Pescar en Beirut revuelto Hindu Anderi

Las explosiones en Beirut, que coincidencialmente se produjeron un mes después de la fiesta de Independencia de Estados Unidos, significan para el Líbano una catástrofe de magnitudes incalculables aún.

La pérdida de vidas humanas, la destrucción de gran parte de la infraestructura de la capital libanesa y el golpe moral que este suceso representa, son motivo de dolor y tristeza para la mayoría de los pueblos del mundo; y, contrariamente, de satisfacción para Estados Unidos e Israel, enemigos fundamentales y fundamentalistas de la resistencia en el Líbano y todo el Medio Oriente.

Sería irresponsable hacer juicio de valor o concluir sin mayores pruebas acerca del origen de esta tragedia; cuyas imágenes nos recuerdan agosto de 1945 (días 6 y 9) cuando a Washington no le tembló la mano para lanzar dos bombas atómicas que calcinaron a cientos de miles de personas (civiles), para mostrar su poder de destrucción y poner al mundo a sus pies, y erigirse como nuevo gendarme del planeta.

Ciertamente, en los galpones donde ocurrió el siniestro estaba almacenado material altamente explosivo, que habría sido incautado en 2014; cuyo destino eran los llamados “rebeldes sirios”. Estos explosivos pudieron estallar por causa de un incendio en otro almacén; cortocircuitos o chispas de trabajos de soldaduras cerca del local; o pudo haber sido provocado por manos criminales. Y es que así como no es serio adelantar conclusiones, tampoco lo sería negar las hipótesis que pudieran surgir.

Si el gobierno o Ejército del Líbano fuesen responsables de esta catástrofe, por negligencia u omisión, lamentablemente le han hecho indirectamente un favor a los enemigos naturales de los árabes, que babean con esta tragedia.

Previo a este suceso, Benjamín Netanyahu amenazó a Hezbolá, partido de la resistencia libanesa: “Golpeamos una célula y ahora golpeamos a los comandantes. Haremos lo que sea necesario para defendernos”.

Israel es enemigo de Irán y la afinidad y respaldo que éste otorga a la resistencia libanesa es motivo suficiente para intentar acabar con Hezbolá; además de la deuda que aún quiere cobrarle a éste último por la vergüenza que le hizo pasar hace más de una década cuando lo derrotó.

Mientras Estados Unidos e Israel pescan en río revuelto; el pueblo del Líbano desde ya libra una batalla por resistir este hecho de enormes consecuencias humanitarias y económicas; en un país cuya situación financiera ya estaba bastante afectada. Y que además golpea al pueblo libanés en medio de una pandemia que azota a la humanidad entera.

Hoy, elevamos plegarias por las víctimas fatales; por los miles de heridos; por los desaparecidos y por quienes les tocará ser el sostén de sus hermanos en esta hora menguada. Y hacemos votos porque, como ha ocurrido en otras oportunidades, el Líbano, ese hospitalario e indomable pueblo, se levante de las cenizas para continuar erguido y fuerte cual cedro.

Hindu Anderi