*…y apareció Guaicaipuro*

Por Ángel Miguel Bastidas
La estatua del «Navegante genovés» en el «Paseo Colón», al final del Parque Los Caobos camino a la plaza Venezuela, y la de El Calvario, en el mero centro caraqueño, adornaba la ruta obligada del turismo  popular dominical; era como recordar a «nuestros conquistadores, a los que nos quitaron el guayuco y nos hicieron gente».
El monumento a «Colón en el Golfo Triste», encargado al escultor venezolano Rafael de la Cova en 1893 para exaltar el 400 aniversario de la llegada de Cristóbal Colón a tierras «americanas» fue terminada en 1904 y develada finalmente treinta años después.
La obra que había sido instalada en un pedestal de 10 metros de altura, fue sometida a un juicio popular por varias organizaciones culturales de Caracas, el 12 de octubre de 2004. Por considerar que el aventurero europeo fue uno de los iniciadores del genocidio de millones de comunidades amerindias hace más de 500 años, el tribunal popular sentenció a «Colón hecho estatua»; templaron cuerdas en su cuello hasta hacer caer aquella falsa historia de heroicidad que todos los 12 de octubre era narrada como una oración en los salones de educación primaria.
Desde ese 12 de octubre de 2004 quedó borrado de los textos de estudios primarios el «Día de la Raza» para darle paso a el «Día de la Resistencia Indígena» propuesta por el Comandante Hugo Chávez Frías, que según algunos historiadores debería ser el «Día de la heroicidad Indígena», por ejemplo.
Guaicaipuro, Urimare y Tiuna se adueñaron del espacio que por años había usurpado el navegante europeo, por lo tanto el paseo ahora rinde honor a nuestros ancestros y valientes defensores de la Venezuela originaria.
La chatarra del genocida fue arrastrada hasta el frente del Complejo Cultural «Teresa Carreño» donde tenía lugar la II Cumbre de la OPEP. «Colon» fue colgado de un árbol, cual judas moderno. Cinco años después, por orden del alcalde de Caracas Jorge Rodríguez, fue retirado el monumento a Colón que estaba en El Calvario, y en su lugar emergió la figura de «Ezequiel Zamora».
A 16 años del derribo de «Colón» en Caracas, varios acontecimientos, como el asesinato Jones George Floyd en Minnesota, Estados Unidos, encendieron la chispa de ataques en serie contra monumentos de figuras racistas, esclavistas y conquistadores como el aventurero genovés. 
Hoy en numerosos países, desde Estados Unidos hasta Gran Bretaña, han caído, o han sido retirada, una veintena de estatuas de los supuestos benefactores europeos que nos vendía la historia eurocéntrica como grandes figuras de la humanidad. En ese sentido, lo más reciente fue el derribo de la caída del encomendero español Sebastián Belalcázar, en Popayán, al sur de Colombia.
Aunque parezca irónico, en Estados Unidos es donde «Colón» ha pasado la de Caín: la primera estatua en sucumbir sucedió en Minnesota. En Richmond el «marinero genovés» fue lanzado a un río y en Boston decapitado. En Los Ángeles no hubo agresión, pero Colón fue retirado por una grúa. Por su culpa, otros aventureros han sido agredidos, como el caso de Juan Ponce de León en La Florida, o el esclavista Edward Colston quien fue a parar al fondo del río Bristol, en Londres, donde también Winston Churchill llevó lo suyo, mientras que en Bélgica le pasaban factura al Rey Leopoldo II por sus tropelías racistas en el Congo. 
Chile y Bolivia han seguido el ejemplo de Venezuela en materia de revisión histórica, mientras en México; «Colón» y «Hernán Cortez», esperan por la grúa, si no es que una poblada se adelante y haga justicia por sus propios medios.
*Refrescar la historia*A la par de la visión positivista de la historia al estilo Guillermo Morón, muchos falsos héroes fueron sembrados en el imaginario popular, como el caso de Rómulo Betancourt como «fundador de la democracia en Venezuela», por lo cual su nombre identificó por varias décadas el Parque del Este, ahora Parque «Generalísimo Francisco de Miranda».
Falta mucho por corregir en esa vieja historia que adormece a los pueblos: todavía se habla por ahí de una autopista con el nombre del colonialista Francisco Fajardo o de la Presa «Raúl Leoni», uno de los mayores represores de la cuarta república.
En Los Paraparos de La Vega hay una escuela básica con el nombre de uno de los dirigentes sindicales más corruptos de la cuarta república, Augusto Malavé Villalba, el creador del tristemente célebre Banco de los Trabajadores, asaltado por la dirigencia de la CTV, de donde salieron millonarios José Gonzalo Navarro, Francisco Olivo, José Vargas, Juan José Delfino, Eleazar Pinto, Manuel Cova y Carlos Ortega. 
La Vega es una comunidad que ha tenido presencia destacada en las luchas populares, de resistencia durante los gobiernos cuarto republicanos y en las batallas contra los golpistas que pretenden acabar con el proceso bolivariano, por lo tanto merece que la escuela básica de Los Paraparos tenga un nombre que esté a la altura de su historia insurgente.

Cacique guaicaipuro. nacido en caracas en 1530 y guerrero de confianz…