Memoria / Somos Nuestra América MIGUEL ANGEL ASTURIAS 09/06/1974

Por Fernando Bossi Rojas

En 1967 el Premio Nobel de Literatura le fue otorgado al escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias. Todo el mundo de habla hispana -principalmente el hispanoamericano-, celebró con júbilo el acontecimiento. En toda nuestra América se festejó, menos en Guatemala.

Las clases dominantes de ese país no podían concebir que tan importante galardón fuera entregado a “un comunista”, como ellos catalogaban a Asturias. Los oligarcas guatemaltecos repudiaron el hecho. Las clases medias, la “sociedad civil” y la intelectualidad sumisa, miraron para otro lado o se desentendieron de la noticia que estaba recorriendo el mundo. La gran masa popular, indígena y campesina, mayoritariamente analfabeta, no le dio importancia al tema, ni siquiera se enteró. Hasta hoy inclusive, si no fuera por el esfuerzo de unos pocos, entre ellos los familiares más directos del escritor, la obra de Asturias sería prácticamente desconocida en su tierra natal.

Miguel Ángel Asturias nació en la ciudad de Guatemala el 19 de octubre de 1899, con el comienzo de la dictadura de Manuel Estrada Carrera, quien gobernaría el país durante 22 años consecutivos.

Los padres de Miguel Ángel eran de tendencia liberal, y por esa causa Estrada Cabrera se ensañó con ellos, deportándolos a un pequeño pueblo indígena del interior del país. Si bien la situación económica de la familia se deterioró significativamente, la vinculación del niño Miguel Ángel con los indígenas, fundamentalmente con quien lo cuidaba, lo nutrió del alma y espíritu maya, que llevaría con orgullo el resto de su vida y que se reflejaría magistralmente en su obra. Si la sangre de su padre era española, la de su madre era maya.

Como estudiante de Derecho participó en las luchas anti-dictatoriales. Teniendo en cuenta que la dictadura lo tenía vigilado, decidió viajar a Londres para estudiar economía, pero su paso por la capital inglesa duró apenas unos meses. De allí pasó a Paris, donde se relacionó con lo más granado del movimiento intelectual de la época, trabando excelente relación con André Bretón y, a través de él, con el surrealismo.

Asturias apoyó decididamente el proceso revolucionario abierto en Guatemala a partir de los gobiernos de Juan José Arévalo primero y de Juan Jacobo Arbenz después. Sus posiciones políticas fueron marcadamente antiimperialistas, independentistas y de izquierda revolucionaria. Apoyó la revolución cubana incondicionalmente y se relacionó con toda la intelectualidad de izquierda latinoamericana, y también de Europa, donde por razones de su actividad diplomática residió gran parte de su vida.

Su obra es imprescindible para todos los latinoamericanos caribeños comprometidos con la lucha por la unidad y la independencia de América Latina. Decía Josué de Castro:

“Asturias no es un teórico en el sentido etimológico de la palabra; es decir, un contemplativo, un espectador que mira y no participa. No. Asturias interviene en el espectáculo de transformación histórica por el que está pasando América latina, contra todos los obstáculos, un proceso hacia la liberación de los pueblos latinoamericanos, hacia su verdadera independencia. De modo que su obra, aun no siendo una obra sociológica, aun no siendo política, es la obra literaria ‘comprometida’, participante, actuante, capaz de mostrar y reflejar una fuerza y una acción para la problemática y la solución de las cuestiones fundamentales con que se enfrentan nuestros pueblos”.

Tal vez la novela El Señor Presidente sea la obra más importante de Asturias, pero también Hombres de Maíz, como la trilogía donde denuncia a la United Fruit Conpany y al imperialismo yanqui, compuesta por las novelas “Viento fuerte”, “Los ojos de los enterrados” y “El Papa Verde”.

Leyendas de Guatemala es otro trabajo fundamental para compenetrarnos en la cosmovisión maya, parte insustituible de la conformación de una totalidad en el pensamiento trascendental nuestramericano.

También escribió poesía, teatro, libretos para óperas, ensayos y cuentos. Dentro de éstos últimos destacamos “Week-end en Guatemala”, “Tres de cuatro soles” y “El espejo de Lida Sal”.

Asturias siempre fue claro en su concepción sobre el trabajo del intelectual y el escritor en particular, en relación a su compromiso con su pueblo y su patria. Sobre estos aspectos sostenía:

“Tenemos una tradición de casi doscientos años de vida independiente que se han gastado en una lucha por la libertad política y, actualmente, por nuestra independencia económica. Nuestra independencia de la metrópoli se logró a favor de las ideas revolucionarias de los criollos, hijos de españoles, movidos por el amor al terruño americano. Pero al realizarse la independencia las clases dominantes mantuvieron sus estructuras económicas y pudieron así burlar las aspiraciones de los libertadores y mantener sus privilegios, montados principalmente sobre la Iglesia y las oligarquías agrarias… Hoy, la opresión política y la injusticia social siguen constituyendo en algunas partes un desafío que el intelectual no puede eludir sin evadir su responsabilidad de servicio público. La protesta del escritor va dirigida contra las injusticias y sufrimientos de su pueblo. Pero hay una razón más: en tanto que el escritor se rebela contra el ultraje que toda forma de opresión o de imperialismo representa para la cultura, la sensibilidad y la forma de vida de un pueblo”.

Y en una pincelada magistral sintetizó la misión de su oficio: “El trabajo del novelista es hacer visible lo invisible con palabras”.

Miguel Ángel Asturias falleció el 9 de junio de 1974 en Madrid.