El Huracán Gilbert pasaba por el sur de Puerto Rico cuando llegó la noticia del fallecimiento de Charlie Palmieri, por infarto, y en Nueva York. Era el 12 de septiembre de 1988.
Quien escribe estaba en San Juan y pudo calibrar las emociones de muchos músicos y amigos con los cuales nos encontramos en esas horas, como nuestro inolvidable locutor salsero Víctor Prada Vallés, Raphy Leavitt y el viejo Rafael Viera, dueño de una tremenda tienda de coleccionistas.
El viejo Viera, quien fuera administrador de Fania durante los 70 y 80, nos contaba que entre los grandes de verdad estaba Charlie, hermano mayor de Eddie y considerado un verdadero gigante de las blancas y las negras.
Pianista, arreglista, director y compositor con una intensa vida musical que siempre contrastó con su buen humor y su extraordinaria humildad y solidaridad, Carlos Manuel Palmieri Maldonado nació en Nueva York el 21 de noviembre (como hoy) hace 93 años, en 1927 (algunos dicen que fue en 1926).
La genialidad se le notó desde el inicio. En una oportunidad Eduardo, Eddie, hermano menor de Charlie, en una entrevista lo definió así: “Yo soy un tocador de piano. Mi hermano era un pianista, mi hermano era único y su estilo inigualable”.
Charlie Palmieri conoció de cerca y trabajó con diferentes géneros caribeños y siendo educador, decía a sus alumnos que si no atesoraban sus raíces podrían ser tal vez buenos ejecutantes, pero no serían buenos músicos y, en su caso, buenos músicos de Puerto Rico, el país de sus padres, su país.
Con su charanga La Duboney, con otras orquestas, con su hermano o enseñando, Charlie dejó un legado que conviene rescatar y estudiar. Su pianística tuvo una clave sabrosa, asociada siempre al baile porque, como decía Charlie, “sin baile, no somos”.
Honores.
@lildelvalle
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