Hindu Anderi
Si 2020 ha sido un año trágico para la humanidad, enfrentada a una pandemia que se ha llevado a cientos de miles, para los y las revolucionarias del mundo, especialmente de Venezuela, 2013 fue catastrófico.
La presencia de Hugo Chávez significó la esperanza de retornar a los sueños y proyectos emancipadores y unionistas que enarbolaron hombres y mujeres de ideas vanguardistas, cuyos principios de libertad abrazaban a todos los continentes. Logró ese hombre, desde el 4 de febrero de 1992, impresionar, sensibilizar y unir a quienes estaban divididos, y encender las alertas de quienes estaban acostumbrados a ocupar el poder a punta de manipulación, chantaje, componendas y fuerza.
Hablar de democracia participativa, de diversidad, de poder para el pueblo era necesariamente una amenaza para la derecha. Y así, el otro loco… ya Bolívar lo fue primero, fue el principal objetivo de ataque para la mediática internacional, que aún después de muerto lo sigue viendo como un enemigo peligroso al que hay que seguir matando.
Los y las venezolanas entonces éramos cuestionados en cualquier lugar del mundo donde hiciéramos presencia: ¿Y tú que tal estás con Chávez?
Se convirtió en un líder “trasnacional”; poco a poco fue situándose al centro de las fotografías con los líderes más importantes del continente y del mundo. Chávez se convirtió en un centro, para quienes lo amaban y odiaban. Su apellido es una de las palabras más pronunciadas en los últimos 20 años.
La castástrofe que significó su partida ha ido siendo superada progresivamente. El pueblo llano asumió sus palabras “Chávez ya no soy yo”, y se hizo no sólo del discurso sino del compromiso con la Patria. Mientras para unos un rollo de papel higiénico es la “patria”, para la mayoría es la soberanía; la lucha por la libertad, por la hermandad con los pueblos; la defensa de la tierra; la libertad de decidir con quien caminar; el amor por el otro, la solidaridad por la otra. Es estudiar cómo hacer realidad la comuna y actuar en consecuencia.
Es cierto que muchos nos preguntamos que estaríamos viviendo hoy si Chávez aún fuese presidente. No sabemos a ciencia cierta. Pero jamás sería muy diferente porque la guerra no era en contra del líder eterno de la Revolución bolivariana. Ya quedó ampliamente demostrado. Es una guerra en contra del pueblo que asumió decidir.
Ciego es quien pretenda omitir que así como se atacó a Chávez, incluso desde la campaña electoral de 1998, el presidente Nicolás Maduro ha sido criminalmente sometido a todo tipo de agresiones. La arremetida en perjuicio del Gobierno, de las instituciones, del pueblo, expresadas en el bloqueo homicida es la prueba más tajante del proyecto para ponerle las garras a los recursos de Venezuela.
El natalicio de Chávez como su desaparición física marcaron un antes y un después. El comandante fue el encargado de quitar el velo para mostrarnos la realidad cruda. Ciertamente, si el año 13 de este segundo milenio nos paralizó por momentos, fue el año de la graduación de muchos. Empezar a poner en práctica lo que por dos décadas aprendimos con él. ¡Unidad, Lucha, Batalla y Victoria!