Geopolítica de la liberación

Por: María Alejandra Díaz 

Bolívar advirtió que las presiones de las potencias de ultramar (Inglaterra, Holanda, Portugal, entre otras) estaban dirigidas a evitar la conversión de Venezuela en un «Estado pivote», para contenernos era necesario que no tuviésemos peso, ni gravedad en el contexto internacional. Por tanto, toda la legislación Bolivariana fue ideada por nuestro genio para sublimar al Estado Nación, hacer crecer su superestructura armónica, proclive a la comunidad hombre-suelo en todas sus significaciones, y aseguraba que una estructura estatal no podía determinarse desde afuera, pues corría el riesgo de convertirse en un montón de arena (Pérez Arcay).

Hoy un gobierno plutocratico/global con pretensión de infalibilidad ideológica del «Imperium Mundis» se opone a nuestra independencia y autodeterminación buscando eliminarnos o pervertirnos. Produciéndose una guerra entre globalistas y soberanistas: aquellos que propician la constitución de un gobierno mundial neofascista enfrentados a quienes tratamos de impedirlo. Es fundamental entonces, disponer de una Inteligencia Estratégica efectiva que nos permita aliarnos con los elementos pertinentes que operan en el plano internacional, regular y saber administrar los potenciales conflictos, haciendo alianzas y contra alianzas complejas y rápidas. Se trata es de subsistir y descubrir los mecanismos que mueven a ese «mundo nuevo» emergente verdaderamente multipolar, como conditio sine qua non para la supervivencia de la Nación.

Para lograr sus objetivos el polo globalista antinacional, totalitario, muta, se mimetiza y simula, usando esa rotación para atacar Repúblicas soberanas: polo corporativo transnacional que al actuar en connubio con instancias multilaterales presionan a los Estados Nación y supeditan la soberanía, interés sagrado de la Nación, a la ganancia de sus capitales y mandatos opresivos y destructivos.

Frente a esta variación polar estamos obligados a revisar actores y socios, antiguos y nuevos, repensar nuestras relaciones, reconfigurar, replantear las coaliciones y sociedades, comprender el caos «antisistema», que no permite crear alianzas estables, pues existen intereses divergentes entre sí en el plano económico, político, estratégico, religioso, cultural y militar, que generan tensiones entre las fuerzas globalizadoras (élites) y las fuerzas fragmentativas (pueblos excluidos) generando incertidumbre.

Es el conflicto entre incluidos y excluidos, entre dominadores y humillados y es necesario tener claridad en nuestro Azimut estratégico para no ser arrastrados, tragados por el neo imperio sibilino (Ius Novus).

Creemos firmemente que nuestro elan vital (conatus) debe asumir que: todo aquello que atente contra el interés nacional, socave o debilite nuestra soberanía e independencia, integridad territorial y autodeterminación no puede ser considerado como amigo, ni aliado. No hacerlo, significaría atentar contra nuestro propio principio de auto conservación. La premisa fundamental debe ser el interés nacional, perseverar en nuestro ser de nación: territorio, población y gobierno. Persistir para afianzar la vida e integridad del Estado Nación.

Sólo sobrevivirán a esta conmoción, choque de bloques planetario geopolítico, aquellas naciones que tengan como columna vertebral de su carácter, un enraizado canon espiritual que irradie hacia su colectivo su ética y moral. Una nación sin valores inmanentes profundos por los cuales luchar, orientarse y guiarse, estará destinada a extinguirse en esta hora difícil que vive la Humanidad.

Resulta ineludible nuestro deber patriótico y constitucional: sublevarnos, mostrar nuestra rebeldía bolivariana frente al plan de la «geopolítica del despojo», nuevo laboratorio de «resolución» pacífica de controversias (favoreciendo a la Corporatocracia mundial) que intenta aplicarnos la ONU a través de la Corte Internacional de Justicia, con la excusa de ocupar dichos territorios para la explotación conjunta de corporaciones privadas y Estados depredadores, alegando hacerlo, por el bien común, repartiendo lo que no les pertenece, evitando supuestamente una confrontación y en un arreglo práctico eliminar los conceptos de dominio y propiedad, borrando nuestras fronteras, desdibujando a Venezuela.

Esta tierra nuestra, gracias a la gesta independentista que significó enterrar a las tres cuartas partes de la población, se defiende. No fue un regalo divino, y no permitiremos que por culpa de los infaltables traidores, al esfuerzo denodado de nuestros Padres Libertadores quienes dejaron sangre sudor y lágrimas para consolidarla, se pierda: cada centímetro de territorio cuenta.

No será una Corte Internacional aliada a los poderes fácticos mundiales, quienes vendrán a obligarnos a renunciar a nuestro derecho inalienable de defender integralmente nuestra Nación.

Es necesario potenciar nuestro elan vital, el cordón umbilical espiritual que integra el Todo, campo psicofísico nacional, profundizar el principio organizador estatal, el espíritu nacional, organismo viviente, fortaleciendo las partes constitutivas e irremplazables del cuerpo nacional y cumplir así con la adhesión al acto augusto de la América (Pérez Arcay).

Está prohibido a los patriotas entregarle nuestra voluntad y autodeterminación a una instancia externa con pretensiones de erigirse en poder universal y atemporal, igual a una iglesia, un dogma, pura superstición como política. El neoimperio global Teopolítico sin legitimidad alguna, que pretende estar por encima de nuestra soberanía: esa sería la muerte de nuestra República.

Contraponemos a ello una nueva alianza interamericana en términos realistas y de respeto mutuo entre las naciones, un nuevo Istmo de Panamá esta vez Republicanizado. Aislados y desunidos, los globalistas, con su poderío corporativo y su poder suave pseudo jurídico, se tragarán a nuestros países uno a uno. Debemos expulsar o neutralizar del continente todas las fuerzas que pretendan dañar a las naciones que conformamos la América toda, pues la Patria es América, aceptemos sólo aquellas relaciones contribuyentes al fortalecimiento de nuestras naciones y unidad de todo el continente (grossraum). Es la geopolítica de la liberación, el Katehon contra el caos que pretenden imponer los globalistas para extinguirnos.