Hindu Anderi
Hoy se cumplen 75 años del inicio de la era atómica. La humanidad entonces, gracias a Estados Unidos, comenzó a vivir el horror de las armas que transformaron, o prostituyeron incluso, la ética de la guerra.
Como otros procesos, la guerra se ha transformado. De enfrentarnos cuerpo a cuerpo, con la llegada de la pólvora, pasamos a la disciplina de columnas y luego a manejar tanques; hasta sufrir los bombardeos. Así trascendimos a la Guerra de Cuarta Generación, donde todo se vale hasta lo no válido.
1945 fue el año de la muerte. No porque terminó la Segunda Guerra Europea o Mundial; sino porque Washington, con ojos y nariz tapados, cambió los hornos crematorios de Hitler por una gran fogata humana. En el mes de agosto de ese año, en Hiroshima y Nagasaki, un mes después de haber lanzado su primera bomba experimental, el tío Sam dijo al mundo cuál era el costo de enfrentársele; y se fue imponiendo a sangre y fuego para disputar contra cualquiera su rol de hegemón y gendarme del mundo.
Aunque hoy día la humanidad está minada por confrontaciones de diversos tipos, en el marco de la Guerra de Cuarta Generación, la amenaza de una conflagración general entre potencias sigue latente.
Estados Unidos no cesa en su obsesión de dominar el mundo, mientras las otras potencias se preparan para hacer respetar su soberanía.
Por ello es absurdo restarle importancia al proyecto de colonización que significa la política exterior estadounidense; y que viene cumpliéndose con diversos nombres desde tiempos de Bolívar. No en vano, El Libertador nos alertó sobre los planes de Estados Unidos de plagar de hambre y muerte la América; pero a nuestro prócer le faltó tiempo para advertir que el resto del planeta estaba en peligro también.
La estrategia del imperio norteamericano es generar crisis regionales; exacerbando los conflictos sociales o abonando a aquellos que le permitan deponer gobiernos populares para imponer sus gobiernitos lacayos que a cambio de migajas vayan preparando el botín deseado.
La prepotencia yankee es el detonante principal de la amenaza nuclear del siglo XXI. Pese a que la Casa Blanca ha ido organizando su terreno con bases afines a sus planes en América, sigue habiendo el peligro de un conflicto mundial.
Pero las guerras no solo pueden llevarse a cabo usando las armas. Los pueblos son fundamentales en ese proceso. Bien sea para la ofensiva o para la defensa. Vietnam es un ejemplo para los yankees y el resto del mundo. Lo ha sido Siria también.
La actual coyuntura de pandemia ha mostrado a los pueblos el talante de sus gobiernos. No será fácil pedir apoyo a quienes hoy descubren que son los grandes abandonados del sistema. Estados Unidos tiene una gran deuda que resolver internamente. Debe desactivar una bomba, cuya detonación puede dejar atónitos a todos. Ese “Bum” está por venir.
Hindu Anderi