Entre el desacato y la omisión

Beltrán Haddad

No es acto arbitrario ni abuso de poder la designación del nuevo CNE efectuada por la Sala Constitucional del TSJ. No se trata tampoco de una desviación de poder, mucho menos de un antojo de “unilateralismo” para normalizar la vida política frente a una crisis política. En verdad, no podía hacerse otra cosa ante la intransigencia y la incapacidad de los opositores para construir un acuerdo entre ellos, o eso que llaman “consenso”.PUBLICIDAD

La oposición en Venezuela ha venido de mal en peor y está hecha pedazos. Pero uno de esos pedazos es el más nefasto de todos: pide intervención militar, contrata mercenarios para invadir, solicitó el bloqueo que Trump mantiene contra Venezuela, se apropia de dineros y empresas del Estado en el exterior y, el más terrorífico de sus planes, asesinar al Presidente y demás líderes del chavismo. A estas alturas de la crisis, esa oposición no cree en el voto y la Asamblea, aún en desacato y fragmentada, está imposibilitada de cumplir con la designación del CNE. No lograron el voto de las dos terceras partes.

¿Quién o quiénes recurren a la Sala Constitucional ante la omisión de la Asamblea? Lo hace un sector de la oposición, representado porJavier Bertucci, Claudio Fermín, Timoteo Zambrano, Felipe Mujica, Luis Augusto Romero, Rafael Marín, Juan Carlos Alvarado y Segundo Meléndez, quienes presentan la acción de inconstitucionalidad por omisión legislativa y le piden a Sala Constitucional, que haga la designación. No es la primera vez que esta Sala designa un nuevo CNE, pero lo hace, necesariamente, por omisión de la AN, porque así lo ordena la Constitución (art. 336, numeral “7”) para declarar la inconstitucionalidad de cualquier omisión del poder legislativo y establecer los lineamientos de corrección en las cosas que dejó de hacer. No estamos en el viejo constitucionalismo, hoy se accede a la Constitución directamente, no a través del legislador, algo impensable en el orden decimonónico, y hasta hace poco. Esa es la historia de la AN de la oposición que vivió entre el desacato y la omisión, y que no supo políticamente manejar la realidad de un desacato o evitar una omisión. Tampoco supo de ponderación y no comprendió el valor de un conflicto. En fin, sus diputados aún no entienden que el poder es una estrategia. Ahora, seguramente, vienen con la abstención. Es el sentido de sus actos que terminan, por ceguera política, en la equivocación.