomar un aeropuerto e introducir en el país un «gobierno en el exilio» -que luego pediría el apoyo de Washington-, el Pentágono y la CIA la denominaron Pluto.
Tras varios días de combates, las fuerzas dirigidas por Fidel Castro, quien se hizo cargo personalmente de la operación, liberaron Playa Girón el 19 de abril y así aplastaron la incursión armada. El saldo del operativo fue más de 100 mercenarios muertos y 1.000 detenidos.
Mercenarios gringos. Dos aviones, que eran conducidos por cuatro norteamericanos, miembros de las Guardia Nacional de Alabama, reclutados por la CIA, fueron derribados: Thomas Willard Ray, Leo Francis Baker, Riley W. Shamburger y Wade C. Gray. Una de las aeronaves cayó al mar; la otra, pilotada por Ray y Baker, aterrizó de emergencia cerca del Central Australia, en el occidente de Cuba, donde Castro tenía instalado su comando.
En ese entonces, solo Ray fue identificado como un oficial estadounidense activo, lo cual constituyó una prueba material de la participación directa del Gobierno de EEUU. Del centenar de personas que murieron por estos hechos, este piloto fue el único cuyos restos, tras ser oficialmente reclamado por el Gobierno de EEUU, a solicitud de sus familiares,18 años después de los hechos,regresaron a Estados Unidos.
En Bahía de Cochinos, los irregulares confiaban en que tendrían apoyo aéreo, pero nunca llegó, pues el entonces presidente de EEUU, John F. Kennedy, decidió mantener la participación de su país en secreto.
Las milicias. En el éxito de la operación contra la invasión de mercenarios en Cuba, jugó un papel fundamental la milicia, tal como lo hizo en Chuao, Venezuela, integrantes del cuerpo creado por el entonces presidente de la República Hugo Chávez, al interceptar a ocho de los mercenarios de la operación Gedeón y entregarlos a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
“El día 19 de abril se produce la fracasada invasión donde nuestro pueblo entero, compacto en pie de guerra, demostró una vez más que hay fuerzas mayores que las fuerzas indiscriminada de las armas, que hay valores más grandes que los valores del dinero, y se lanzó en tropel por los estrechísimos callejones de que conducían al campo de batalla”, señalaba el Che Guevara en la conferencia de la Organización de Estados Americanos (OEA), celebrada en Punta del Este, Uruguay, el 8 de agosto de 1961.
En la invasión a Bahía de Cochinos, un pescador local, Gregorio Moreira, quien aún habita en la misma zona, fue uno de los primeros en dar la alarma, cuando observó la luz de un faro activada por un hombre rana, con el fin de mostrar a los mercenarios dónde aterrizar.
En declaraciones a la BBC, en 2011, Moreira (74 años de edad) recuerda que salió de la casa, vio una llamarada, y se dirigió a la trinchera con su padre y sus hermanos. Otro pescador, Domingo Rodríguez, se les unió y de inmediato contaron con apoyo de aviones de la Fuerza Aérea cubana.
Intercambio. Un mes después, el 17 de mayo, Castro propuso a los Estados Unidos realizar un cambio de 500 tractores de ese país por 1.179 mercenarios capturados en Bahía de Cochinos, como indemnización por los daños sufridos producto de la invasión.
“Pero nosotros avisamos que si les parece una transacción odiosa del tiempo de la piratería, el cambiar seres humanos, -a quienes nosotros llamamos gusanos- por tractores, podríamos hacer la transacción de seres humanos por seres humanos. Hablamos de los señores de Estados Unidos, les recordábamos al gran patriota Albizu campos, moribundo ya después de años y años de estar en una mazmorra del imperio, y le ofrecimos lo que quisieran por la libertad de Albizu Campos, recordamos a los países de América latina que tuvieran presos políticos en sus cárceles que podríamos hacer el cambio, nadie respondió”, expresaba el Che Guevara en la citada conferencia de la OEA.
Posteriormente, Washington acordó enviar 53 millones de dólares en alimentos, medicinas y equipos de médicos a cambios de los prisioneros. Así,regresaron a Miami (EEUU), a fines de 1962.
Ante las declaraciones de Pompeo de que EEUU hará todo para repatriar a los dos estadounidenses detenidos en Venezuela, ya ha comenzado a surgir respuestas. “Presidente @NicolasMaduro, recuerde la Bahía de Cochinos, 1961, donde el ejército cubano capturó 1.200 mercenarios enviados por la CIA y estos fueron canjeados, un tractor por mercenario. REPITA LA HAZAÑA, intercambie a los mercenarios capturados por nuestras cuentas bloqueadas”, propuso Adel El Zabayar, presidente de la Federación de Asociaciones y Entidades Árabes de Venezuela.
Hacía referencia a las cuentas, con millones de dólares, de Venezuela bloqueadas por Estados Unidos, dinero que en estos tiempos de pandemia por covid-19 sería muy útil para hacer frente a la emergencia sanitaria y minimizar la situación económica que afecta al país, a la que las sanciones, que han solicitado voceros de la oposición aplicar, han contribuido a agravar.
Papeles que hablan. La Operación Gedeón, cuyo liderazgo se atribuyen el ex boina verde estadounidense Jordan Goudreau, CEO de la empresa SilverCOP, y el ex capitán retirado Javier Nieto Quintero, estuvo contemplada en un contrato legal, por un monto de 212 mil 900 dólares, firmado, el 16 de octubre de 2019, entre la citada contratista y los diputados opositores de Voluntad Popular Juan Guaidó, Sergio Vergara y Juan José Rendón, así como por el abogado Manuel Retureta. Un error de novatos, dirían los avezados en el arte de conspirar, que en cuestión de días los dejaría en evidencia ante el mudo, tal como ocurrió.
En el caso de la invasión de Bahía de Cochinos no hubo tanta formalidad legal en su planificación. Apenas, en 2005, un profesor universitario descubrió un informe oficial desclasificado sobre Bahía de Cochinos, escrito en los años 70 por un miembro de los servicios de inteligencia de EEUU.
Bajo el título The Official History of the Bay of Pigs Operation, volume III: Evolution of CIA’s Anti-Castro Policies, 1951-January 1961, se hace mención, en 295 páginas, a la política oficial de EEUU sobre el asesinato de líderes extranjeros. Allí se dice que en 1960 la CIA preparó sus planes de acoso y derribo de Fidel Castro, los cuales posteriormente presentó al presidente de EEUU, Dwight David Eisenhower.
Con miras a la ejecución del proyecto, se crea la Sección 4 en la CIA que tenía como misión poner en marcha las operaciones en Cuba. Estuvo a cargo de Jacob Esterline, que había tenido un papel clave en el derrocamiento del Gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954. Se insistía en la necesidad de que la intervención norteamericana no tuviera repercusiones negativas para EEUU en América Latina, en especial en la OEA. “Es imprescindible ocultar esa intervención y estar en condiciones de desmentirla en los foros internacionales en los que se pueda discutir la situación de Cuba”, refiere el informe.
¿Será que aplican la misma política en el caso de los recientes hechos ocurrido en Venezuela?
El visto bueno. Eisenhower fue el encargado de dar el visto bueno a las operaciones encubiertas, entre cuyos objetivos estaba la preparación de una fuerza paramilitar fuera de la isla “con el necesario apoyo logístico para que pueda poner en marcha operaciones dentro de Cuba”.
Tras la elección del presidente John F. Kennedy, en noviembre de 1960, le presentan el plan que preveía la infiltración de 600 hombres en Cuba, con la ayuda de otros 600 hombres situados, los cuales serían respaldados vía aérea por aviones que despegarían de Nicaragua. “Le dan a entender que EEUU y sus aliados de América Latina podrían reconocer a esta fuerza y a sus líderes como el Gobierno provisional de Cuba”, detalla el informe.
Una vez sopesado, Kennedy autorizó el apoyo norteamericano a una invasión de la isla por fuerzas anticastristas, en lo que desde entonces se conoce como el fiasco de Bahía de Cochinos.
De la negación a la aceptación. Tal y como ocurrió en Cuba, el Gobierno de EEUU, encabezado actualmente por Donald Trump, niega su implicación en la incursión armada contra Venezuela. “Si alguna vez hiciéramos algo con Venezuela no sería de esa forma; sería ligeramente diferente: se llamaría invasión”, declaró el presidente estadounidense a una televisora de su país.
“Trump está tan ansioso de parecerse a Kennedy, que lo imita hasta en sus mentiras. Tal como Trump responde hoy… En 1961, tras el ataque de mercenarios a Cuba desde EEUU, Kennedy descaradamente negó su participación. Luego se demostró que estuvieron detrás de todo”, acota en su cuenta en twitter el ministro de Relaciones exteriores, Jorge Arreaza.
La invasión, según documentos desclasificados en 1998 por el Gobierno de EEUU, debería aparentar solo que era planeado por cubanos descontentos que se habían exiliado en la Florida. Creían que no había posibilidad para la derrota.
Ya Eisenhower, para el momento que se planificaba la operación, había ordenado que no se guardara ninguna copia del acta de las reuniones que los altos cargos del Gobierno tuvieran sobre Cuba, excepto en los archivos del director de la CIA. En la primera reunión de la Sección 4 tras la decisión de Eisenhower, el jefe del equipo, Jake Esterline, anunció: «Cuando llegue el momento de la actividad paramilitar, debemos ocultar cualquier invasión (…) Para impedir o minimizar la contrapropaganda de Castro, las operaciones paramilitares deben parecer una rebelión interna protagonizada por elementos situados dentro de Cuba».
Guaidó, muy dado a negar cualquier vínculo con acciones violentas contra el Estado, sigue el guión de Trump, aunque los hechos demuestren lo contrario. “Ya sabemos que la dictadura quiso simular su Bahía de Cochinos asesinando soldados venezolanos. Y ni siquiera así logra aparentar tener control. Todo saldrá a la luz en los próximos días…”, señalaba en su cuenta en twitter.
Lo que si resulta cierto es que la victoria de Cuba sobre EEUU en Bahía de Cochinos generó un amplio respaldo de la población cubana a Fidel Castro, lo que permitió a su gobierno profundizar en el carácter socialista de la Revolución Cubana, proclamado tiempo antes, mientras que la oposición quedaba neutralizada por la alarma generada durante la invasión.
Así parece ocurrir en Venezuela con la derrota de la reciente incursión armada, pues la oposición al Gobierno de Maduro luce más dividida que nunca, salpicada de hechos de corrupción y altamente cuestionada por su decisión de contratar a mercenarios para generar violencia y dar al traste con la democracia venezolana.
Video Fuente: Pensar en Cuba